Hoy estoy insuperable en mi capacidad de análisis; y he llegado a la conclusión de que la causa de que me fatigue tanto jugando al tenis es la edad. Descanso más, me esfuerzo lo justo y, eso sí, me ilusiono como siempre. Como con los pudores. Por eso no tengo empacho en demostrar documentalmente que tengo desde hace meses pegada en uno de mis cuadernos una fotografía de José Ángel Iribar, «El Chopo», que hoy ha cumplido ochenta años. Se republicó en El País el pasado septiembre y es del mítico fotógrafo Raúl Cancio. Por el pie, fue cuando yo tenía cinco años; y pocos después me regalaron en casa un traje de portero —con unos pantalones cortos acolchados que eran lo más— que yo siempre decía que era como el de Iribar. Igual que el de mi compadre Miguel era el de Gárate, cuando aquella tarde jugábamos en la calle y pasó Carmen Sevilla que estaba rodando en Zafra La cera virgen (1972), la película de José María Forqué, y nos saludó muy simpática. (Subimos entusiasmados a nuestras casas a contar a nuestras madres que nos había saludado la actriz y bajamos de nuevo al balón como si nada). Tengo anotado debajo de la foto de El Chopo un «Eskerrik asko» que me saldría así en ese momento en que me trasladé con ganas a los más agradables colores y olores de una infancia que ahora se me hace presente. «Zuri!», me dice Iribar desde el cuaderno. Cuando los blogs se leían y los lectores ponían comentarios, publiqué esta entrada en la que salía mi Athletic, y me he acordado de ella hoy, que juega mi equipo contra el Osasuna, como en aquel cercano —comparado con aquellos días de Zafra— 2009. No digo más. No vaya a ser.
miércoles, marzo 01, 2023
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