En la crónica publicada el viernes en El País de la presentación en Barcelona de la nueva novela de Eduardo Mendoza, Mauricio o las elecciones primarias, que ha editado Seix Barral, se recogen las declaraciones del novelista, que compara la escritura de una novela con un viaje: “Uno piensa que viaja a París, pero luego decide quedarse en un pueblo del trayecto, triste y mal iluminado. Descarrilé en esta novela.” ¿Habrá leído Mendoza la novela de Gonzalo Hidalgo Bayal? Ojalá.
La idea de Mendoza del viaje —en tren, claro— aplicada a la escritura narrativa da pie para subrayar una vía de la intención de la Paradoja del interventor como exploración sobre las posibilidades de un narrador frente a su personaje. Esa vía o ese marco es el de un individuo que escribe y que se propone inventar a un personaje vacío y llenarlo con su palabra a partir de relaciones causales. El narrador explora sobre lo narrable y se empeña en crear desde la nada, en someter, a través de la palabra, los componentes convencionales de una trama novelesca, para demostrar —si cabe empeño tan presuntuoso en un escritor como GHB— qué puede hacerse a partir de un personaje interventor que no es interventor, de un tren que no pasa, de un misterioso sobre, de un cuaderno de hule negro...
sábado, abril 08, 2006
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (XVIII)
Publicado por Miguel A. Lama en sábado, abril 08, 2006