viernes, diciembre 16, 2016

Aguinaldo nº 20 (En el arca chica)


Supongo que los muchos amigos de Víctor Infantes que hayan recibido el aguinaldo de este año 2016 habrán sentido el mismo escalofrío que yo cuando recogí el pasado miércoles de mi buzón un sobre de 16 x 23 cm. con mi nombre y dirección puestos con su esmerada y característica caligrafía. Y un matasellos de carta ordinaria desde Hoyo de Manzanares de fecha 12 del presente mes, casi dos semanas después de la muerte del profesor y bibliógrafo, «príncipe de los bibliógrafos», como le llama Juan Carlos Conde en su necrología publicada este jueves en ABC. Dentro, el aguinaldo de este año, con una tira de papel que informa: «Víctor Infantes murió el día 1 de diciembre. Días antes había recogido de la imprenta el aguinaldo de las navidades 2016 y había empezado su ritual de escribir las direcciones, tarde a tarde. | Se cumplen 20 años de estas felicitaciones que para sus amigos marcaban las navidades y esperaban con curiosidad. Solo la generosidad lo movía y una vez más este año no ha faltado. Vale.» Supongo que detrás de este texto está José Manuel Martín, que ha venido acompañando a Víctor Infantes durante todos estos años en este gesto de amante de los libros y de la letra impresa en cualquier soporte. Bueno, en papel, principalmente. Y se diría que José Manuel Martín —con Víctor— responde a mi incertidumbre sobre el aguinaldo de este año. Toda una demostración de cómo era Víctor Infantes, infatigable, apasionado, enemigo del desaliento. Tan tremendo que, ausente, no ha defraudado. Y aquí está de nuevo con otra sutileza bibliográfica llena de enigmas, homenajes y denuncias. Con Ana Martínez Pereira —con quien firma el «Encuentro» y con quien ya hizo el Censo de ejemplares de la primera edición del Quijote del 15— nos regala «Enla arca chica». El ejemplar cervantino de la Segunda parte del ingenioso cavallero don Quijote de la Mancha (Madrid, Juan de la Cuesta, 1615), una reproducción de la portada de ese ejemplar que lleva la firma de Miguel de Cervantes y la indicación del lugar en el que debió de guardarlo: en el «arca chica» de su hogar madrileño de la calle del León. Se aprecia en esta nota de presentación la convicción apasionada de Víctor Infantes, su indignación por la falta de sensibilidad de un propietario ignorante y su retranca contra «las divagaciones de la crítica cervantina de sillón y mesa camilla, lejos de los archivos y las bibliotecas». Y concluye: «Sí, este ejemplar de la edición de 1615, aparecida en el otoño de ese año, sabemos ahora que lo tuvo entre las manos Miguel de Cervantes y que, quizá, por estar en los últimos momentos de su existencia, rubricó su posesión para la posteridad entre sus bienes más personales». Con parecida conciencia a la del mismísimo Víctor Infantes cuando escribió los nombres de sus amigos en los sobres destinados a su aguinaldo número 20, el de 2016, la fecha de su infausta muerte y la del cuarto centenario de la de Miguel de Cervantes.



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