Comenzó Olvido con la lectura del único poema propio que leyó. Fue uno de los primeros textos de Lo solo del animal (Tusquets Editores, 2012), que antes había sido publicado en el número extraordinario de la revista Espacio/Espaço Escrito (noviembre de 2009) en memoria de Ángel Campos Pámpano, a quien va dedicado el poema de Olvido, que habló en su introducción de Ángel y de nuestro encuentro hace ya años en Trujillo por la revista de revistas Hablar/Falar de Poesía. Olvido García Valdés —que estuvo acompañada por el profesor y poeta Fernando Abascal, que la presentó— nos cautivó el jueves 26 con su conferencia-recital «Escuchar la sombra. La raíz polifónica de la poesía contemporánea en español», dicha en el exigente Festival Internacional Ciudad de Trujillo, parte de cuyo público más fiel acudió a escucharla en el salón de actos del convento de la Coria. Estuvo brillante y con una extraordinaria capacidad de transmitir la magia de la palabra poética, capaz de escuchar la sombra, de instalarse en lo que no es comunicable. No es fácil saber explicar las claves esenciales de algunas poéticas contemporáneas y al tiempo saber decir la palabra ajena como si fuese propia. El jueves, las palabras ajenas fueron, ni más ni menos, de Juan Ramón Jiménez y su impresionante poema Espacio (1954), «una experiencia límite en un lenguaje límite» —dijo Olvido—; del poeta místico argentino Héctor Viel Temperley y su Hospital británico (1997) —algunos de cuyos versos arrancaron un aplauso desde la primera fila—; de Pedro Provencio y su libro Onda expansiva (2012); y de Julia Castillo y su Febrero (2008); entre otras, como las de un poema del venezolano Juan Sánchez Peláez (1922-2003), de Aire sobre el aire. Fue un memorable recorrido por parte de la mejor poesía en español de la segunda mitad del siglo XX y de los años que llevamos del XXI; y un verdadero lujo disfrutar de la palabra de una escritora como Olvido García Valdés en una noche templada llena de poesía y de amistad.
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