jueves, febrero 12, 2015

Papeles

No sé cuántas veces me habrá ocurrido, ni cuántas lo habré escrito o dicho. Buscas un libro que no encuentras y el tiempo que empleas en buscarlo se prolonga, y no por la dificultad para hallarlo, por tu mala memoria, sino por pararte en otros libros y papeles que hacía tiempo no veías o que incluso habías olvidado que tenías. Anduve ayer buscando uno de esos folletos que uno no tiene a la vista por estar archivados en cajas con papeles de recuerdos, principalmente. En esas cajas en las que los papeles y los recuerdos son la misma cosa. Acabé en el trastero —que en mi casa está arriba, como los desvanes de siempre—, y, claro, ahí fue cuando se alargó el instante y el tiempo fue otro. Y ahí, entonces, me demoré en el catálogo ya antiguo de una exposición antigua, en unas páginas de periódico, en un ejemplar duplicado de un libro que tengo —ese sí— localizado, y en el número 565 del suplemento Babelia de El País —que me he bajado—, del sábado 21 de septiembre de 2002, en cuya portada he reconocido la caricatura que hizo Loredano para esa entrega del centenario de Luis Cernuda. En esas páginas hay un poema del chileno Óscar Hahn, una reseña de Manuel Rico sobre Capitán de invierno de Ramiro Fonte, que en paz descanse, y otra de Antonio Ortega sobre Como si fuera una palabra de Esperanza Ortega, y un artículo sobre la literatura polaca de Carlos Fuentes... Lo de Cernuda lo recordaré en los próximos días en clase, cuando empecemos a hablar del poeta sevillano y de sus primeros libros, los que conformaron la primera edición de La realidad y el deseo (1936); pero quiero detenerme ahora en lo que dijo Francisco Brines en ese Babelia al ser preguntado por su poema preferido de Cernuda: «¿Un poema? Más que un poema, un verso, el final de 'Primavera vieja', que dice: 'Cuán bella fue la vida y cuán inútil'. Durante un homenaje a Cernuda en la Residencia de Estudiantes me preguntaron por mi poema favorito y repetí ese verso. Justo al decirlo me di cuenta de que hablaba de lo mismo que un verso mío que siempre he pensado que resume bien mi obra y que, además, sería un buen epitafio. Es el final de 'Desde Bassai y el mar de Oliva': 'Yo sé que olí un jardín en la infancia una tarde y no existió la tarde.' El verso de Cernuda lo llevé siempre dentro porque, sin saberlo, tocaba algo esencial en mí, la idea de la vida como un don junto a una injusticia que nos ciega: '¿Por qué se nos da y se nos quita?'». El poema de Cernuda, «Primavera vieja» es de Como quien espera el alba (1947). El poema de Brines, «Desde Bassai y el mar de Oliva» es de El otoño de las rosas (1986) y la errata es detonante, pues: 'Yo sé que olí un jazmín en la infancia una tarde, y no existió la tarde.' Merece, pues, la pena buscar papeles y no encontrarlos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.rae.es/sites/default/files/Discurso_Ingreso_Francisco_Brines.pdf
(pp. 32-33).

Carlos Medrano dijo...

Es así, con sus luces y sombras, también debidas a nuestras fuerzas, no siempre intactas y sometidas al tiempo, con los efectos derivados de su acumulación y misterio. Rondamos una edad donde la lucidez nos asiste -como este invierno- con la certeza de ser frágiles, y que no todo lo de siempre continúa como entonces o estará ahí siempre. Hay algo de soledad heroica en el paso del calendario. Y en nosotros. Un abrazo.