No hace mucho, M. Simón Viola le aplicaba las palabras con las que Moreno Villa definió a otro extremeño como Enrique Díez-Canedo: "Fue jovial, animoso y poeta, jugó limpio, vivió en impecable lealtad y ponderación, no dejó un solo enemigo." José Miguel Santiago Castelo. Jovial, poeta, animoso, ponderado, impecablemente leal, sin enemigos... Su etopeya valdría para apuntalar para siempre los criterios por los que se conceden las medallas de Extremadura. Santiago Castelo tiene, además, el don de los pintores venerados, a quienes piden sus pupilos trazos naturales e imposibles:
—Maestro, pinte usted una tarde, pero un poquito sólo.
Y el maestro, entonces:
"En esta tarde así, bajo la ropa
tendida en la azotea, yo quisiera
diluirme en los malvas y en los ocres
que bajan hacia el mar entre las huertas..."
("Azotea", de Cuerpo cierto)
martes, agosto 01, 2006
Santiago Castelo
Publicado por Miguel A. Lama en martes, agosto 01, 2006
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