Anteayer sorprendí a mi madre con uno de mis libros en la mano. Era un estudio sobre la obra literaria del escritor tinerfeño José de Viera y Clavijo (1731-1813), de Victoria Galván, profesora, amiga en Las Palmas. Quería ponérselo en la cabeza, pero le resultaba muy pesado, me dijo mi madre. Al parecer, una de las enfermeras del Servicio de Rehabilitación al que acude todas las mañanas le ha recomendado, para corregir un encorvamiento propio de su edad (que, dicho sea de paso, no es lo que le tratan allí), que camine en casa un ratito con un libro sobre la cabeza. La gentileza de la enfermera es directamente proporcional a su candidez. Quizá mi madre le dijo que en casa había libros y la sanitaria encontró el remedio.
Le di los Estudios sobre Fray Luis de León, de Ricardo Senabre, que editó la Universidad de Salamanca en 1998. Mucho mejor. Ciento cuarenta y ocho páginas frente a las seiscientas veinte del tomo del Cabildo de Gran Canaria. Las escasas dotes de equilibrista de quien me dio el ser dieron con el bello librito de Senabre en el sofá. Menos mal, me dije, porque no estaba yo para estropear mis volúmenes con ejercicios dudosos.
Entonces, tomé un ejemplar barato, de escaso miramiento bibliofílico, uno de los volúmenes, el último, de la colección “El viajero” de EL PAÍS, el 35, País Vasco II (Interior). Pero las cubiertas plastificadas lo hacían resbalar con gran facilidad desde la cabeza de mi madre, ya encarando el pasillo para llevar a cabo el ejercicio en toda ley. No podía ser. Y fue con otro librito, éste de escaso peso, pocas páginas, poco más de cien, y con unas cubiertas en cartulina rugosa: Voces del extremo (Las voces de la poesía española al otro extremo de la centuria), Béjar, Fundación Juan Ramón Jiménez, 1999, testimonio de una de esas reuniones poéticas en Huelva organizadas por Antonio Orihuela. Perfecto. Mi madre con ese tomo en la cabeza pasillo arriba pasillo abajo. Encantada. Así anduvo un rato. Al terminar, me dijo que le guardase el libro para mañana. Ése, y no otro, claro está. Tengo que contárselo a Antonio Orihuela. Que nos llevan de cabeza los libros. Feliz Año Nuevo.
jueves, diciembre 29, 2005
Javier Alcaíns
"Aunque carezco de fe religiosa, creo que puedo iluminar libros bíblicos. De hecho, el primer libro que elegí fue el Cantar de Cantares. Era el primer libro y cometí en él todos los errores que puede cometer un principiante. Años más tarde conocí a Manuel Moleiro, quien me propuso realizar un Beato de Liébana. El reto era atractivo y acepté: caligrafié el Apocalipsis e iluminé el libro teniendo presente la iconografía establecida por Magio; me guió, sobre otros, el magnífico ejemplar realizado para Fernando I y Sancha. Es la única vez que he seguido una iconografía, pero en esta ocasión, siendo iluminador de libros, español y estando ante un Beato, me pareció inevitable."
Son consideraciones de Javier Alcaíns en su página web www.javieralcains.es, en la que uno puede conocer gran parte de su original e interesante obra. Lleva muchos años Javier sobre el escritorio iluminando textos luminosos, y merece que se difunda su creación.
Son consideraciones de Javier Alcaíns en su página web www.javieralcains.es, en la que uno puede conocer gran parte de su original e interesante obra. Lleva muchos años Javier sobre el escritorio iluminando textos luminosos, y merece que se difunda su creación.
miércoles, diciembre 21, 2005
J. L. Alonso de Santos
Recibo de Marga Piñero y J. L. Alonso de Santos la versión teatral de éste de El Buscón de Quevedo, con un estudio preliminar de Marga. Es una versión estrenada en el Encuentro de Teatro Clásico de Valladolid en 2000, por una compañía vallisoletana, “La Quimera”, dirigida por Tomás Martín y Andrés Cienfuegos. Ahora sale publicada como separata de la revista Acotaciones (núm. 13), de la RESAD y Fundamentos.
Creo que es José Luis Alonso de Santos el autor vivo del que he visto y leído más obras. Teniendo en cuenta que soy un espectador de provincias y que su adaptación de La dama boba ha sido el único montaje al que he asistido en Madrid, esto es indicativo de su profusión y de su difusión. Porque en Cáceres, en Mérida (lo último, Yo, Claudio) o en el salón de mi casa por el televisor, he conocido muchas de sus obras.
No en vano un sabio del teatro como Ricardo Salvat dijo, y lo cita Marga Piñero en su estudio preliminar, que Alonso de Santos “debe de ser el único autor español, no buscadamente comercial, de la segunda mitad del siglo que, después de Buero Vallejo, ha visto representar prácticamente todas sus obras y también sus versiones.”
Guardo buenos recuerdos de sus dos estancias por mi culpa en Cáceres y de mi visita a su casa madrileña a propósito de un interés compartido sobre ese itinerario desde el manuscrito al escenario y del escenario al texto impreso.
Un grato reencuentro.
Creo que es José Luis Alonso de Santos el autor vivo del que he visto y leído más obras. Teniendo en cuenta que soy un espectador de provincias y que su adaptación de La dama boba ha sido el único montaje al que he asistido en Madrid, esto es indicativo de su profusión y de su difusión. Porque en Cáceres, en Mérida (lo último, Yo, Claudio) o en el salón de mi casa por el televisor, he conocido muchas de sus obras.
No en vano un sabio del teatro como Ricardo Salvat dijo, y lo cita Marga Piñero en su estudio preliminar, que Alonso de Santos “debe de ser el único autor español, no buscadamente comercial, de la segunda mitad del siglo que, después de Buero Vallejo, ha visto representar prácticamente todas sus obras y también sus versiones.”
Guardo buenos recuerdos de sus dos estancias por mi culpa en Cáceres y de mi visita a su casa madrileña a propósito de un interés compartido sobre ese itinerario desde el manuscrito al escenario y del escenario al texto impreso.
Un grato reencuentro.
domingo, diciembre 18, 2005
La escritura inversa
Estos cuadernos son como los seres y las cosas del cuento de Carpentier “Vuelta a la semilla”, que crecen al revés. Uno no puede decir aquí abajo para hablar de lo que viene; no puede decir a continuación, porque lo que sigue está más arriba.
Los textos de estos cuadernos crecen como nosotros, de abajo arriba.
Los textos de estos cuadernos crecen como nosotros, de abajo arriba.
martes, diciembre 13, 2005
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (XIV)
En la nebulosa imprecisa de la realidad del relato, ciertos objetos surgen como atributos del personaje. La botella verde del interventor es uno de los principales. Será un motivo argumental, pues es el objeto del deseo de los bulliciosos mozalbetes que se la arrebatan. (Cuando la botella se da por perdida y por hecha añicos, los únicos refugios del personaje: el chaquetón, el cuaderno de hule y la carta que llevaba en el bolsillo). Será un vínculo con el pasado, la botella, a partir de las preguntas de Cristo. Y cuando uno de los agentes de la ley (o los dos a la vez) vea la botella del interventor en la escena de una muerte natural, de un homicidio y de un asesinato, por este orden y secuencia disparatadamente deductivos, será como una huella dactilar inapelable de este hombre sin identidad.
Mambrino
Por ejemplo: "Las fronteras del Tibet". ¿Solución? Es fácil: "TT"
"Medio velódromo" ¿Solución?: "U".
No sé, después de hacer el sudoku (el muy fácil) da tiempo a reencontrarse con estos crucigramas de Mambrino, un amante de la greguería. Digo yo.
En EL PAÍS.
"Medio velódromo" ¿Solución?: "U".
No sé, después de hacer el sudoku (el muy fácil) da tiempo a reencontrarse con estos crucigramas de Mambrino, un amante de la greguería. Digo yo.
En EL PAÍS.
Un profesor con suerte
Para José Tato González
Un profesor con suerte es el que sigue dando clases y disfruta.
Y el recordado por un alumno que disfrutó.
.
Un profesor con suerte es el que sigue dando clases y disfruta.
Y el recordado por un alumno que disfrutó.
.
sábado, diciembre 10, 2005
Mayans
Hace años, Jorge Márquez utilizó en público un juicio mío (?) sobre el poco daño que hace una mala novela que campee a sus anchas en el vasto mundo editorial. Contra lo que dije y lo que digo, una autoridad mayor, don Gregorio Mayans en su VIDA DE CERVANTES:
"Es la lectura de los libros malos una de las cosas que corrompen más las costumbres y de todo punto destruyen las repúblicas."
"Es la lectura de los libros malos una de las cosas que corrompen más las costumbres y de todo punto destruyen las repúblicas."
viernes, diciembre 09, 2005
Desde el jardín
Lástima que esa impresionante revista que es Versión original, sabiamente dirigida por la asociación cinéfila cacereña Re Bross (www.rebross.com), no haya incluido en su penúltimo número —el 131, sí— de octubre, dedicado a JARDINES, ningún texto sobre la película de Hal Ashby Bienvenido Mr. Chance, basada en la novela, y el guión, de Jerzy Kosinski Desde el jardín (Being there). Está publicada por Anagrama.
En el título de la versión cinematográfica protagonizada por Peter Sellers, Shirley MacLaine y Melvyn Douglas, oscar al mejor actor secundario, desaparece el referente del jardín para imponerse el del jardinero, Chance. Sin embargo, en la película se mantiene la sugerencia del jardín que se convierte en metáfora de todo por las convenciones y prejuicios de los otros. Declaraciones como “Conozco muy bien el jardín” o “He trabajado en él toda mi vida.” se convierten en diagnosis sobre el mundo, la sociedad, la economía...
En el título de la versión cinematográfica protagonizada por Peter Sellers, Shirley MacLaine y Melvyn Douglas, oscar al mejor actor secundario, desaparece el referente del jardín para imponerse el del jardinero, Chance. Sin embargo, en la película se mantiene la sugerencia del jardín que se convierte en metáfora de todo por las convenciones y prejuicios de los otros. Declaraciones como “Conozco muy bien el jardín” o “He trabajado en él toda mi vida.” se convierten en diagnosis sobre el mundo, la sociedad, la economía...
La mano en la mejilla
En el último número —doble, el 7-8— de Laurel, que espero no sea el último, publicó Javier Biurrun una reseña de la edición del Libro de la melancolía, de Andrés Velásquez, elaborada con estudio preliminar por Felice Gambin, que es profesor de literatura española en Verona. La edición apareció en la colección “Agua y peña”, de Baroni editore, Viareggio, en 2002.
Ahora, Felice Gambin me envía su libro Azabache. Il dibattito sulla malinconia nella Spagna dei Secoli d’Oro, con prólogo de Giulia Poggi. Pisa, Edizioni ETS (Biblioteca di Studi Ispanici, 9), 2005.
Utilizo para titular esta entrada la representación más usada de la melancolía en la iconografía (una veintena de láminas ilustran el libro de Felice Gambin), la mano en la mejilla, que es el título de un trabajo de C. Bologna publicado en el homenaje a Stefano Arata en la revista Criticón en 2003. Un recuerdo emocionado al amigo Stefano.
Leo, pues, un completo repertorio de referencias sobre la melancolía en la España de los Siglos de Oro: Cervantes, Teresa de Ávila, Lope de Vega, Gracián, Tirso, y Velásquez, y Huarte de San Juan. Qué delicia este estudio en torno a una enfermedad del alma en lo antiguo. Historia. Literatura. Son muchas las veredas que abre este estudio a la curiosidad del lector...
Ahora, Felice Gambin me envía su libro Azabache. Il dibattito sulla malinconia nella Spagna dei Secoli d’Oro, con prólogo de Giulia Poggi. Pisa, Edizioni ETS (Biblioteca di Studi Ispanici, 9), 2005.
Utilizo para titular esta entrada la representación más usada de la melancolía en la iconografía (una veintena de láminas ilustran el libro de Felice Gambin), la mano en la mejilla, que es el título de un trabajo de C. Bologna publicado en el homenaje a Stefano Arata en la revista Criticón en 2003. Un recuerdo emocionado al amigo Stefano.
Leo, pues, un completo repertorio de referencias sobre la melancolía en la España de los Siglos de Oro: Cervantes, Teresa de Ávila, Lope de Vega, Gracián, Tirso, y Velásquez, y Huarte de San Juan. Qué delicia este estudio en torno a una enfermedad del alma en lo antiguo. Historia. Literatura. Son muchas las veredas que abre este estudio a la curiosidad del lector...
sábado, diciembre 03, 2005
Buenas noticias
Buena noticia ha sido recibir un correo electrónico de mi hermano José María anunciándome la creación de su cuaderno de bitácora Las piedras del río. En él, otra buena noticia: un enlace que me informa de la existencia de un cuaderno de bitácora del poeta Jesús García Calderón, Una mirada humilde y distante. Son dos buenas noticias que significan dos nuevos espacios de grata lectura.
Leo la voz 'bitácora' en el nuevo Diccionario panhispánico de dudas, que no acaba de convencerme, como a Silvia Senz, de Sabadell, que escribió el otro día en El País una carta al director quejándose de esta publicación de la RAE y de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Prometo dedicarle unas líneas aquí en unos días.
Leo la voz 'bitácora' en el nuevo Diccionario panhispánico de dudas, que no acaba de convencerme, como a Silvia Senz, de Sabadell, que escribió el otro día en El País una carta al director quejándose de esta publicación de la RAE y de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Prometo dedicarle unas líneas aquí en unos días.
jueves, diciembre 01, 2005
Domingo Miras
La Asociación de Autores de Teatro, presidida por Jesús Campos, acaba de publicar dos tomos de más de seiscientas páginas cada uno con el Teatro escogido de Domingo Miras (Campo de Criptana, 1934). Como otros números de esta necesaria colección que ha publicado el teatro completo de Lauro Olmo, y obras escogidas de Alberto Miralles y de Rodríguez Méndez, entre otros, están coordinados por Virtudes Serrano, autora también de una introducción y la bibliografía, y contienen quince piezas de Miras más el teatro breve. Francisco Ruiz Ramón firma un prefacio general y cada una de las obras va introducida por un estudioso del teatro español: Luciano García Lorenzo, José Monleón, Mariano de Paco, Gregorio Torres Nebrera, Ricard Salvat, César Oliva, Javier Huerta Calvo, Magda Ruggeri Marchetti, María José Ragué-Arias, Antonio Fernández Insuela, Antonio Díez Mediavilla, Diana de Paco, José Paulino Ayuso, Jesús Barrajón, José Romera Castillo y Antonio Buero Vallejo, por no dejar a nadie sin mencionar.
Esta iniciativa de la AAT es un empeño notabilísimo que pone a disposición del interesado el más amplio corpus del teatro español contemporáneo. Y se anuncia un volumen con el teatro de Carlos Muñiz.
Esta iniciativa de la AAT es un empeño notabilísimo que pone a disposición del interesado el más amplio corpus del teatro español contemporáneo. Y se anuncia un volumen con el teatro de Carlos Muñiz.
lunes, noviembre 28, 2005
Sobre la literatura
"La literatura se introduce en nuestras vidas de una forma insensible y progresiva, y no sólo va conformando el pensamiento, sino prestándonos sus propios ojos, es decir, proporcionándonos patrones con arreglo a los cuales mirar lo que pasa, escuchar lo que nos cuentan, adornar nuestros sueños e interpretar los hechos de la propia novela vivida." (Carmen Martín Gaite, de El cuento de nunca acabar, Barcelona, Anagrama, 1988, pág. 63).
jueves, noviembre 24, 2005
Julio Camba
"Para hacer mi artículo yo me encierro por las tardes en un cuarto con un poco de papel como, para hacer ota cosa, pudiera encerrarme en otro cuarto, con otro poco de papel. Allí comienzo a hacer esfuerzos y el artículo sale. Unas veces sale fácil, fluido, abundante; otras sale duro, difícil y escaso, pero siempre sale."
Lo publicó Julio Camba en La Tribuna, el 29 de mayo de 1913, "Cómo escribo los artículos", y lo cita como ejemplo José Antonio Llera en su excelente estudio El humor en la obra de Julio Camba. Lengua, estilo e intertextualidad, Madrid, Biblioteca Nueva y Diputación de Pontevedra, 2004. Escribe Llera que en este texto "hallamos una muestra de símil reticente, con alusión escatológica. El lector ha de restaurar la analogía —pre-daliniana, por cierto— que asimila la creación literaria a la defecación, analogía que permanece sobreentendida" (pág. 95).
Lo publicó Julio Camba en La Tribuna, el 29 de mayo de 1913, "Cómo escribo los artículos", y lo cita como ejemplo José Antonio Llera en su excelente estudio El humor en la obra de Julio Camba. Lengua, estilo e intertextualidad, Madrid, Biblioteca Nueva y Diputación de Pontevedra, 2004. Escribe Llera que en este texto "hallamos una muestra de símil reticente, con alusión escatológica. El lector ha de restaurar la analogía —pre-daliniana, por cierto— que asimila la creación literaria a la defecación, analogía que permanece sobreentendida" (pág. 95).
Match Point
Ayer vi la película de Woody Allen y salí del cine con una sensación extraña. ¿Acaso la boba fidelidad al autor me impide decir que no me gustó? No es tanto la fidelidad —y la amistad, añado, por los muchos momentos que hemos compartido—, sino la convicción de que un cineasta como él no desatiende la posibilidad de no gustar al público a propósito. Con perdón. Aun así, y tendremos que hablar más, el traslado de Nueva York a Londres, no tanto por el espacio, sino por sus habitantes, me provocó una sensación muy desagradable el día —por ayer— que leí que seis millones de menores de cinco años fallecen de hambre cada año, según informe de la FAO.
Editar a Unamuno (bis)
Parece que se han sobrepuesto las ediciones mencionadas abajo en mi apunte a una a la que le tengo especial apego: la edición con estudio preliminar de Bénédicte Vauthier —hoy en la Universidad de Lieja, hace unos años en la de Extremadura— de MANUAL DE QUIJOTISMO, CÓMO SE HACE UNA NOVELA y del epistolario Miguel de Unamuno/Jean Cassou (Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, Biblioteca Unamuno, 29, 2005).
Lo del MANUAL es todo un acontecimiento, porque nunca se había presentado una transcripción íntegra del texto. Pero es que la edición de CÓMO SE HACE UNA NOVELA supone una sugerente relectura del género e intención de la obra. Y se añade el epistolario inédito como clave, en conjunto, para comprender un período no muy iluminado del periplo vital del escritor, el del exilio, no el del destierro, sino el del otro destierro, o sea, el del "descielo".
Interesantísimas las consideraciones de Bénédicte sobre CÓMO SE HACE UNA NOVELA en el epígrafe que titula "Cuaderno de bitácora". Reflejos, problemas genéricos, metaliteratura.
Lo del MANUAL es todo un acontecimiento, porque nunca se había presentado una transcripción íntegra del texto. Pero es que la edición de CÓMO SE HACE UNA NOVELA supone una sugerente relectura del género e intención de la obra. Y se añade el epistolario inédito como clave, en conjunto, para comprender un período no muy iluminado del periplo vital del escritor, el del exilio, no el del destierro, sino el del otro destierro, o sea, el del "descielo".
Interesantísimas las consideraciones de Bénédicte sobre CÓMO SE HACE UNA NOVELA en el epígrafe que titula "Cuaderno de bitácora". Reflejos, problemas genéricos, metaliteratura.
martes, noviembre 22, 2005
Editar a Unamuno
Más de seiscientas cincuenta páginas tiene la edición de Nelson Orringer de DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA EN LOS HOMBRES Y EN LOS PUEBLOS y TRATADO DEL AMOR DE DIOS (Madrid, Editorial Tecnos, 2005). Es la primera edición crítica de la obra de 1911-1912, y la primera vez que se publica el TRATADO que fue germen de DEL SENTIMIENTO TRÁGICO. Coincide el envío con el de una nueva edición de EN TORNO AL CASTICISMO (Madrid, Ediciones Cátedra, Letras Hispánicas, 582, 2005), elaborada por Jean-Claude Rabaté, autor de numerosos trabajos sobre don Miguel, y que tiene el valor añadido de unos apéndices con el prólogo a la edición de 1902, la reedición del epistolario entre Unamuno y Bataillon (1921-1930), y el prefacio de éste a la traducción francesa de EN TORNO AL CASTICISMO de 1923 (L'ESSENCE DE L'ESPAGNE).
Sobre "Hoy"
Mi texto publicado aquí bajo el título "Hoy" pretendía confesar un estado de ánimo al tiempo que se proponía como apunte sobre el sentido y contenidos de estos cuadernos de bitácora. Pero es la confesión de un estado de ánimo lo que me lleva ahora a precisarlo, o no. No por lo ambiguo o inconcreto, sino porque lo dicho puede ser interpretado casi unívocamente de otro modo, quiero iluminar —es un decir— mi propio texto con una tímida nota: mi tristeza de ese día vino provocada por un asunto, digamos, literario y profesional. Como un episodio bélico de autor a crítico. Así fue para mi desgracia. Nada más.
lunes, noviembre 21, 2005
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (XIII)
La salida a una nueva realidad que cuenta la novela es la creación de una realidad nueva. El personaje, también, ha de buscarse, pues no sólo ha perdido el tren, sino que se ha extraviado de sí mismo (pág. 16), y por ello va transformándose, y de viajero pasa a ser forastero, el que viene de fuera. Se produce en este momento de la novela un movimiento más notorio, una representación de espacios más panorámica, que va del norte al sur y del sur al norte, de la estación a la ciudad, centro principal de su extravío.El espacio rodea al personaje, le aporta una nueva realidad, un referente. El viajero-forastero ha de dotarse de una nueva identidad, para la cual determinados complementos son esenciales: el chaquetón, el cuaderno negro, la botella verde... Son complementos identificativos que el lector puede seguir a lo largo del texto, pues acompañan al personaje, y que aparecen destacados al final.
Nueva realidad creada, ilusión, mito de la caverna... Gonzalo Hidalgo construye el relato a partir de un aluvión de significaciones y simbologías que comienzan ahora a operar y a instigar al lector. En ocasiones, con hallazgos como el efecto de la luz larga de los faros de un coche que proyecta una panorámica de los perfiles de la estación: vagones, letreros, barracones, la propia sombra del viajero contra la pared, y la oscuridad. Un efecto de enorme fuerza visual (y no será el único en la novela) que cumple una función análoga a los resúmenes reflexivos o paradas meditativas que a partir de este momento se suceden.
Nueva realidad creada, ilusión, mito de la caverna... Gonzalo Hidalgo construye el relato a partir de un aluvión de significaciones y simbologías que comienzan ahora a operar y a instigar al lector. En ocasiones, con hallazgos como el efecto de la luz larga de los faros de un coche que proyecta una panorámica de los perfiles de la estación: vagones, letreros, barracones, la propia sombra del viajero contra la pared, y la oscuridad. Un efecto de enorme fuerza visual (y no será el único en la novela) que cumple una función análoga a los resúmenes reflexivos o paradas meditativas que a partir de este momento se suceden.
Hoy
Hoy estoy triste. Alguien me ha hecho daño, injustamente. Una confesión así me lleva a pensar en los textos que leo en este medio, en los cuadernos de bitácora que a veces leo (lo siento, no tengo tiempo), en donde hay muchas confesiones de todo tipo. Casi ninguna como ésta.
Hoy he leído los textos de Daniel Casado. Me interesan, y me alegro de mucho de lo que dice. Pero estoy triste.
Hoy he leído los textos de Daniel Casado. Me interesan, y me alegro de mucho de lo que dice. Pero estoy triste.
martes, noviembre 15, 2005
Las vírgenes locas
Me divierte en clase hablarles de Las vírgenes locas (1886), aquel delirio novelesco que se le ocurrió a Sinesio Delgado, el director de MADRID CÓMICO y en el que implicó a autores como Jacinto Octavio Picón, José Ortega Munilla, Miguel Ramos Carrión, Enrique Segovia Rocaberti, Leopoldo Alas, Pedro Bofill, Vital Aza, José Estremera, Eduardo de Palacio, Luis Taboada... "Se trata de escribir y publicar en el MADRID CÓMICO una novela sin género ni plan determinado y de la cual cada capítulo ha de ser original de un autor diferente, que lo firmará y se retirará de la palestra sin cuidarse más del desarrollo del asunto ni de lo que harán los que le sigan." La travesura, bajo la cual hay un serio intento de reflexión sobre la novela y no poca crítica a los modos del folletín, se fue complicando y tuvo que ser Clarín quien reorientase el asunto.
Lengua de Trapo, en 1999, publicó una edición moderna de este curioso texto a once manos. EL PAÍS y otros periódicos se hicieron eco de esta novedad editorial como si fuese un descubrimiento. En enero de 2000, el profesor José Manuel González Herrán publicó una carta al director en EL PAÍS en la que matizaba que el tal descubrimiento tenía ya algunos años, pues en 1985 la editorial Júcar publicó Las vírgenes locas como apéndice de Cuesta abajo y otros relatos inconclusos, de Clarín, en edición de Laura Rivkin. Poseo recorte, como decía don Fernando Lázaro Carreter.
Lengua de Trapo, en 1999, publicó una edición moderna de este curioso texto a once manos. EL PAÍS y otros periódicos se hicieron eco de esta novedad editorial como si fuese un descubrimiento. En enero de 2000, el profesor José Manuel González Herrán publicó una carta al director en EL PAÍS en la que matizaba que el tal descubrimiento tenía ya algunos años, pues en 1985 la editorial Júcar publicó Las vírgenes locas como apéndice de Cuesta abajo y otros relatos inconclusos, de Clarín, en edición de Laura Rivkin. Poseo recorte, como decía don Fernando Lázaro Carreter.
domingo, noviembre 06, 2005
Lecturas dramatizadas
Hace unos días se presentó en Madrid el undécimo ciclo de Lecturas Dramatizadas de la SGAE, que se programa desde este mes de noviembre hasta mayo de 2006, cuando se cierra con la lectura de la obra ganadora del Premio Lope de Vega de 2005. En medio, obras de Gemma Rodríguez, que ya ha sido leída, Patricia Pardo, Rosa Molero, Inmaculada Alvear, Miguel Delibes, Suso de Toro, José Monleón, Carlos Toquero..., e Isidro Timón, el director del Gran Teatro de Cáceres, que participa con su obra MUNDOS el 23 de enero de 2006. No sé qué actores pondrán las voces a las palabras de Casiopeo y Neptuno, de Eva y de El Abuelo, personajes de la obra de Isidro, no importa, pero me agrada que estemos tan cerca de ese propósito de mostrar el estado de la dramaturgia española contemporánea. Nuevas voces.
lunes, octubre 31, 2005
Metáfora y novela
He leído Metáfora y novela, el libro de Ricardo Senabre recientemente publicado por la Cátedra Miguel Delibes y el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Valladolid. He apreciado su lectura como si se tratase de una placentera conversación; más bien, como si se tratase de la placentera escucha de alguien que habla. Luego he reparado en que el contenido del libro proviene esencialmente de las lecciones de un curso de doctorado impartido en la City University de Nueva York en octubre de 2004 y que Senabre ha procurado preservar los rasgos orales de su origen y ha prescindido de las notas a pie de página para estimular el placer del texto frente a la fácil erudición. Consigue incitar al que lee, consigue que uno confirme nociones, que recuerde textos y que asienta en su lectura e interpretación, y, sobre todo, logra que uno siga procurando nuevos textos aún no vistos. Deformación de alumno, seguro, que cree seguir escuchando al profesor. Metáfora y novela.
martes, octubre 25, 2005
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (XII)
En la secuencia séptima, el personaje lleva el atadijo de churros humeantes en la mano y, al intentar comerse uno, se quema los labios. Es la segunda vez que se quema en la ciudad. El interventor parece que acaba de nacer. Me recuerda al Adán de EL DIABLO MUNDO, de Espronceda, cuando siente el dolor de la bayoneta del soldado que va a apresarlo. Y me confirma, por consiguiente, lo que dice Simón Viola, que el viajero baja de una realidad, el tren, a otra, la estación, la cantina, la ciudad..., una realidad amarga y doliente. Y es que Adán empieza a conocer el mundo, doliéndose, como el interventor, a partir de una suerte de inocencia.
Leer teatro
Quiero escribir un texto sobre la lectura de teatro, que es como querer escribir sobre el trino de los pájaros las tardes de domingo. Es para una nueva revista, tan nueva que aún no nacida, en la que anda enfrascado un antiguo alumno, Julio César Quesada, con otros compinches. Coincide mi empeño con el envío de una obra teatral escrita por un amigo y de la que pronto habrá noticias. ¿Quién lee teatro fuera de los profesores y los estudiantes con los clásicos? ¿Quién que no sea profesional del ramo? Pido un tiempo —mucho— para reflexionar, a ver si me sale algo —poco—.
viernes, octubre 21, 2005
Hijos de republicanos españoles
Coincidiendo con la lectura de diversas evocaciones de Eduardo Haro Tecglen, el niño republicano, con motivo de su muerte, recibo un libro que me emociona. No sólo por las dedicatorias -tres-, sino, principalmente, por su contenido: Gabrielle García e Isabelle Matas, La mémoire retrouvée des Républicains espagnols. Paroles d'exilés en Ille-et-Vilaine, Rennes, Éditions Ouest-France, 2005. La primera parte, por Gabrielle García, es la crónica de aquel desgarro personalizado en un grupo de republicanos, desde su salida de España hasta su llegada a Ille-et-Vilaine y su participación en la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. La segunda parte, por Isabelle Matas, reúne los testimonios de los hijos de aquellos republicanos, entre ellos el de Mariano Otero, pintor y presidente del Centro Cultural Español de Rennes, hijo del periodista y escritor extremeño Antonio Otero Seco. El libro va prologado por Francisco Espinosa Maestre.
Javier Pastor
"Javier Pastor nació en Madrid en 1962". Es el texto de la solapa de FRAGMENTA, de Javier Pastor (Barcelona, Lumen, "Palabra en el Tiempo", 266, 1999). Nada más. Desde luego, no hay por dónde cogerlo. En Madrid, claro. Y en 1962, el año en que yo nací. Entre mis amigos escritores, y entre los escritores conocidos que no son mis amigos, no encuentro a nadie que haya hecho cosa parecida. Me lo recomendó un amigo escritor conocido. Y FRAGMENTA me gusta. Qué cosas.
Leo
Un amigo hace unas semanas me dejó en casa un montón de folios distribuidos en cuatro cuadernos de anillas con sus textos. Hago lo que puedo, es decir, leo cuanto puedo. Confieso que no puedo dejar de hacer lo que me da la vida y el sentimiento, lo que me da de comer y lo que urge, y mi ritmo de lectura de los textos de mi amigo deja mucho que desear; y sé, también, que mi amigo sabe que lo suyo puede esperar, sin agravios. Me gusta, a mi ritmo, pues, hojear esos folios distribuidos por títulos dispares, y que, a pesar, parecen salir de una misma pulsión. Mucha literatura en tanta literatura, y me agrada. Un recuerdo a Jules Renard: "Es más que suficiente para un hombre cuando, a lo largo de su jornada, ha leído un periódico, ha escrito una carta y no ha hecho daño a nadie." Gracias, amigo por agobiarme con tus textos.
lunes, octubre 17, 2005
La menos mala y el más malo
A mi admirado Juan Marsé le adjudican en el periódico el calificativo de "oveja negra". El finalista del último Premio Planeta, Jaime Bayly, dice que le gusta esa actitud de Marsé de "viejo cascarrabias". Lástima que se frivolice y que se trivialice lo que podría ser un interesante debate literario o de sociología literaria. Superada la polémica en torno a los dos novelas menos malas presentadas al premio, algunos están intentando saber qué titulos pasaron el penúltimo corte y quedaron por debajo de las dos novelas menos malas. Cosas del subsuelo.
Galdós
"Cuando el favor desmaye y observe yo en el inmenso semblante asomos de ceño o de cansancio, me dejaré caer poco a poco del lado de la oscuridad, hasta quitarme de en medio completamente, siempre con la debida reverencia." Así cierra Benito Pérez Galdós el prólogo, fechado en noviembre de 1885, para la edición ilustrada de sus Episodios nacionales de ese año. El "inmenso semblante" es el del público, "el único poderoso de la tierra, cuya munificencia no tiene límites y cuyos dones se pueden admitir siempre sin ofensa del decoro, porque es el único que sabe y puede ser Mecenas en los tiempos que corren."
domingo, octubre 16, 2005
Condicional simple
"Si estuvieras conmigo te diría, si tú quisieras, que muero por verte y que me agarra el miedo de llegar a viejo lamentando haber dejado escapar a una mujer como tú. Te diría...
Te cantaría, si supiese, aquello de Lucha Reyes, que por un amor me desvelo y vivo apasionado, que sufre mi pecho que late tan sólo por ti
Buscaría por todos los lugares un rastro de ti hasta encontrarte.
Ni señas, ni besos, ni palabras, ni nada, pura sombra, nada."
(Copiado, con el título de "Condicional simple" de una pantalla de ordenador que se apagó poco después de la palabra "nada")
Te cantaría, si supiese, aquello de Lucha Reyes, que por un amor me desvelo y vivo apasionado, que sufre mi pecho que late tan sólo por ti
Buscaría por todos los lugares un rastro de ti hasta encontrarte.
Ni señas, ni besos, ni palabras, ni nada, pura sombra, nada."
(Copiado, con el título de "Condicional simple" de una pantalla de ordenador que se apagó poco después de la palabra "nada")
sábado, octubre 15, 2005
El escritor y lo escrito
Esta mañana he creído leer uno de esos microgramas de Robert Walser de los que habla Vila Matas en su última novela. Ha sido en una lectura peripatética en un piso alto del Palacio de la Diputación de Badajoz. Una sala llena de 137 piezas que optaban al premio de poesía experimental convocado por esa institución, que creo es uno los pocos vigentes, como que cada año crece en convocatoria. Allí, nos hemos fotografiado con alguien importante, muy importante.
Para debatir: ¿es perceptible la crispación del escritor en lo escrito cuando lo escrito es amable y apacible?
Para debatir: ¿es perceptible la crispación del escritor en lo escrito cuando lo escrito es amable y apacible?
lunes, octubre 10, 2005
Maurizio Catani
Me llamó mi hermano José María anteayer para darme la noticia de la muerte de Maurizio Catani. No quería que me enterase por el periódico, al que Chano Fernández y él habían enviado una nota necrológica. Murió el día 3 en París. Nació en Roma en 1937. Y pasó mucho tiempo en Extremadura, y mucho, últimamente, en casa de mi hermano y de Eva, donde más trato tuvimos. Le conocí en Cáceres, cuando su interés principal eran Las Hurdes, con María José Vega, de quien me acuerdo ahora porque no sé si sabe de la muerte de Maurizio. Pero le conocí mejor por su presencia en Zafra, participando en las reuniones de amigos o en encuentros familiares en los que él, como inquilino y amigo, asistía con interés de antropólogo a veces. De Zafra a Roma. Porque en mi ciudad natal me dejó las llaves de la casa de su ciudad natal, Roma, en donde Carmen y yo pasamos diez días inolvidables. Por la ciudad, por el calor insoportable de aquellos días y por el privilegio de su generosidad al ofrecernos su espacio, y sus libros.
viernes, octubre 07, 2005
Letras de Humanidad
Se llama así la espléndida colección dirigida por Gonzalo Pontón Gijón de Editorial Crítica y que ha publicado títulos de ineludible referencia, bien por su novedad como versión española, y es el caso del estudio clásico de Anthony Close La concepción romántica del Quijote, o por su novedad entera, o casi, como es el libro Investigaciones literarias. Modernidad, historia de la literatura y modernismos, de Nil Santiáñez. Un libro éste que por fas o por nefas no pude incluir en mis notas de mi mustio Laurel hoy, pero que merece atención por lo confirmativo que es para un texto que alguien vuelva sobre él, que alguien lo someta a relectura y a consulta. Ahora, concretamente, por las notas que contiene sobre el naturalismo. Yo sé poco, pero esta colección es de lo mejor que se está haciendo en el campo de los estudios literarios.
Además, es agradable que la dedicatoria sea para Victoria Pineda, de quien se dicen cosas merecidas en el Prefacio. Sólo falta una, su discreción, en todas sus acepciones, que no son pocas.
Además, es agradable que la dedicatoria sea para Victoria Pineda, de quien se dicen cosas merecidas en el Prefacio. Sólo falta una, su discreción, en todas sus acepciones, que no son pocas.
jueves, octubre 06, 2005
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (XI)
Tomé la decisión de llevar a estas páginas electrónicas estas notas sobre mis lecturas de Paradoja del interventor para dar un sentido práctico a este cuaderno de bitácora de contenido principalmente literario. Un cuaderno cuya manuatención está reñida con mi 'usus scribendi', tan lento e inseguro que lejos de ser materia de estudio algún día lo será de diagnosis patológica. Una decisión feliz, por la calidad de la novela objeto de mis lecturas y porque me muestra una experiencia hasta el momento no conocida; a saber, la de establecer un diálogo por escrito con otros lectores —y entre éstos se encuentra, obviamente y por fortuna, el autor de la novela—, un diálogo que se da al tiempo que avanza mi ojeo crítico sobre la obra. Se trata de una nueva forma de bibliografía crítica —a la que tan acostumbrados estamos algunos estudiantes— y un nuevo uso de ella.
En tanto llego con mis notas al lugar preciso, y aluda a la lectura —bibliografía— de un lector tan cualificado como Manuel Simón Viola, quede aquí un ejemplo de proposición especulativa que dice algo de Paradoja. Página 14: “Así como la evidencia de que los efectos tengan causas racionales o científicas no proporciona ningún tipo de felicidad universal y así como la comprobación de que los errores tengan una explicación tampoco produce consuelo alguno al damnificado, salvo, acaso, la exculpación del agente, así vio el viajero el resquicio de luz en la ventanilla, como una burla del destino.” Los dos niveles del relato, la especulación sobre la trama o ausencia de trama, y la trama —o su negación— propiamente dicha, que se ve con claridad en lo que hay inmediatamente después del punto tras “destino”: “¿Cuándo hay más trenes?, preguntó entonces al camarero.”
Parece como si estuviésemos ante dos propuestas novelescas. La teoría del conocimiento y la práctica del relato. "Nihil novum sub sole", pero tan interesante como suficiente para que un lector ávido de historias abandone la lectura porque nunca entenderá a qué diablos viene tanto rodeo para expresar la desolación del personaje que ha perdido el tren; y suficiente para que otro tipo de lector... ¿Otro tipo de lector?
En tanto llego con mis notas al lugar preciso, y aluda a la lectura —bibliografía— de un lector tan cualificado como Manuel Simón Viola, quede aquí un ejemplo de proposición especulativa que dice algo de Paradoja. Página 14: “Así como la evidencia de que los efectos tengan causas racionales o científicas no proporciona ningún tipo de felicidad universal y así como la comprobación de que los errores tengan una explicación tampoco produce consuelo alguno al damnificado, salvo, acaso, la exculpación del agente, así vio el viajero el resquicio de luz en la ventanilla, como una burla del destino.” Los dos niveles del relato, la especulación sobre la trama o ausencia de trama, y la trama —o su negación— propiamente dicha, que se ve con claridad en lo que hay inmediatamente después del punto tras “destino”: “¿Cuándo hay más trenes?, preguntó entonces al camarero.”
Parece como si estuviésemos ante dos propuestas novelescas. La teoría del conocimiento y la práctica del relato. "Nihil novum sub sole", pero tan interesante como suficiente para que un lector ávido de historias abandone la lectura porque nunca entenderá a qué diablos viene tanto rodeo para expresar la desolación del personaje que ha perdido el tren; y suficiente para que otro tipo de lector... ¿Otro tipo de lector?
miércoles, octubre 05, 2005
Un nuevo curso
El sábado me asomé al balcón y lo vi acercarse. Venía lleno de polvo y fatigado, no como todos los años, maqueado y fresco. Ayer, hace unas pocas horas, lo he vivido de verdad, y no es para tanto. Le he ayudado a quitarse el polvo y he procurado todo para que descanse. Así las cosas, vuelve a ser grato el comienzo. Parece que les llega cuando digo que nos vamos a ver en estas horas para hablar de literatura. Saben ya que así lo siento.
martes, octubre 04, 2005
Un abracito grande
Un abracito grande. Así se despide en sus cartas electrónicas mi amigo José Antonio Zambrano, que a medida que cumple años gana en ternura para los que lo rodean y en brillantez y sutileza para su obra poética. Me gusta el oxímoron de su despedida. Dice mucho.
viernes, septiembre 30, 2005
Francisco Ayala
"Toda una vida de escritor". Así han titulado en El País de hoy el discurso pronunciado ayer por Francisco Ayala al recibir de los editores madrileños el Premio Antonio de Sancha. Dice Ayala que no le ha sido dado otro medio de realizarse en función del mundo que le tocó vivir si no es a través de la letra impresa. El espacio natural de este hombre ha sido y es el espacio de la realidad acotado por los libros. Casi cien años de una vida intransferible e inalcanzable, la de Ayala; pero resulta tan cercano y asumible su sentir... Una modesta aspiración nos hará mejores.
domingo, septiembre 25, 2005
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (X)
La G del nombre del autor Hidalgo Bayal es la misma que la del segundo apellido de Benito Pérez. Sus respectivas y respetadas actitudes ante la figura del narrador son tan hermanables...
sábado, septiembre 24, 2005
Dia sin roces
Al día sin coches contesto con el día sin roces, pero sin obligar a nadie, sin cortar las vías principales.
miércoles, septiembre 21, 2005
Enhorabuena
A Álvaro Valverde, nuevo director de la Editora Regional de Extremadura. Me alegro mucho.
Hace pocos días comentaba yo en círculos cercanos que un gran homenaje a Fernando Pérez sería el nombramiento como su sustituto de un amigo, que supiese continuar la labor desarrollada. Álvaro hace verdad ese deseo.
Es una buena noticia que el autor de un poema como "Torre Tavira" siga con una tarea entre libros, una garantía.
Felicidades.
Hace pocos días comentaba yo en círculos cercanos que un gran homenaje a Fernando Pérez sería el nombramiento como su sustituto de un amigo, que supiese continuar la labor desarrollada. Álvaro hace verdad ese deseo.
Es una buena noticia que el autor de un poema como "Torre Tavira" siga con una tarea entre libros, una garantía.
Felicidades.
sábado, septiembre 17, 2005
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (IX)
Las secuencias que componen PARADOJA DEL INTERVENTOR son relativamente breves. Van desde las tres a las cinco páginas. La mayoría, pues la secuencia 17, sin embargo, la del personaje de Cristo, ocupa ocho páginas. Hay otras secuencias, como la 29, que sólo ocupan dos páginas y pico, o algo menos, como la siguiente, la secuencia número 30, la del plátano, que no llega a las dos páginas de texto. La 39 y la 44 son aún más breves, y quizá ésta, la 44, sea la más breve de toda la novela, treinta y ocho líneas (una página y nueve líneas). Qué digo; hay una, la 33 que sólo tiene veinte líneas. La 61, por el contrario, ocupa siete páginas. La relativa brevedad de las secuencias es un rasgo vinculado a su carácter compacto o macizo. Resulta más visible la solidez de la secuencia si es breve, y no si se prolonga más allá de las diez páginas. Esta disposición sin aristas o arrugas, sin irregularidades o bollos, convierte a la secuencia en una unidad formal en la que todo tiene el mismo valor, como la unidad versal o la estructura tectónica de una estrofa en un poema. El ya aludido texto de la cubierta posterior de la primera edición de la novela de Gonzalo Hidalgo presenta las mismas características. Diríase que se trata de la secuencia número 69.
La división del relato obedece, pues, a la distinción de escenas, cambios de perspectiva, saltos en el espacio y en el tiempo —leves—, avances discursivos..., que simulan una estructura de pensamiento tan inductivo como deductivo, y que a su vez puede acercarse a la reproducción de los trancos de escritura a través de los cuales, como el pensamiento, va avanzando el relato.
La división del relato obedece, pues, a la distinción de escenas, cambios de perspectiva, saltos en el espacio y en el tiempo —leves—, avances discursivos..., que simulan una estructura de pensamiento tan inductivo como deductivo, y que a su vez puede acercarse a la reproducción de los trancos de escritura a través de los cuales, como el pensamiento, va avanzando el relato.
miércoles, septiembre 14, 2005
La lectura
Siguen impresionándome aquellas palabras del heterodoxo Blanco White en sus Cartas de España, que, con introducción de Vicente Llorens y traducción y notas de Antonio Garnica, pueden leerse en Alianza Editorial (LB, 375), cuando habla de la lectura a los catorce años de las obras de Feijoo. Cualquiera diría hoy que estas palabras se refieren a una experiencia así, experiencia que uno puede extrapolar desde el hecho de la lectura de los volúmenes, más de media docena, del benedictino, a la experiencia placentera y formativa de la lectura en general:
“Si el poder de la lámpara maravillosa de Aladino me hubiera conducido al espléndido palacio subterráneo descrito en Las mil y una noches, no habría experimentado el placer que sentí al disfrutar del tesoro espiritual del que me creía entonces dueño. La fuerza física se desarrolla de forma tan gradual que creo serán muy pocos los que puedan gozar al experimentar un súbito comienzo de un nuevo vigor corporal. Pero mi espíritu había vivido como un pajarillo dentro de su nido, sin saber que tenía alas hasta que este maestro inesperado con su audacia la decidió a volar. Partiendo de un estado de vida casi animal, me encontré de repente en posesión de la facultad de pensar, y dudo que mi alma, cuando después de la muerte se levante a un nivel superior de existencia, sea capaz de sentir y utilizar sus nuevos poderes con más intenso deleite.”
Es impresionante. Pero además:
“Es verdad que mis conocimientos estaban limitados a unos cuantos hechos físicos e históricos, pero de repente había aprendido a razonar, a argüir, a dudar. Para sorpresa y alarma de mis buenos familiares en pocas semanas me convertí en un escéptico que, sin poner en dudas las verdades de la religión, no dejaba pasar ninguna de nuestras creencias con el valor que ellos le daban.”
Hay más fuerza y más devoción en estas palabras hacia el causante de ese nuevo vigor, de esa experiencia, que en cualquiera de las oraciones más encendidas en alabanza del Creador, incluso en las de agradecimiento por los bienes recibidos.
“Si el poder de la lámpara maravillosa de Aladino me hubiera conducido al espléndido palacio subterráneo descrito en Las mil y una noches, no habría experimentado el placer que sentí al disfrutar del tesoro espiritual del que me creía entonces dueño. La fuerza física se desarrolla de forma tan gradual que creo serán muy pocos los que puedan gozar al experimentar un súbito comienzo de un nuevo vigor corporal. Pero mi espíritu había vivido como un pajarillo dentro de su nido, sin saber que tenía alas hasta que este maestro inesperado con su audacia la decidió a volar. Partiendo de un estado de vida casi animal, me encontré de repente en posesión de la facultad de pensar, y dudo que mi alma, cuando después de la muerte se levante a un nivel superior de existencia, sea capaz de sentir y utilizar sus nuevos poderes con más intenso deleite.”
Es impresionante. Pero además:
“Es verdad que mis conocimientos estaban limitados a unos cuantos hechos físicos e históricos, pero de repente había aprendido a razonar, a argüir, a dudar. Para sorpresa y alarma de mis buenos familiares en pocas semanas me convertí en un escéptico que, sin poner en dudas las verdades de la religión, no dejaba pasar ninguna de nuestras creencias con el valor que ellos le daban.”
Hay más fuerza y más devoción en estas palabras hacia el causante de ese nuevo vigor, de esa experiencia, que en cualquiera de las oraciones más encendidas en alabanza del Creador, incluso en las de agradecimiento por los bienes recibidos.
martes, septiembre 13, 2005
En este sentido
Es una nota muy antigua. Data del tiempo de cosas como "La ley contempla", ·"En base a" o "El día después". No acuso, pero tengo en mi inventario a académicos, novelistas, poetas, periodistas... Y no tiene importancia. Amenazo con indagar sobre ello, en ese sentido.
lunes, septiembre 12, 2005
Velocidad limitada
Camino del Valle del Nansa, en Cantabria, se encuentra Muñorrodero, un municipio por el que hay que pasar si uno quiere visitar desde la capital la Casona de Tudanca. Al entrar en el pueblo en esa dirección, un cartel con letras grandes es más efectivo que las convencionales señales de tráfico que limitan la velocidad: "DESPACIO COÑO". Ni en la jaquita rucia de don Sabas ni en el tordillo de Marcelo en PEÑAS ARRIBA de Pereda, en automóvil.
Recorrimos aquellos parajes mientras las nubes descargaban una cantidad de agua incomprensible para quienes, como nosotros, no veíamos llover así desde hacía meses.
Recorrimos aquellos parajes mientras las nubes descargaban una cantidad de agua incomprensible para quienes, como nosotros, no veíamos llover así desde hacía meses.
martes, septiembre 06, 2005
Anécdota apócrifa
Un escritor de folletones a Gustavo Adolfo Bécquer:
"-Sería incapaz de escribir poesía. Soy demasiado perezoso."
"-Sería incapaz de escribir poesía. Soy demasiado perezoso."
viernes, septiembre 02, 2005
Juan Goytisolo
El próximo 6 de septiembre, en Cáceres, Juan Goytisolo (Barcelona, 1931), recogerá el Premio Extremadura a la Creación a la mejor trayectoria de escritor iberoamericano, que un jurado presidido por José Saramago le concedió el pasado junio. En las ediciones anteriores, recibieron el premio Eugénio de Andrade, Ernesto Sábato, Rafael Sánchez Ferlosio y Juan Marsé.
La última novela de Juan Goytisolo es Telón de boca (Barcelona, El Aleph Editores, 2003), y comienza con la no-imagen de un personaje insomne. Un personaje insomne y desamparado en una novela espléndida, de senectute, escrita con la lucidez que quepa aplicar a la voluntad de escrutar la noción de la propia inexistencia. Qué novela espléndida.
Un excurso sobre la “no-imagen”. Porque el escritor en ciernes, es decir, Juan Goytisolo a los trece años, ya eludía el enojoso retrato balzaquiano y pegaba en sus escritos imágenes de artistas de cine con el nombre de los personajes de sus aventuras. Los personajes de Juan Goytisolo abren el libro del Poeta, se desorientan en Fez, descargan la vejiga en el lavabo, se instalan cómodamente en París..., pero difícilmente tienen rostro. Véase, si no, su novela La saga de los Marx (Barcelona, Mondadori, 1993), y la página 216 de esa edición y el retrato —la fotografía— de la fiel Lenchen (Helena Demuth), criada de la familia Marx. Y anoto aquí, tomando de la primera entrega de sus “memorias”, o novelas de lo real vivido, Coto vedado: “mi hermana solía comprar las revistas de cine de la época y, para evitarme la monótona y enojosísima descripción de los personajes, había tenido la idea de recortar algunas fotografías de aquéllas y pegarlas a las páginas de mi cuaderno con un simple indicativo de su identidad. Dicho truco —cuyo descubrimiento y uso habría modificado sin duda el arte novelesco de autores tan concienzudos y detallistas como Balzac y Galdós—, me permitía avanzar directamente en las peripecias de la exploración amazónica que describía sin embarazarme con retratos inútiles ni pormenores cargantes.” (Barcelona, Seix Barral, 1985, pág. 118).La elusión del retrato viene de lejos, si no, léase a Sterne y su Tristram Shandy (1760-1767): “Para hacerse usted una idea adecuada de ella,—pida pluma y tinta; —aquí, bien a mano, tiene usted listo el papel. —Tome asiento, señor, y píntela o descríbala a su entero gusto: —tan parecida a su querida como le sea posible, —tan distinta de su mujer como le permita la conciencia; —a mí me es exactamente igual: —no se preocupe más que de darle gusto a su propia fantasía.” (Laurence Sterne, La vida y las opiniones de Tristram Shandy. Los sermones de Mr. Yorick. Prólogo de Andrew Wright. Traducción y notas de Javier Marías. Madrid, Alfaguara, 1978 (1ª reimpr. 1990, pág. 414).
La última novela de Juan Goytisolo es Telón de boca (Barcelona, El Aleph Editores, 2003), y comienza con la no-imagen de un personaje insomne. Un personaje insomne y desamparado en una novela espléndida, de senectute, escrita con la lucidez que quepa aplicar a la voluntad de escrutar la noción de la propia inexistencia. Qué novela espléndida.
Un excurso sobre la “no-imagen”. Porque el escritor en ciernes, es decir, Juan Goytisolo a los trece años, ya eludía el enojoso retrato balzaquiano y pegaba en sus escritos imágenes de artistas de cine con el nombre de los personajes de sus aventuras. Los personajes de Juan Goytisolo abren el libro del Poeta, se desorientan en Fez, descargan la vejiga en el lavabo, se instalan cómodamente en París..., pero difícilmente tienen rostro. Véase, si no, su novela La saga de los Marx (Barcelona, Mondadori, 1993), y la página 216 de esa edición y el retrato —la fotografía— de la fiel Lenchen (Helena Demuth), criada de la familia Marx. Y anoto aquí, tomando de la primera entrega de sus “memorias”, o novelas de lo real vivido, Coto vedado: “mi hermana solía comprar las revistas de cine de la época y, para evitarme la monótona y enojosísima descripción de los personajes, había tenido la idea de recortar algunas fotografías de aquéllas y pegarlas a las páginas de mi cuaderno con un simple indicativo de su identidad. Dicho truco —cuyo descubrimiento y uso habría modificado sin duda el arte novelesco de autores tan concienzudos y detallistas como Balzac y Galdós—, me permitía avanzar directamente en las peripecias de la exploración amazónica que describía sin embarazarme con retratos inútiles ni pormenores cargantes.” (Barcelona, Seix Barral, 1985, pág. 118).La elusión del retrato viene de lejos, si no, léase a Sterne y su Tristram Shandy (1760-1767): “Para hacerse usted una idea adecuada de ella,—pida pluma y tinta; —aquí, bien a mano, tiene usted listo el papel. —Tome asiento, señor, y píntela o descríbala a su entero gusto: —tan parecida a su querida como le sea posible, —tan distinta de su mujer como le permita la conciencia; —a mí me es exactamente igual: —no se preocupe más que de darle gusto a su propia fantasía.” (Laurence Sterne, La vida y las opiniones de Tristram Shandy. Los sermones de Mr. Yorick. Prólogo de Andrew Wright. Traducción y notas de Javier Marías. Madrid, Alfaguara, 1978 (1ª reimpr. 1990, pág. 414).
Sobre el poema de José Antonio Zambrano
Sabía que JAZ había enviado su poema a EL PERIODICO EXTREMADURA y le pedí permiso para ponerlo en esta página. Ahora me alegro, dado el trato dado al texto en las cartas al director. Un destrozo que no merece el poema. Claro, a quién se le ocurre. ¡Ay!
miércoles, agosto 31, 2005
Bigardear
Vicky Sherpa (ver entrevista en El País, 24-agosto-05, última) es una maestra gerundense de Ripoll que lleva dieciocho años en Nepal enseñando a niños parias, mérito más que suficiente para ocupar esa página del periódico. Para mí lo tiene también que en una de sus respuestas emplee el verbo “bigardear”. Cuando habla de que su madre la metió a trabajar en una peluquería “para que no bigardeara por las calles”. La frase, en su respuesta, va entrecomillada, por lo que se infiere que es de su madre y no de Vicky. Más valor aún, pues ha quedado impresa en la memoria de la hija y ella asume el verbo, lo usa y lo difunde. Jubilosamente meritorio.
Trae el Diccionario de la Academia bigardear. “(De bigardo). intr. coloq. Dicho de una persona: Andar vaga y mal entretenida.” Porque bigardo viene a ser vago, holgazán. Qué borrón del inconmensurable Diccionario de Manuel Seco, que trae el adjetivo y no el verbo. Pero el Tesoro de Covarrubias (¡qué tesoro para leerlo como el que lee un cómic, de viñeta en viñeta, de punta a rabo!) pone las cosas en su sitio sobre bigardo diciendo que es “Término injurioso, del qual la gente mal considerada suele usar quando trata con irreverencia a algun religioso, y no saben lo que dizen, ni lo consideran. Traxo origen de los begardos, frayles de la orden de San Francisco tercerones, dicho en Italia a los fraticelos y en latín fratres de paupere vita.[…]” Y de ahí, como el que no quiere la cosa, “bigardear”, porque “bigardo” también era el fraile desenvuelto y de vida libre. Ahí no para todo, pues es palabra y definición casi repetidas en el repertorio de don Sebastián de Covarrubias por distinta grafía (b/v). Sorprendente, como siempre, este diccionario que tiene casi cuatrocientos años. Dieciocho lleva fuera de España Vicky Sherpa, esa maestra gironesa de Ripoll que enseña a niños parias en Nepal y a la que su madre metió a trabajar en una peluquería para que no bigardeara.
Trae el Diccionario de la Academia bigardear. “(De bigardo). intr. coloq. Dicho de una persona: Andar vaga y mal entretenida.” Porque bigardo viene a ser vago, holgazán. Qué borrón del inconmensurable Diccionario de Manuel Seco, que trae el adjetivo y no el verbo. Pero el Tesoro de Covarrubias (¡qué tesoro para leerlo como el que lee un cómic, de viñeta en viñeta, de punta a rabo!) pone las cosas en su sitio sobre bigardo diciendo que es “Término injurioso, del qual la gente mal considerada suele usar quando trata con irreverencia a algun religioso, y no saben lo que dizen, ni lo consideran. Traxo origen de los begardos, frayles de la orden de San Francisco tercerones, dicho en Italia a los fraticelos y en latín fratres de paupere vita.[…]” Y de ahí, como el que no quiere la cosa, “bigardear”, porque “bigardo” también era el fraile desenvuelto y de vida libre. Ahí no para todo, pues es palabra y definición casi repetidas en el repertorio de don Sebastián de Covarrubias por distinta grafía (b/v). Sorprendente, como siempre, este diccionario que tiene casi cuatrocientos años. Dieciocho lleva fuera de España Vicky Sherpa, esa maestra gironesa de Ripoll que enseña a niños parias en Nepal y a la que su madre metió a trabajar en una peluquería para que no bigardeara.
Un poema de José Antonio Zambrano
JUEGO DE VOZ
Para Fernando T. Pérez,
después.
Jugando está la noche con la nada;
aquí después de todo, todo ha sido
un duelo de esperanza en lo vivido
y una sed de labores, casi nada.
No es perdón esta voz, es sólo nada,
tiempo de cuna y hambre pervivido
entre la soledad de lo nacido
y la sed de lo ancho por la nada.
Jamás pisó la voz tanto cuidado,
ni jamás la decencia fue tendida
como alma a secar por lo cansada.
Nunca palpar tu luz quiso la vida,
siempre el destino a paso descuidado
y en mi pesar y en tu pesar la nada.
Para Fernando T. Pérez,
después.
Jugando está la noche con la nada;
aquí después de todo, todo ha sido
un duelo de esperanza en lo vivido
y una sed de labores, casi nada.
No es perdón esta voz, es sólo nada,
tiempo de cuna y hambre pervivido
entre la soledad de lo nacido
y la sed de lo ancho por la nada.
Jamás pisó la voz tanto cuidado,
ni jamás la decencia fue tendida
como alma a secar por lo cansada.
Nunca palpar tu luz quiso la vida,
siempre el destino a paso descuidado
y en mi pesar y en tu pesar la nada.
sábado, agosto 27, 2005
Página nueva para Fernando T. Pérez
He anotado en mi cuaderno noticia de la muerte de Fernando Pérez. A las pocas horas, poquísimas, de ocurrir, y en página nueva. Página nueva para Fernando. Página nueva para Fernando T. Pérez. Página nueva. Una página nueva de mi cuaderno. Para Fernando. Página nueva. Para anotar su muerte. Página nueva. Fernando. Noticia de su muerte. Ocupado en lo suyo, hablar de él, no he hecho otra cosa que este título: Página nueva para Fernando T. Pérez.
martes, agosto 23, 2005
Quijotada
Empieza uno aceptando hablar sobre la recepción crítica del Quijote en el siglo XVIII para un curso y acaba, además de trabajando en las tardes de agosto, reencontrándose con lecturas y noticias sobre la novela cervantina que desgranan infinitas sugerencias sobre el mundo, sobre el arte, sobre la historia y sobre la literatura.
Recuerdo una mañana, también de agosto, hace unos cuantos años, en Palma de Mallorca a Perfecto E. Cuadrado, a la sazón decano de la Facultad de Filosofía y Letras, que es como un sabio renacentista con un toque abacial sólo contrariado aquella mañana por los pantalones cortos y por el ritmo vivace que impone a sus movimientos y resoluciones. Perfecto me regaló unos cuantos libros. Entre ellos, el que recogía el Primer convivio internacional de “locos amenos”, que se publicó con el título de Desviaciones lúdicas en la crítica cervantina (Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca y Universitat de les Illes Balears, 2000). Ahora que vuelvo sobre aquel libro, el orden alfabético de autores que organiza las aportaciones me permite reunir en unas pocas páginas a gente cercana y conocida, como Francisco Aguilar Piñal, uno de los padres del dieciochismo español, académico, poeta —le debo carta por su sonetos neoclásicos a los cuadros del Museo del Prado, sí, sonetos clásicos a algunas obras fundamentales del Prado—, como Julián Bravo Vega, compañero de mesa sin mantel en Zaragoza en unas llevaderas, dentro de lo malo, pruebas de habilitación de profesores titulares de Universidad, sí; como Isabel Castells, mi enigmática amiga en La Laguna, mi enigmática, Irma Vell, sí; o como Juan Bautista Avalle Arce, insigne cervantista, único del grupo que no conozco en persona, cuyo texto leo con regocijo. Se trata de una crónica sobre la estrambótica aventura cervantista de don Feliciano Ortego, que llegó a publicar, nada más y nada menos que en Editorial Seix de Barcelona (¿o de Palencia?) un libro bajo el título de La restauración del Quijote. Estudio comparativo de varias ediciones y sus respectivas notas con un ejemplar de la de 1605 impresa por Juan de la Cuesta que contiene anotaciones, acotaciones y correcciones de puño y letra de Cervantes en los márgenes y cuerpo de la impresión. El tal Ortego poseía un ejemplar de la primera edición de la novela que decía contenía anotaciones y correcciones de puño y letra de Cervantes. Su suposición hizo desviarse a don Marcelino Menéndez y Pelayo en uno de sus viajes desde Madrid a Santander para ver el ejemplar. El resultado lo cuenta con gracia Avalle-Arce. Francisco Rico se refiere a Ortego en su edición y, creo, a esos “dilettanti incontrolados”.
Recuerdo una mañana, también de agosto, hace unos cuantos años, en Palma de Mallorca a Perfecto E. Cuadrado, a la sazón decano de la Facultad de Filosofía y Letras, que es como un sabio renacentista con un toque abacial sólo contrariado aquella mañana por los pantalones cortos y por el ritmo vivace que impone a sus movimientos y resoluciones. Perfecto me regaló unos cuantos libros. Entre ellos, el que recogía el Primer convivio internacional de “locos amenos”, que se publicó con el título de Desviaciones lúdicas en la crítica cervantina (Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca y Universitat de les Illes Balears, 2000). Ahora que vuelvo sobre aquel libro, el orden alfabético de autores que organiza las aportaciones me permite reunir en unas pocas páginas a gente cercana y conocida, como Francisco Aguilar Piñal, uno de los padres del dieciochismo español, académico, poeta —le debo carta por su sonetos neoclásicos a los cuadros del Museo del Prado, sí, sonetos clásicos a algunas obras fundamentales del Prado—, como Julián Bravo Vega, compañero de mesa sin mantel en Zaragoza en unas llevaderas, dentro de lo malo, pruebas de habilitación de profesores titulares de Universidad, sí; como Isabel Castells, mi enigmática amiga en La Laguna, mi enigmática, Irma Vell, sí; o como Juan Bautista Avalle Arce, insigne cervantista, único del grupo que no conozco en persona, cuyo texto leo con regocijo. Se trata de una crónica sobre la estrambótica aventura cervantista de don Feliciano Ortego, que llegó a publicar, nada más y nada menos que en Editorial Seix de Barcelona (¿o de Palencia?) un libro bajo el título de La restauración del Quijote. Estudio comparativo de varias ediciones y sus respectivas notas con un ejemplar de la de 1605 impresa por Juan de la Cuesta que contiene anotaciones, acotaciones y correcciones de puño y letra de Cervantes en los márgenes y cuerpo de la impresión. El tal Ortego poseía un ejemplar de la primera edición de la novela que decía contenía anotaciones y correcciones de puño y letra de Cervantes. Su suposición hizo desviarse a don Marcelino Menéndez y Pelayo en uno de sus viajes desde Madrid a Santander para ver el ejemplar. El resultado lo cuenta con gracia Avalle-Arce. Francisco Rico se refiere a Ortego en su edición y, creo, a esos “dilettanti incontrolados”.
Poesía buena
Reconozco que me costó bien poco trabajo elegir dos ejemplos de poesía y bondad en mi biblioteca. Fui directamente a uno, al libro de Luciano Feria, porque creo que su poesía merece ser leída (¿o es al contrario?: que merecemos leer cosas así), y el orden alfabético me puso delante de los ojos el visible tomo naranja de Luis Feria. La mejor literatura es la anónima, creo que alguien ha dicho. No es así. Es que la anonimia le viene bien a la creación artística. Y a la recepción de lo artístico. Un poema malo sin firma seguirá siendo un poema malo. Sí, Daniel Casado, así es. Lo que yo quería decir es eso. La poesía, buena, está por encima de todas esas maldades. Y la literatura ajena al personaje. Siempre. Pero, hoy por hoy, estoy seguro de que una excelente novela no tendría el mismo éxito si su autora —porque aquí, el supuesto es que sea una mujer la que escribe— decidiese mantenerse en el anonimato. Estoy seguro. Un editor intentaría convencer a la autora para que desvelara su nombre, saliese fotografiada en los periódicos y concediese entrevistas. Al final, la anonimia podría convertirse en una mina.
sábado, agosto 20, 2005
A Russell P. Sebold
El interés por España de los que no son de aquí siempre ha propiciado mi admiración. Más que por el objeto, por la actitud interesada y generosa de afanarse en el aprendizaje de la lengua, de las costumbres, y en el conocimiento de las gentes de un país distinto. Fundamentalmente, conozco esto por filólogos hispanistas. Y suele ocurrir que su interés y amor por España nos enseña más que nuestro conocimiento directo o nuestra acomplejada autoctonía. Así he conocido mucho de mi propio entorno, desde una excelente y mítica casa de comidas de Madrid, pasando por algunas buenas librerías de viejo, hasta, sobre todo, la necesidad de mirar lo propio sin complejos.
A Russell P. Sebold, catedrático jubilado y emérito de literatura española en la Universidad de Pennsylvania, que nació un 20 de agosto de 1928, buen amigo, buen maestro, le debo la intención —al menos— de tener esa mirada distinta. Él es el autor de libros fundamentales para conocer la literatura española del siglo XVIII. El primer trabajo que yo leí de él me lo recomendó —me ‘obligó’ a leerlo en su asignatura— Jesús Cañas, y fue un artículo publicado en Papeles de Son Armadans, “Contra los mitos antineoclásicos españoles” (1964). Yo tenía dos años; cuando se publicó, claro. Es Académico Correspondiente de la Real Academia Española y de la de Buenas Letras de Barcelona. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante. En 2000, la Universidad de Salamanca le concedió el premio “Elio Antonio de Nebrija” a la mejor trayectoria del hispanismo. Es el padre de la novelista Alice Sebold y es un buen amigo de Santiago Castelo. Fue el director durante casi treinta años de la prestigiosa revista Hispanic Review. “Hondo lector y crítico maduro” y “castizo en español” le llamó Francisco Rico en un soneto. Sebold es alguien que es capaz de sacar poesía y utilidad trascendente, además de Rafael Morales, más o menos, al hecho de sacar la basura todos los días. Alguien que dice que nació a los quince años, que es a la edad que emprendió el estudio del español, una “aventura cultural”, como él la llama. Un tipo curioso y un sabio cordial. Qué alegría poder felicitarle por escrito en esta página en su cumpleaños. 77 tacos.
A Russell P. Sebold, catedrático jubilado y emérito de literatura española en la Universidad de Pennsylvania, que nació un 20 de agosto de 1928, buen amigo, buen maestro, le debo la intención —al menos— de tener esa mirada distinta. Él es el autor de libros fundamentales para conocer la literatura española del siglo XVIII. El primer trabajo que yo leí de él me lo recomendó —me ‘obligó’ a leerlo en su asignatura— Jesús Cañas, y fue un artículo publicado en Papeles de Son Armadans, “Contra los mitos antineoclásicos españoles” (1964). Yo tenía dos años; cuando se publicó, claro. Es Académico Correspondiente de la Real Academia Española y de la de Buenas Letras de Barcelona. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante. En 2000, la Universidad de Salamanca le concedió el premio “Elio Antonio de Nebrija” a la mejor trayectoria del hispanismo. Es el padre de la novelista Alice Sebold y es un buen amigo de Santiago Castelo. Fue el director durante casi treinta años de la prestigiosa revista Hispanic Review. “Hondo lector y crítico maduro” y “castizo en español” le llamó Francisco Rico en un soneto. Sebold es alguien que es capaz de sacar poesía y utilidad trascendente, además de Rafael Morales, más o menos, al hecho de sacar la basura todos los días. Alguien que dice que nació a los quince años, que es a la edad que emprendió el estudio del español, una “aventura cultural”, como él la llama. Un tipo curioso y un sabio cordial. Qué alegría poder felicitarle por escrito en esta página en su cumpleaños. 77 tacos.
viernes, agosto 19, 2005
Poesía y bondad
A Santos Domínguez, a quien debo este escritorio.
Poesía y bondad, siempre. ¿Qué bondad? La de la poesía de Luis Feria, por ejemplo (ver su Obra poética y cuentos en Pre-Textos, 2000), y la de Luciano Feria (ver su De la otra ribera en Los Libros del Oeste, 2004). Por ejemplo.
Poesía y bondad, siempre. ¿Qué bondad? La de la poesía de Luis Feria, por ejemplo (ver su Obra poética y cuentos en Pre-Textos, 2000), y la de Luciano Feria (ver su De la otra ribera en Los Libros del Oeste, 2004). Por ejemplo.
Isaac Rosa y Julio Cortázar
En el discurso de recepción del Premio Rómulo Gallegos Isaac Rosa ha defendido la figura de Julio Cortázar en unos términos muy concordantes con el espíritu de este cuaderno de bitácora titulado Pura tura. El homenaje a Cortázar no debe convertir al escritor, como dice Isaac Rosa, en "un peluche literario, una mitología floja y casi adolescente". Algunos escritores, continúa el novelista de El vano ayer, en cuya obra es reconocible la huella cortazariana, "se alejan de él, se lo sacuden como caspa de los hombros, quite, quite, Cortázar no es para tanto, yo no tengo nada que ver, mis maestros son otros." Una actitud que propicia la disculpa de quienes sí seguimos admirando la literatura de Cortázar y su compromiso, que quizá, para Isaac Rosa, sea la causa del rechazo hacia el escritor. Pura tura aún no ha salido de Cortázar.
Apellidos
En alguna ocasión me he referido a Galdós en clase como Benito Pérez, por llamar la atención de mi auditorio. Desde que escuché, en Zaragoza —se sintonizaba mal en mi hotel y en mi aparato mi emisora habitual—, a un locutor hablar de Rodríguez —qué vileza— para referirse al Presidente del Gobierno pensé en que pudiera ser tomada como injuriosa la alusión a un apellido corriente, lo que me confirma GHB, a quien doy las gracias, moi aussi. Benito Pérez Galdós. Luis García Montero. Antonio Muñoz Molina. Gabriel García Márquez. Rafael Sánchez Ferlosio. Todos pueden ser víctimas por su apellido.
jueves, agosto 18, 2005
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (VIII)
Una nota ajena que me parece de mucho interés y que agradezco:
"me apetece anotar, desde el recuerdo, que uno conoció la cantina ferroviaria que, es un decir, sirvió de inspiración a Gonzalo para su memorable novela. Existe todavía, aunque está cerrada a cal y canto (con su puerta tapiada).
Allí estuvo el pintor Gutiérrez-Solana como queda reflejado en su libro La España negra.
Si se me permite la licencia, la lectura gana si uno puede situar al protagonista en aquel ámbito intemporal y sombrío, por más que este detalle, gracias a la legendaria solvencia narrativa de Gonzalo, no sea sino eso."
(Álvaro Valverde, "Cantina", 16.8.05, en Blog de Álvaro Valverde)
"me apetece anotar, desde el recuerdo, que uno conoció la cantina ferroviaria que, es un decir, sirvió de inspiración a Gonzalo para su memorable novela. Existe todavía, aunque está cerrada a cal y canto (con su puerta tapiada).
Allí estuvo el pintor Gutiérrez-Solana como queda reflejado en su libro La España negra.
Si se me permite la licencia, la lectura gana si uno puede situar al protagonista en aquel ámbito intemporal y sombrío, por más que este detalle, gracias a la legendaria solvencia narrativa de Gonzalo, no sea sino eso."
(Álvaro Valverde, "Cantina", 16.8.05, en Blog de Álvaro Valverde)
domingo, agosto 14, 2005
Pasatiempo
Tengo que escribir algo sobre la reseña que se ha publicado en BABELIA sobre la última novela de Eugenio Fuentes, y también sobre la errata en el pie de foto de la serie sobre la novela más conocida de Leopoldo Alas en el mismo sitio en el que se ha publicado una entrevista con Antonio Franco, el director del MEIAC, sobre lo que debería escribir algo. No sé si me doy a entender. Y si es necesario que escriba algo sobre esas cosas. Por el momento, dejo aquí las claves para sus correspondencias, y valen dos por objeto: Lamentable. Despropósito. Merecido. Increíble. Correcto.
jueves, agosto 11, 2005
Ada Salas
Gonzalo Hidalgo, cuya literatura visito tanto, escribió que generalmente se encuentra más verdad y más autoridad en las opiniones de los escritores que en las de los críticos. La afirmación no es categórica, y por no serlo, encierra más razón aún. Esto será así hasta que no haya críticos y sean los escritores los que practiquen la crítica, y el poeta hable de los libros de poesía o de las novelas de otros, el novelista de los poemas o de los textos narrativos de otros colegas, el autor de teatro de las obras de teatro de otros compañeros, el director de cine de las películas estrenadas... O todos de sus propias obras. Entonces, quizá el crítico recuperará la autoridad y cierta verdad. Y es porque los escritores no se resisten a explicarse también fuera de su entorno natural. Y cuando lo hacen lo hacen bien, como dice Gonzalo Hidalgo. También, por otro lado, hemos escuchado o leído tantas veces a un creador que él no teoriza, que él crea y que su teoría es su creación...
El último ejemplo que tengo en la mesa de un escritor que se explica es el libro Alguien aquí. Notas acerca de la escritura poética (Madrid, Hiperión, 2005), de Ada Salas. Me gustan estos libros. Breves reflexiones sobre la escritura de alguien que se dedica a ello. Son textos breves, apuntaciones sueltas que iluminan mucho del entorno de la escritura de Ada Salas y de sus libros de poemas. Incorpora tres textos más largos, tres artículos, variaciones más sostenidas del mosaico anterior, pues son tan concordantes con lo leído que uno puede establecer precisas correspondencias: un texto sobre las jarchas, otro sobre la escritura poética como viaje, y el último sobre la “poesía femenina”, el menos luminoso de todos.
Es muy agradable leer un libro así. Y de Ada Salas, que dice “A lo largo del proceso de escritura el momento creador suele ser muy breve, muy fugaz. Concibo este proceso como un prolongado acto de escucha (de mis propias sensaciones, de recuerdos redivivos, del silencio, de la luz, del río subterráneo del pensamiento) al cabo del cual recojo el fruto de unos versos que siento como intensos y que resumen un mensaje que, sin forzar en exceso, va tomando una forma precisa —generalmente por exclusión—, y constituye un poema.” Para quienes leemos desde siempre a Ada, tienen más hondura estas líneas que otras como “La poesía no tiene circunstancias; no es contingencia, es esencia; no es materia, es sustancia; no es atributo, es sujeto.” Éstas, que tienen tanta verdad, no llegan a expresar tan bien la actitud ante lo escrito o por escribir como aquellas, más íntimas.
El último ejemplo que tengo en la mesa de un escritor que se explica es el libro Alguien aquí. Notas acerca de la escritura poética (Madrid, Hiperión, 2005), de Ada Salas. Me gustan estos libros. Breves reflexiones sobre la escritura de alguien que se dedica a ello. Son textos breves, apuntaciones sueltas que iluminan mucho del entorno de la escritura de Ada Salas y de sus libros de poemas. Incorpora tres textos más largos, tres artículos, variaciones más sostenidas del mosaico anterior, pues son tan concordantes con lo leído que uno puede establecer precisas correspondencias: un texto sobre las jarchas, otro sobre la escritura poética como viaje, y el último sobre la “poesía femenina”, el menos luminoso de todos.
Es muy agradable leer un libro así. Y de Ada Salas, que dice “A lo largo del proceso de escritura el momento creador suele ser muy breve, muy fugaz. Concibo este proceso como un prolongado acto de escucha (de mis propias sensaciones, de recuerdos redivivos, del silencio, de la luz, del río subterráneo del pensamiento) al cabo del cual recojo el fruto de unos versos que siento como intensos y que resumen un mensaje que, sin forzar en exceso, va tomando una forma precisa —generalmente por exclusión—, y constituye un poema.” Para quienes leemos desde siempre a Ada, tienen más hondura estas líneas que otras como “La poesía no tiene circunstancias; no es contingencia, es esencia; no es materia, es sustancia; no es atributo, es sujeto.” Éstas, que tienen tanta verdad, no llegan a expresar tan bien la actitud ante lo escrito o por escribir como aquellas, más íntimas.
miércoles, agosto 10, 2005
Óscar Abril
Es muy emocionante leer que Arturo Casado se ha clasificado para la final de 1.500 en el Mundial de Atletismo en Helsinki y que él ya ha cumplido, pase lo que pase. Porque lo que ha hecho (y lo que haga) se lo dedica a su amigo Óscar Abril, muerto en el atentado del 11 de marzo. "Esto es para él y su familia", ha declarado. Es muy emocionante ver en la fotografía del periódico el esfuerzo de un atleta así. Mucho más con su recuerdo emocionado por un amigo que hoy estaría celebrando los logros de este deportista. Qué lástima. Qué emocionante dentro de unas horas en el estadio. Arturo Casado. Óscar Abril.
lunes, agosto 08, 2005
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (VII)
La novela consta de 68 secuencias, capítulos o trozos. La voluntad formal más evidente es que estas secuencias son textos compactos, es decir, una disposición sin puntos y aparte, sin espacios en blanco. Se trata de textos apelmazados, concentrados, macizos, en los que la uniformidad se asegura por la evitación consciente de signos diacríticos, de comillas, de guiones de diálogo, de sangrías...
No debe sorprender esto al lector de Gonzalo Hidalgo. Su novela El cerco oblícuo (Madrid, Calambur, 1993) constaba de treinta capítulos igualmente compactos, aunque en ellos sí se utilizaban comillas y cursivas. Lo mismo se puede decir de Amad a la dama (Gijón, Llibros del Pexe, 2002), que consta de 46 unidades similares en su presentación a las de Paradoja del interventor. Y recordaré también el modo de composición de los nueve trancos y las veintitrés notas de Camino de Jotán (La razón narrativa de Sánchez Ferlosio), publicada también en Los Libros del Oeste en 1994.
P.S.: En la página 151 de a novela de 1993 se mencionaba la aparición de un nuevo libro de Saúl Olúas, con el título de Amo cada coma. El palindromo. Un recuerdo de aquella espléndida obra de GHB.)
No debe sorprender esto al lector de Gonzalo Hidalgo. Su novela El cerco oblícuo (Madrid, Calambur, 1993) constaba de treinta capítulos igualmente compactos, aunque en ellos sí se utilizaban comillas y cursivas. Lo mismo se puede decir de Amad a la dama (Gijón, Llibros del Pexe, 2002), que consta de 46 unidades similares en su presentación a las de Paradoja del interventor. Y recordaré también el modo de composición de los nueve trancos y las veintitrés notas de Camino de Jotán (La razón narrativa de Sánchez Ferlosio), publicada también en Los Libros del Oeste en 1994.
P.S.: En la página 151 de a novela de 1993 se mencionaba la aparición de un nuevo libro de Saúl Olúas, con el título de Amo cada coma. El palindromo. Un recuerdo de aquella espléndida obra de GHB.)
sábado, agosto 06, 2005
La sangre de los fósiles
Es el título del último libro de José María Micó (Barcelona, 1961). Lo he comprado esta mañana (Barcelona, Tusquets Editores, Nuevos Textos Sagrados, Marginales 231, 2005). Es el primer libro de poemas en el que leo un texto dedicado a los atentados del 11-M. Es un poema con el título de "Nombres de Atocha". Otro poema, a manera de tesela, es "Quinto fósil":
Todo el que vive
toma su duración como victoria.
Todo el que vive
toma su duración como victoria.
viernes, agosto 05, 2005
Patrimonio Bibliográfico Español
El Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español está lleno de errores de transcripción en los títulos de las obras. La razón: que no se sigue el cabal "método Moñino". A saber: hacer la ficha del libro con el libro delante. Parece tan sencillo...
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (VI)
La primera vez que aparece la palabra “paradoja” en la novela es la página tercera desde su inicio. La sitúo: “Se trataba, sin duda, de una pequeña compensación por la gratuidad del agua, pero el camarero, que no sabía de sutilezas, preparó el café a conciencia, con parsimonia de cantina, y depositó al cabo del rato sobre el mostrador, de mala gana, una taza mugrienta y humeante en la que el pasajero apreció un aroma desleído, insólito y turbio, como si en aquel anuncio de sabor cálido se concentrara la transparencia amarga de la paradoja.” (pág. 9)
Si volvemos, como escribí, al texto de la cubierta posterior de la primera edición de la novela, leeremos que el título se aviene textualmente a la definición de la palabra ‘paradoja’, ya que el interventor, además de no ser interventor y de que su carácter sea algo paradójico, se mueve en el sinsentido de dos realidades incompatibles, una superficial y otra subterránea, y que el propio relato se sustenta en lo paradójico de montar una acción sobre la no acción.
La taza de café que sirve a nuestro personaje el camarero, un muchacho “enjuto y menudo, de rasgos afilados”, es como un espejo que muestra al personaje su propio destino ; pero también se convierte en el primer parón significativo de esta trama vacía. El narrador no tiene más remedio que contar lo que sucede, con una lentitud que parece exigida por el ambiente. Cuenta poco: cómo el pasajero entra en la cantina, qué hacen los pocos individuos que allí están. Una vez contado esto, escaso, el discurso se detiene, y el narrador invita al lector a reflexionar sobre lo que sucede o no sucede. En primer lugar, la taza de café humeante e hirviente. Un parón, como digo. Poco antes de que ocurra el primer suceso importante de la novela, punto de arranque. La partida del tren y la pérdida del mismo por el viajero, que queda, “como un espantapájaros, con la botella de agua en la mano derecha alzada hacia el cielo y la mano izquierda cayendo hacia el cuerpo como expresión descendente y abatida de la derrota”.
Resumen del argumento: un individuo desciende de un tren en una estación en tránsito y se llega a la cantina a por un poco de agua.
Volvamos a la botella de agua, pues, como decía antes, se trata de un objeto que en su materialidad desempeña una función narrativa clara. Se llena de una razón fundamental, pues el viajero se apea para llenar la botella de agua en la cantina. La presencia en la cantina del supuesto interventor que ha de ordenar la salida del tren le da la confianza que le lleva a pedir el café.
Si volvemos, como escribí, al texto de la cubierta posterior de la primera edición de la novela, leeremos que el título se aviene textualmente a la definición de la palabra ‘paradoja’, ya que el interventor, además de no ser interventor y de que su carácter sea algo paradójico, se mueve en el sinsentido de dos realidades incompatibles, una superficial y otra subterránea, y que el propio relato se sustenta en lo paradójico de montar una acción sobre la no acción.
La taza de café que sirve a nuestro personaje el camarero, un muchacho “enjuto y menudo, de rasgos afilados”, es como un espejo que muestra al personaje su propio destino ; pero también se convierte en el primer parón significativo de esta trama vacía. El narrador no tiene más remedio que contar lo que sucede, con una lentitud que parece exigida por el ambiente. Cuenta poco: cómo el pasajero entra en la cantina, qué hacen los pocos individuos que allí están. Una vez contado esto, escaso, el discurso se detiene, y el narrador invita al lector a reflexionar sobre lo que sucede o no sucede. En primer lugar, la taza de café humeante e hirviente. Un parón, como digo. Poco antes de que ocurra el primer suceso importante de la novela, punto de arranque. La partida del tren y la pérdida del mismo por el viajero, que queda, “como un espantapájaros, con la botella de agua en la mano derecha alzada hacia el cielo y la mano izquierda cayendo hacia el cuerpo como expresión descendente y abatida de la derrota”.
Resumen del argumento: un individuo desciende de un tren en una estación en tránsito y se llega a la cantina a por un poco de agua.
Volvamos a la botella de agua, pues, como decía antes, se trata de un objeto que en su materialidad desempeña una función narrativa clara. Se llena de una razón fundamental, pues el viajero se apea para llenar la botella de agua en la cantina. La presencia en la cantina del supuesto interventor que ha de ordenar la salida del tren le da la confianza que le lleva a pedir el café.
miércoles, agosto 03, 2005
La ciudad en agosto
En Cáceres, un representante cualificado de los hosteleros da una rueda de prensa y dice que en verano la ciudad sólo ofrece piedras y que después de las piedras, la oferta de ocio de la ciudad es una auténtica desgracia. Hablamos del verano en una ciudad de provincia como Cáceres, Patrimonio de la Humanidad. En Cáceres, un representante cualificado del Sr. Alcalde, que está de vacaciones en una ciudad veraniega, del litoral, declara, al hilo de las manifestaciones anteriores del hostelero, que el Ayuntamiento no tiene por qué buscar alternativas de ocio. Debajo de todo se esconde algo parecido a una ampliación de horarios de bares y restaurantes. No entiendo nada.
Ni uno ni otro, seguro, conocen que algunos, como María y Tomás, de la librería Todolibros, están proyectando en verano documentales de interés en las escalinatas de su calle. Al aire libre, y con permiso de la autoridad. Es decir, lo normal, en verano, y en una ciudad como Cáceres, de interior y con piedras, y, a veces, con cuarenta grados, y, a veces, por las noches, sin una considerable bajada de las temperaturas.
Yo le digo al representante del Alcalde, que está de merecidas vacaciones, que el Ayuntamiento sí debe buscar alternativas para el ocio de sus ciudadanos; y al representante de los hosteleros le digo que no es mala fecha el verano, cuando todo el mundo está de vacaciones y la ciudad algo deshabitada, para tener el suficiente sentido común en la organización del ocio de los ciudadanos. Yo, desde luego, no organizaría ningún festival con pretensiones. No sé, algo así, como la modorra estival, la tranquilidad y la falta de crispación. Como María y Tomás, que están mostrando en una calle de Cáceres una parte del mundo.
Ni uno ni otro, seguro, conocen que algunos, como María y Tomás, de la librería Todolibros, están proyectando en verano documentales de interés en las escalinatas de su calle. Al aire libre, y con permiso de la autoridad. Es decir, lo normal, en verano, y en una ciudad como Cáceres, de interior y con piedras, y, a veces, con cuarenta grados, y, a veces, por las noches, sin una considerable bajada de las temperaturas.
Yo le digo al representante del Alcalde, que está de merecidas vacaciones, que el Ayuntamiento sí debe buscar alternativas para el ocio de sus ciudadanos; y al representante de los hosteleros le digo que no es mala fecha el verano, cuando todo el mundo está de vacaciones y la ciudad algo deshabitada, para tener el suficiente sentido común en la organización del ocio de los ciudadanos. Yo, desde luego, no organizaría ningún festival con pretensiones. No sé, algo así, como la modorra estival, la tranquilidad y la falta de crispación. Como María y Tomás, que están mostrando en una calle de Cáceres una parte del mundo.
martes, agosto 02, 2005
La inspiración y el estilo
En este libro de Juan Benet leí que la esencia de toda crítica es que tenga una función descriptiva y didáctica.
domingo, julio 31, 2005
Ricordi d'un viaggio in Sicilia (III)
Nuestra guía, la pequeña y simpática Lucía, nos sorprendió hablando de Góngora y de su Polifemo. A pesar de que uno pueda asumir y reconocer los supuestos discursos aprendidos de los guías y cicerones profesionales y de las imprevisibles consecuencias de cualquier ruptura del guión, en el caso de Lucía fue de agradecer que la introducción a la isla de Sicilia la hiciese a través de los versos de Góngora. Luego supimos que ella es licenciada en Filología Hispánica. Se notaba en sus palabras algo más que un discurso aprendido. Y también la consideración hacia el público por no leer directamente del original gongorino, sino de alguna adaptación, que ni siquiera me sonaba a don Dámaso Alonso. No eran horas, pues, ni público ni medio el de un autobús en marcha para dictarnos a través del micrófono que
"Donde espumoso el mar siciliano
el pie argenta de plata el Lilibeo
(bóveda o de las fraguas de Vulcano,
o tumba de los huesos de Tifeo),
pálidas señas cenizoso un llano
—cuando no del sacrílego deseo—
del duro oficio da. Allí una alta roca
mordaza es a una gruta, de su boca."
Imagino la indiferencia al escuchar algo así, y no la explicación llana e ilustrativa de la simpática Lucía.
"Sicilia, en cuanto oculta, en cuanto ofrece,
copa es de Baco, huerto de Pomona:
tanto de frutas ésta la enriquece,
cuanto aquél de racimos la corona.
En carro que estival trillo parece,
a sus campañas Ceres no perdona,
de cuyas siempre fértiles espigas
las provincias de Europa son hormigas."
Qué fundamento ilustre para aquellos comentarios sobre la riqueza en trigo de Sicilia o sobre los buenos vinos.
"Era Acis un venablo de Cupido,
de un fauno, medio hombre, medio fiera,
en Simetis, hermosa ninfa, habido;
gloria del mar, honor de su ribera."
Y sobre esto la explicación de los nombres de los pueblos que veíamos: Acicastello, Acireale, Acitrezza...
No siempre cuando uno vuelve de vacaciones, aunque sean tan exiguas, se ve impelido a reencontrarse con un clásico como Góngora.
"Donde espumoso el mar siciliano
el pie argenta de plata el Lilibeo
(bóveda o de las fraguas de Vulcano,
o tumba de los huesos de Tifeo),
pálidas señas cenizoso un llano
—cuando no del sacrílego deseo—
del duro oficio da. Allí una alta roca
mordaza es a una gruta, de su boca."
Imagino la indiferencia al escuchar algo así, y no la explicación llana e ilustrativa de la simpática Lucía.
"Sicilia, en cuanto oculta, en cuanto ofrece,
copa es de Baco, huerto de Pomona:
tanto de frutas ésta la enriquece,
cuanto aquél de racimos la corona.
En carro que estival trillo parece,
a sus campañas Ceres no perdona,
de cuyas siempre fértiles espigas
las provincias de Europa son hormigas."
Qué fundamento ilustre para aquellos comentarios sobre la riqueza en trigo de Sicilia o sobre los buenos vinos.
"Era Acis un venablo de Cupido,
de un fauno, medio hombre, medio fiera,
en Simetis, hermosa ninfa, habido;
gloria del mar, honor de su ribera."
Y sobre esto la explicación de los nombres de los pueblos que veíamos: Acicastello, Acireale, Acitrezza...
No siempre cuando uno vuelve de vacaciones, aunque sean tan exiguas, se ve impelido a reencontrarse con un clásico como Góngora.
jueves, julio 28, 2005
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (V)
El personaje es de edad avanzada. Desciende del tren con una botella de cristal verde en la mano. La edad avanzada del personaje parece una referencia que se acopla al aire de degradación del espacio de la novela, la estación casi deshabitada, los perfiles de un pasado heroico, las huellas de un progreso industrial desvanecido, la luz amarilla, el olor herrumbroso... De edad avanzada, pues. Pero lo importante, en mi opinión, es la botella de cristal verde. Me explico: lo importante en términos funcionales, narrativamente hablando. Porque es importante la decrepitud ambiental con la que se inicia la novela, pues se trata de un marco, un marco sin más o un marco marcado y persistente; pero el objeto que lleva en la mano el personaje es una singularidad que en las primeras líneas del texto ya se nutre de una significación dinámica, seguramente aprovechable páginas después.
El objeto funciona al principio en su pura materialidad, pero intuimos un próximo y cierto aislamiento de la realidad y una intelectualización del mismo. Del objeto mimético es posible que pasemos a una abstracción.
El objeto funciona al principio en su pura materialidad, pero intuimos un próximo y cierto aislamiento de la realidad y una intelectualización del mismo. Del objeto mimético es posible que pasemos a una abstracción.
Ricordi d'un viaggio in Sicilia (II)
Catania. La ciudad en la que nació Vincenzo Bellini, el autor de Norma, y de La Sonámbula, su obra más lograda, dicen. Nos quedamos sin ver el Teatro Massimo, uno de los más bellos de Europa, dicen, dedicado al compositor, que también da nombre a los maravillosos jardines en el centro de la ciudad. Vigilada por el Etna, fue devastada en 1693 por un terremoto.
Al sol, en Piazza del Duomo, un mendigo arrodillado pedía limosna sujeto a un cartón en el que justificaba su gesto. Estuve sólo unos instantes junto a él, y al menos tres viandantes se detuvieron para echar alguna moneda en una sucia y pequeña caja sobre el suelo, en la que también había algunos cigarrillos. Incluso algún viandante, un joven con camisa blanca y aspecto amable, se detenía frente al indigente y, después de rascarse el bolsillo con una naturalidad propia del que está delante de una máquina de refrescos, arrojaba su óbolo. Me llamó la atención la hierática postura del mendigo, tan anciano como todos los mendigos sucios y de barba cana, y también la frecuencia de contribuyentes en tan poco espacio de tiempo. Pero sobre todo, las muestras de agradecimiento de aquel hombre cada vez que alguien dejaba su limosna. Un agradecimiento sentido, la expresión educada de una dignidad oculta por aquellas ropas percudidas, el gesto correspondiente de un profesional que sabe que no puede perder, a pesar de todo, la compostura por muy agradecido que esté a quien le ayuda, y que ha de seguir manteniéndose frágilmente de rodillas como un elemento más de una bellísima plaza. Pocos metros antes, en el parque que da entrada a la ciudad desde el puerto, bajo los ojos de un puente, los catanenses juegan a las cartas en mesas y sillas que parecen traídas de las propias casas. Otros, se arremolinan con billetes de euro en las manos apostando por los que lanzan unas monedas al suelo. Como las que recoge el mendigo del Duomo dando por finalizada su jornada laboral; como las que gastamos los turistas en esta bella ciudad de Catania. Quizá dentro de unos años las monedas, los mendigos y los turistas se multipliquen y la ciudad no sea tan llevadera. Ojalá, como todo, que sea sostenible.
Al sol, en Piazza del Duomo, un mendigo arrodillado pedía limosna sujeto a un cartón en el que justificaba su gesto. Estuve sólo unos instantes junto a él, y al menos tres viandantes se detuvieron para echar alguna moneda en una sucia y pequeña caja sobre el suelo, en la que también había algunos cigarrillos. Incluso algún viandante, un joven con camisa blanca y aspecto amable, se detenía frente al indigente y, después de rascarse el bolsillo con una naturalidad propia del que está delante de una máquina de refrescos, arrojaba su óbolo. Me llamó la atención la hierática postura del mendigo, tan anciano como todos los mendigos sucios y de barba cana, y también la frecuencia de contribuyentes en tan poco espacio de tiempo. Pero sobre todo, las muestras de agradecimiento de aquel hombre cada vez que alguien dejaba su limosna. Un agradecimiento sentido, la expresión educada de una dignidad oculta por aquellas ropas percudidas, el gesto correspondiente de un profesional que sabe que no puede perder, a pesar de todo, la compostura por muy agradecido que esté a quien le ayuda, y que ha de seguir manteniéndose frágilmente de rodillas como un elemento más de una bellísima plaza. Pocos metros antes, en el parque que da entrada a la ciudad desde el puerto, bajo los ojos de un puente, los catanenses juegan a las cartas en mesas y sillas que parecen traídas de las propias casas. Otros, se arremolinan con billetes de euro en las manos apostando por los que lanzan unas monedas al suelo. Como las que recoge el mendigo del Duomo dando por finalizada su jornada laboral; como las que gastamos los turistas en esta bella ciudad de Catania. Quizá dentro de unos años las monedas, los mendigos y los turistas se multipliquen y la ciudad no sea tan llevadera. Ojalá, como todo, que sea sostenible.
miércoles, julio 27, 2005
Ricordi d'un viaggio in Sicilia (I)
Es el título de un libro que me he traído de Edmondo De Amicis, un producto turístico. También, en la maleta, un facsímil de andar por casa de la Storia di Sicilia de Pietro Sanfilippo, de 1859. Lo de De Amicis, principalmente, por el recorrido, tan semejante al que hemos hecho: Da Messina a Palermo, da Palermo all'Etna, Catania, Taormina... Y Siracusa, Agrigento, Piazza Armerina, y Acicastello, el pueblo catanense del que era natural una de las víctimas italianas del atentado en Sharm el Sheij. Ayer mismo, en el centro del pueblo, al pie de la iglesia, en la terraza de una gelateria, vi a una mujer que se acercaba y saludaba a un hombre vestido con una camisa negra. Parecía darle el pésame. El contexto y lo leído en los períodicos activaron la imaginación. Acicastello, Acitrezza..., lugares fundacionales al pie del Etna, hoy agradables rincones costeros.
lunes, julio 18, 2005
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (IV)
PARADOJA DEL INTERVENTOR. La primera frase de la novela es: “El interventor llegó a la ciudad en tren una noche de noviembre.” Aparentemente, y la apariencia se basa en que sólo leemos esta primera frase, estamos ante el comienzo de un relato en el que el personaje, el objeto, queda fijado en un cronotopo de arranque. Es decir, contamos con un individuo, el interventor, una ciudad y una noche de noviembre. La novela comienza, a pesar de la fijación, con un escamoteo notorio. El escamoteo afecta al lugar, la ciudad, y al tiempo, pues desconocemos qué ciudad y qué año. De manera que lo importante es el interventor, el personaje, el tren, y la noche de noviembre.
“En aquel momento no era todavía, en modo alguno, el interventor ni había adquirido los derechos o la propiedad del nombre.”
Si en el comienzo de la novela estábamos ante un aparente narrador convencional de una narración convencional que nos situaba a un personaje innominado en un espacio innominado y en un tiempo impreciso pero noviembre, y de noche; ahora estamos ante un narrador que toma conciencia de su condición y de su intervención sobre el personaje, sobre la criatura de ficción que el lector empieza a conocer.
Me hace pensar en los modos de omnisciencia y las falacias artificiosas que han sido los intentos de su evitación. Hay omnisciencias tan decimonónicas como autorreferenciales. Por ejemplo, en La hija del crimen o La prometida de Satanás, de Julián Castellanos y Velasco (Madrid, Viuda de Rodríguez, Casa Editorial, 1886). Esta novela “histórica original” comienza así: “Era una noche de verano del mes de Octubre de 1608.” Pero pocas líneas después, al narrador le da la real gana de hacer una alusión a que en los tiempos del señor duque de Lerma, privado del rey don Felipe III, los habitantes de la corte se recogían muy pronto. Y dice, refiriéndose a esos tiempos: “que es cuando damos principio a este verídico relato.” Me pregunto por qué tiene que justificar esos tiempos cuando ha dado la estación (?), el mes y el año. (Por cierto, como en la novela de Gonzalo Hidalgo, en donde se da la estación y el mes, aunque no el año). Lo más interesante, pues, es que el narrador mira a su propio relato, y lo considera “verídico”. Lo que dice Gonzalo Hidalgo es que en aquel momento al que se refiere su relato el interventor no era todavía, en modo alguno, el interventor. Así, no sólo acciona las expectativas del lector, sino que nos enseña, como el autor de La hija del crimen, sus armas como dueño, señor y primer exégeta de su propia obra.
“En aquel momento no era todavía, en modo alguno, el interventor ni había adquirido los derechos o la propiedad del nombre.”
Si en el comienzo de la novela estábamos ante un aparente narrador convencional de una narración convencional que nos situaba a un personaje innominado en un espacio innominado y en un tiempo impreciso pero noviembre, y de noche; ahora estamos ante un narrador que toma conciencia de su condición y de su intervención sobre el personaje, sobre la criatura de ficción que el lector empieza a conocer.
Me hace pensar en los modos de omnisciencia y las falacias artificiosas que han sido los intentos de su evitación. Hay omnisciencias tan decimonónicas como autorreferenciales. Por ejemplo, en La hija del crimen o La prometida de Satanás, de Julián Castellanos y Velasco (Madrid, Viuda de Rodríguez, Casa Editorial, 1886). Esta novela “histórica original” comienza así: “Era una noche de verano del mes de Octubre de 1608.” Pero pocas líneas después, al narrador le da la real gana de hacer una alusión a que en los tiempos del señor duque de Lerma, privado del rey don Felipe III, los habitantes de la corte se recogían muy pronto. Y dice, refiriéndose a esos tiempos: “que es cuando damos principio a este verídico relato.” Me pregunto por qué tiene que justificar esos tiempos cuando ha dado la estación (?), el mes y el año. (Por cierto, como en la novela de Gonzalo Hidalgo, en donde se da la estación y el mes, aunque no el año). Lo más interesante, pues, es que el narrador mira a su propio relato, y lo considera “verídico”. Lo que dice Gonzalo Hidalgo es que en aquel momento al que se refiere su relato el interventor no era todavía, en modo alguno, el interventor. Así, no sólo acciona las expectativas del lector, sino que nos enseña, como el autor de La hija del crimen, sus armas como dueño, señor y primer exégeta de su propia obra.
Isherwood
“Yo soy como una cámara con el obturador abierto, pasiva, minuciosa, incapaz de pensar. Capto la imagen del hombre que se afeita en la ventana de enfrente y la de la mujer en kimono, lavándose la cabeza. Habrá que revelarlas algún día, fijarlas cuidadosamente en el papel.”
Christopher Isherwood, Adiós a Berlín (Barcelona, Seix Barral, 1967)
Christopher Isherwood, Adiós a Berlín (Barcelona, Seix Barral, 1967)
viernes, julio 15, 2005
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (III)
El reino de la literatura de verdad. Una vez que la novela ya tiene su nueva solapa, diré que este espurreo de notas sin más aspiración que hacer pública una relectura tiene un sentido en la cercanía con el autor de la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR. Una cercanía que este medio incrementa, por la complicidad presente del enlace, aquí a la derecha, y sin que sirva de precedente (lo de ‘a la derecha’, claro). Si yo, sin compromiso alguno, releo y anoto su novela, y él, G.H.B., me observa, me gustaría provocar en él, escolios, pecios, glosas..., a modo de diálogo público. Un guiño.
Otros días, más. Pero no prometo constancia.
Y merezco vacaciones.
Yo releo a mi ritmo.
Otros días, más. Pero no prometo constancia.
Y merezco vacaciones.
Yo releo a mi ritmo.
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (II)
Sin desmerecer, la clarividente y honda explicación de arriba, o sea, abajo —a la que tendré que volver— no provoca el efecto-reclamo expresado. Es, más bien, un texto autorreferencial del mismo tono especulativo que la novela. Dicho de otro modo: la solapa se conjuga con lo que cubre. Como en LARVA, de Julián Ríos. De manera que, como he dicho, yo habría desplazado hacia otro lugar ese texto y lo habría sustituido por una llamada de atención sobre las virtudes de esta novela y sobre la singular y brillante trayectoria de su autor. Algo innecesario después del sábado 3 de julio de 2004, fecha de la publicación en el suplemento BABELIA de EL PAÍS de una reseña de la novela firmada por Rafael Conte, que comenzaba:
“Ojo, lector en singular (hipocresías aparte), he aquí la novela española más importante que he podido leer en los últimos años, no sé si diez o quizá veinte, pues ya estamos aquí fuera del mundo, del mundo editorial, de las listas de novedades, de los libros más vendidos, de los premios y de las academias, de las ceremonias sociales y suplementos culturales, por una vez deberíamos extraernos (salirnos) de nuestras casillas para entrar como se debe (o como se debiera) en el reino de la literatura de verdad, en el universo imperecedero frágil y universal del arte literario sin adherencia alguna. He aquí un libro importante y eso es todo o al menos es la noticia más importante que traigo hoy y que hacía ya demasiado tiempo que no había podido traer para compartir con nadie.”
“Ojo, lector en singular (hipocresías aparte), he aquí la novela española más importante que he podido leer en los últimos años, no sé si diez o quizá veinte, pues ya estamos aquí fuera del mundo, del mundo editorial, de las listas de novedades, de los libros más vendidos, de los premios y de las academias, de las ceremonias sociales y suplementos culturales, por una vez deberíamos extraernos (salirnos) de nuestras casillas para entrar como se debe (o como se debiera) en el reino de la literatura de verdad, en el universo imperecedero frágil y universal del arte literario sin adherencia alguna. He aquí un libro importante y eso es todo o al menos es la noticia más importante que traigo hoy y que hacía ya demasiado tiempo que no había podido traer para compartir con nadie.”
Asperges de notas sobre la novela PARADOJA DEL INTERVENTOR (I)
Si yo hubiese sido el editor de la novela de Gonzalo Hidalgo Bayal, PARADOJA DEL INTERVENTOR (Badajoz, Del Oeste Ediciones, 2004), no habría publicado el texto que va en la cubierta posterior en la cubierta posterior. Habría encargado un texto a un lector avezado, un texto incitativo a la lectura y dejado ése como nota del autor, firmado con sus iniciales, G.H.B., quizá al final de la novela, o al principio, o en una de las solapas.
El texto publicado, sin firma, dice:
“Si por paradoja se entiende, en efecto, según las voces del diccionario o la retórica, toda aserción absurda presentada con apariencia de razonable o toda coexistencia ilógica de cosas cuya incompatibilidad se resuelve por debajo del enunciado, Paradoja del interventor se aviene textualmente a las menudencias de la definición, no sólo porque el interventor del título no sea interventor o porque su única fortaleza sea la mansedumbre, sino también porque se mueve en el sinsentido de dos realidades incompatibles, una superficial y otra subterránea, como un habitante (sin mitologías) de la caverna, y porque, en definitiva, frente a la subordinación necesaria de episodios que exige la lógica narrativa, la desventura se disuelve en la yuxtaposición lineal y aleatoria, entre la inercia y la fatalidad, de una trama vacía.”
El texto publicado, sin firma, dice:
“Si por paradoja se entiende, en efecto, según las voces del diccionario o la retórica, toda aserción absurda presentada con apariencia de razonable o toda coexistencia ilógica de cosas cuya incompatibilidad se resuelve por debajo del enunciado, Paradoja del interventor se aviene textualmente a las menudencias de la definición, no sólo porque el interventor del título no sea interventor o porque su única fortaleza sea la mansedumbre, sino también porque se mueve en el sinsentido de dos realidades incompatibles, una superficial y otra subterránea, como un habitante (sin mitologías) de la caverna, y porque, en definitiva, frente a la subordinación necesaria de episodios que exige la lógica narrativa, la desventura se disuelve en la yuxtaposición lineal y aleatoria, entre la inercia y la fatalidad, de una trama vacía.”
Antonio Otero Seco
Leo algunos poemas de Antonio Otero Seco (Cabeza del Buey, Badajoz, 1905-Rennes, Francia, 1970) fechados en 1939 y 1940 en la cárcel de Porlier (Madrid). Uno de ellos está dedicado a Martín Manzano, alcalde de Móstoles, fusilado en esa cárcel, y algunos de sus versos:
"Me duele el agua clara tranquila de tus ojos,
tu postura de siempre, tu voz de cada día,
tu cigarro sin miedo, tu tranquila conciencia,
tu sonrisa, tu amable despedida sin vuelta."
Sobre este poeta, periodista, crítico literario y profesor, puede leerse el artículo de Francisco Espinosa y Miguel Ángel Lama, "Otero Seco, un escritor extremeño del exilio", en HOY, martes, 29 de marzo de 2005, pág. 57.
"Me duele el agua clara tranquila de tus ojos,
tu postura de siempre, tu voz de cada día,
tu cigarro sin miedo, tu tranquila conciencia,
tu sonrisa, tu amable despedida sin vuelta."
Sobre este poeta, periodista, crítico literario y profesor, puede leerse el artículo de Francisco Espinosa y Miguel Ángel Lama, "Otero Seco, un escritor extremeño del exilio", en HOY, martes, 29 de marzo de 2005, pág. 57.
jueves, julio 14, 2005
Jorge Riechmann
"ESCRIBIR
es colaborar
en la inervación del mundo
en la suavidad del mundo
en el inconcebible camino
que lleva a casa"
De AHÍ TE QUIERO VER (Barcelona, Icaria editorial, 2005)
El libro de Jorge Riechmann va precedido de unas "Líneas para Jorge Riechmann" de Eduardo Milán, y lleva un segundo epílogo que se titula "Epílogo: ciencia, poesía y la noción de AHÍ (cerca de Yves Bonnefoy)" cuya idea no puedo resumir. Tiene tres partes: "Ahí (arte breve)", en donde está el primer epílogo; "De ahí que", con 77 unidades también de arte breve; y "Cincuenta microgramos de platino e iridio", precedida de una nota sobre la pérdida de peso del kilogramo patrón y dividida en varias subsecciones con sugerentes textos. Hay que buscar entre ellos para hacerse una idea. ¿Habré sabido transmitir algo?
es colaborar
en la inervación del mundo
en la suavidad del mundo
en el inconcebible camino
que lleva a casa"
De AHÍ TE QUIERO VER (Barcelona, Icaria editorial, 2005)
El libro de Jorge Riechmann va precedido de unas "Líneas para Jorge Riechmann" de Eduardo Milán, y lleva un segundo epílogo que se titula "Epílogo: ciencia, poesía y la noción de AHÍ (cerca de Yves Bonnefoy)" cuya idea no puedo resumir. Tiene tres partes: "Ahí (arte breve)", en donde está el primer epílogo; "De ahí que", con 77 unidades también de arte breve; y "Cincuenta microgramos de platino e iridio", precedida de una nota sobre la pérdida de peso del kilogramo patrón y dividida en varias subsecciones con sugerentes textos. Hay que buscar entre ellos para hacerse una idea. ¿Habré sabido transmitir algo?
miércoles, julio 13, 2005
Woody Allen
A tres columnas en EL PAÍS (martes, 12 de julio de 2005): “El error de Woody Allen”. Es un artículo de Ignacio Morgado, que es catedrático de Psicobiología del Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Barcelona. Dice Ignacio Morgado que Allen se equivoca cuando dice que el segundo órgano más importante de su cuerpo es el cerebro, porque, en realidad, el principal órgano sexual es el cerebro. Es interesante el texto de Morgado, sobre todo, por la cantidad de interrogantes que plantea.
El artículo me ha predispuesto para reivindicar al director de cine y me he acordado del diálogo de Manhattan(Twentieth Century Fox, 1979), cuando Diane Keaton le dice a Woody:
— “Me siento muy bien contigo”. Y él le responde:
— “No te culpo, ¿sabes?”
El artículo me ha predispuesto para reivindicar al director de cine y me he acordado del diálogo de Manhattan(Twentieth Century Fox, 1979), cuando Diane Keaton le dice a Woody:
— “Me siento muy bien contigo”. Y él le responde:
— “No te culpo, ¿sabes?”
lunes, julio 11, 2005
Principios de novelas
"—El comportamiento de un cadáver en el mar es imprevisible". Así comienza la última novela de Juan Marsé, Canciones de amor en Lolita's Club (Areté, 2005). Siendo bueno, los tiene mejores. Y escribo esto arrodillado y descubierto.
Siempre he tenido un especial interés por los principios de novelas. Me han parecido siempre claves fundamentales para entender todo o mucho de todo. Aludiré a ello mañana en la presentación de dos escritores, Pilar Galán y Eugenio Fuentes, que abren taller literario durante tres días en Jarandilla de la Vera, en los Cursos de Verano de la Universidad de Extremadura. Pilar Galán comenzaba su primera novela, Pretérito imperfecto (De la Luna libros, 2001), con "Muchos años después, ante [...]" Del mismo modo que, con su variante lógica, comenzó el llorado José Antonio Gabriel y Galán su última novela, que, además, se tituló Muchos años después (Alfaguara, 1991), "Muchos años después, frente [...]" Lo mismo que la novela a la que todos homenajean. Y es curioso lo de Galán y lo de Gabriel.
Tengo muy reciente mi afán por insistir en clase hace unos meses sobre la intención de otro principio de novela. El de Entre naranjos de Blasco Ibáñez: "—Los amigos te esperan en el Casino". Contundente. Dice tanto.
Siempre he tenido un especial interés por los principios de novelas. Me han parecido siempre claves fundamentales para entender todo o mucho de todo. Aludiré a ello mañana en la presentación de dos escritores, Pilar Galán y Eugenio Fuentes, que abren taller literario durante tres días en Jarandilla de la Vera, en los Cursos de Verano de la Universidad de Extremadura. Pilar Galán comenzaba su primera novela, Pretérito imperfecto (De la Luna libros, 2001), con "Muchos años después, ante [...]" Del mismo modo que, con su variante lógica, comenzó el llorado José Antonio Gabriel y Galán su última novela, que, además, se tituló Muchos años después (Alfaguara, 1991), "Muchos años después, frente [...]" Lo mismo que la novela a la que todos homenajean. Y es curioso lo de Galán y lo de Gabriel.
Tengo muy reciente mi afán por insistir en clase hace unos meses sobre la intención de otro principio de novela. El de Entre naranjos de Blasco Ibáñez: "—Los amigos te esperan en el Casino". Contundente. Dice tanto.
domingo, julio 10, 2005
Una historia portátil de la literatura abreviada
Mi hija es difícilmente transportable. Cada vez que tengo que desplazarla de un sitio a otro se opone, siempre que no sea suya la decisión. Escribía Vila-Matas cuando hablaba de Marcel Duchamp que un artista portátil es alguien a quien uno puede llevar tranquilamente a cualquier parte. Mi hija podrá llegar a ser artista —a su modo, lo es—, pero, desde luego, portátil, lo que se dice portátil, no.
Durante un tiempo rumié la idea de escribir algo así como una HISTORIA PORTÁTIL DE LA LITERATURA ABREVIADA, como un reflejo en homenaje a la HISTORIA ABREVIADA DE LA LITERATURA PORTÁTIL de Enrique Vila-Matas. Pronto me di cuenta de que no era más que un amago de ingenio. En realidad, si miniaturizar es hacer portátil, tanto da una historia abreviada de la literatura portátil como una historia portátil de la literatura abreviada, y, al cabo, lo que yo pretendía era plagiar a Vila-Matas con un título transpuesto.
Durante un tiempo rumié la idea de escribir algo así como una HISTORIA PORTÁTIL DE LA LITERATURA ABREVIADA, como un reflejo en homenaje a la HISTORIA ABREVIADA DE LA LITERATURA PORTÁTIL de Enrique Vila-Matas. Pronto me di cuenta de que no era más que un amago de ingenio. En realidad, si miniaturizar es hacer portátil, tanto da una historia abreviada de la literatura portátil como una historia portátil de la literatura abreviada, y, al cabo, lo que yo pretendía era plagiar a Vila-Matas con un título transpuesto.
sábado, julio 09, 2005
Relicario
Hace tres meses, en el Congreso de Escritores Extremeños, tuve en mis manos uno de los treinta y ocho ejemplares de una obra de Antonio Gómez, que el propio autor me dejó contemplar. Testigo: Álvaro Valverde. La obra: RELICARIO (Cuenca, Segundo Santos Ediciones, 2005). Una caja de cartón reciclado con un tizón y un texto explicativo e inculpatorio: "Durante la tarde del martes 27 de julio de 2004, en la localidad onubense de Riotinto se declaró un incendio de trágicas consecuencias: dos personas fallecidas, 125 intoxicadas, 600 desalojadas de sus casas y 26.672 hectáreas de matorral, pinar, eucaliptos, alcornoques y encinas arrasadas y calcinadas. Las llamas iniciales fueron provocadas y se mantuvieron activas durante cuatro días, transformando el entorno en desolación y cenizas. La naturaleza tardará en regenerar todo lo destruido y hasta que el horizonte reverdezca el presente tizón, recogido en medio de esta catástrofe, nos acusará de culpables." Antonio Gómez.
viernes, julio 08, 2005
Antologías anónimas
¿Una antología de la mala literatura? Sólo con textos, sin mención de sus autores. Seguro que nadie se molesta por no estar incluido. Seguro que nadie protesta por estar incluido.
¿Una antología de la buena literatura? Sólo con textos, sin mención de autoría. Seguro que alguien protesta por no estar incluido y seguro que alguno de los incluidos deshace la anonimia.
¿Una antología de la buena literatura? Sólo con textos, sin mención de autoría. Seguro que alguien protesta por no estar incluido y seguro que alguno de los incluidos deshace la anonimia.
jueves, julio 07, 2005
"Londres", de William Blake
"I wander through each chartered street,
Near where the chartered Thames does flow,
And mark in every face I meet
Marks of weakness, marks of woe."
En traducción de Jordi Doce:
"Vago sin fin por las censadas calles,
junto a la orilla del censado Támesis,
y en cada rostro que me mira advierto
señales de impotencia, de infortunio."
—William Blake, LOS BOSQUES DE LA NOCHE. Edición bilingüe y anotada de Jordi Doce. Valencia, Pre-Textos, 2001—
Near where the chartered Thames does flow,
And mark in every face I meet
Marks of weakness, marks of woe."
En traducción de Jordi Doce:
"Vago sin fin por las censadas calles,
junto a la orilla del censado Támesis,
y en cada rostro que me mira advierto
señales de impotencia, de infortunio."
—William Blake, LOS BOSQUES DE LA NOCHE. Edición bilingüe y anotada de Jordi Doce. Valencia, Pre-Textos, 2001—
Noticia de libros (I)
Dos libros en torno a Cervantes y el "Quijote" y otros dos sobre la literatura del siglo XVIII quedan emparejados sobre mi mesa. La casualidad los ha traído, y no el interés preciso en la recepción del Quijote en la literatura dieciochesca que tengo que desarrollar en un curso en septiembre. "Miguel de Cervantes Saavedra. Regocijo de las musas", de Javier Blasco Pascual (Servicio de Publicaciones de la Universidad de Valladolid, 2005) es una lectura de la vida de Cervantes sobre los documentos que la historia nos ha dejado. Una biografía, por así decirlo, apegada al texto constatable, como parece recalcar Blasco al utilizar fragmentos cervantinos para ir puntuando las partes de su recorrido biográfico. No espere el lector encontrar grandes descubrimientos; sí amenidad y rigor.
"El Quijote, de Miguel de Cervantes", de Luis Gómez Canseco (Editorial Síntesis, 2005) es una muy útil y asequible guía de lectura de la obra cervantina, una cabal incitación a leer el "Quijote", que parte de una suerte de pacto de inmolación: yo renuncio a que me lean si leen el "Quijote". Lógica candidez propia de una buena persona. Más allá, es una de las mejores respuestas de este año del centenario para quienes han preguntado por algo que les hable de fechas, de personajes, del porqué de Avellaneda y, entre otras cosas, de otros cervantismos.
En la misma editorial y colección (el ambicioso empeño de una Historia de la Literatura Universal dirigido por Evangelina Rodríguez Cuadros) se ha publicado la síntesis de Joaquín Álvarez Barrientos "Ilustración y Neoclasicismo en las letras españolas" (2005). Tengo que escribir más por extenso —y por encargo— sobre este libro, que aborda los aspectos principales para comprender el Siglo de las Luces, desde los principios del reformismo, corrientes de pensamiento como el sensismo, la República de las Letras o los hechos más destacables de la historia literaria en los principales géneros.
Por último, "La musa del saber. La poesía didáctica de la Ilustración española", de José Cebrián (Iberoamericana y Vervuert, 2004) es el otro libro sobre el incomprendido Siglo Dieciocho. Sorprende el corte cronológico de este libro, netamente preciso en el concepto de “ilustración”. En realidad, treinta años, según Cebrián. Y también sorprende que las "Fábulas literarias" de Iriarte no sea poesía didáctica, ni siquiera el "Arte de las putas" de Moratín padre. Habrá que detenerse algo más en todo esto, con perdón.
"El Quijote, de Miguel de Cervantes", de Luis Gómez Canseco (Editorial Síntesis, 2005) es una muy útil y asequible guía de lectura de la obra cervantina, una cabal incitación a leer el "Quijote", que parte de una suerte de pacto de inmolación: yo renuncio a que me lean si leen el "Quijote". Lógica candidez propia de una buena persona. Más allá, es una de las mejores respuestas de este año del centenario para quienes han preguntado por algo que les hable de fechas, de personajes, del porqué de Avellaneda y, entre otras cosas, de otros cervantismos.
En la misma editorial y colección (el ambicioso empeño de una Historia de la Literatura Universal dirigido por Evangelina Rodríguez Cuadros) se ha publicado la síntesis de Joaquín Álvarez Barrientos "Ilustración y Neoclasicismo en las letras españolas" (2005). Tengo que escribir más por extenso —y por encargo— sobre este libro, que aborda los aspectos principales para comprender el Siglo de las Luces, desde los principios del reformismo, corrientes de pensamiento como el sensismo, la República de las Letras o los hechos más destacables de la historia literaria en los principales géneros.
Por último, "La musa del saber. La poesía didáctica de la Ilustración española", de José Cebrián (Iberoamericana y Vervuert, 2004) es el otro libro sobre el incomprendido Siglo Dieciocho. Sorprende el corte cronológico de este libro, netamente preciso en el concepto de “ilustración”. En realidad, treinta años, según Cebrián. Y también sorprende que las "Fábulas literarias" de Iriarte no sea poesía didáctica, ni siquiera el "Arte de las putas" de Moratín padre. Habrá que detenerse algo más en todo esto, con perdón.
martes, julio 05, 2005
Mi carpintero
Estaba cansado de que el carpintero llegara siempre a horas tan intempestivas. Fuese lo que fuese, cobrar una factura, hacer un arreglo pendiente. Siempre en hora inoportuna. Resignado a la costumbre, se sobreponía y atendía al artesano y a quien con él viniera. Y casi siempre la pregunta:
—¿Y usted se ha leído todos estos libros?
Y siempre la misma respuesta:
—No, todos no.
Un día intempestivo en hora inoportuna llegó el carpintero para rematar una moldura y volvió a aludir a la lectura:
—¿Y dice que no se ha leído todo esto? ¿Entonces?
Y entonces el personaje del cuento que se corresponde con el dueño de la casa, de los libros y, por consiguiente, con el pagador de la factura del carpintero, le dijo:
—No, todos no. ¿Pero se imagina usted que quiere leer un libro o una página de un libro y que ese libro lo tiene usted aquí, tan a la mano? ¿No le parece ideal?
Entonces, el carpintero se le quedó mirando, y el otro personaje del cuento también. Se abrazaron, comenzaron a besarse y acabaron haciendo el amor salvajemente.
—¿Y por qué “salvajemente”?—, me preguntó el carpintero.
Entonces, el carpintero y su cliente siguieron besándose y haciendo el amor.
—¿Y usted se ha leído todos estos libros?
Y siempre la misma respuesta:
—No, todos no.
Un día intempestivo en hora inoportuna llegó el carpintero para rematar una moldura y volvió a aludir a la lectura:
—¿Y dice que no se ha leído todo esto? ¿Entonces?
Y entonces el personaje del cuento que se corresponde con el dueño de la casa, de los libros y, por consiguiente, con el pagador de la factura del carpintero, le dijo:
—No, todos no. ¿Pero se imagina usted que quiere leer un libro o una página de un libro y que ese libro lo tiene usted aquí, tan a la mano? ¿No le parece ideal?
Entonces, el carpintero se le quedó mirando, y el otro personaje del cuento también. Se abrazaron, comenzaron a besarse y acabaron haciendo el amor salvajemente.
—¿Y por qué “salvajemente”?—, me preguntó el carpintero.
Entonces, el carpintero y su cliente siguieron besándose y haciendo el amor.
sábado, julio 02, 2005
Necesidad de lo preciso (I)
Frente al "Nos alimentamos mal, vivimos vulgarmente y somos analfabetos" de Thoreau, sin ninguna duda, el "Comemos bocatas, vemos monumentos y leemos guías turísticas" de Gonzalo Hidalgo, por la precisión del concepto, aunque el bocata, el monumento y la guía turística son objetos discutibles. Más allá, el nombre. Qué bocata —si patatera dulce, salchichón o nocilla—, qué monumento —si una pirámide, el Coliseo o Raquel Welch—, qué guía turística —una "city pack" de EL PAÍS-AGUILAR, una "Guía azul" de GAESA o una "Guía Viva" de ANAYA—. La necesidad de nombrar.
De la consolacion y de sus dioses
Han pasado más de veinte años desde que se publicó el libro de poemas DE LA CONSOLACIÓN Y DE SUS DIOSES, de Juan Manuel Rozas, y el interés de una compañera —sólo por la lectura de unos versos citados en una revista— hace que ahora esté sobre mi escritorio, fuera de su lugar, para ser prestado. ¡Para ser prestado!
Ovidio, Hölderlin, Juan Ramón Jiménez, T. S. Eliot, José Ángel Valente, Antonio Colinas, Jorge Guillén, Lope de Vega, Góngora, Luis Cernuda, Paul Valéry, W. Shakespeare, Gil Vicente, Jorge Luis Borges... son algunos de los nombres que cimentan los versos de Rozas, que, paradójicamente, se sostienen por sí solos.
LA PIEDRA ESCRITA
Tropezaron los dioses contra la piedra escrita
en su fuga dormida de atardeceres rojos
y nos dejaron sólo el molde en bronce de sus sueños.
J.M.R.
Ovidio, Hölderlin, Juan Ramón Jiménez, T. S. Eliot, José Ángel Valente, Antonio Colinas, Jorge Guillén, Lope de Vega, Góngora, Luis Cernuda, Paul Valéry, W. Shakespeare, Gil Vicente, Jorge Luis Borges... son algunos de los nombres que cimentan los versos de Rozas, que, paradójicamente, se sostienen por sí solos.
LA PIEDRA ESCRITA
Tropezaron los dioses contra la piedra escrita
en su fuga dormida de atardeceres rojos
y nos dejaron sólo el molde en bronce de sus sueños.
J.M.R.
jueves, junio 30, 2005
TextoEscena
En el XVI Festival de Teatro Clásico de Cáceres, durante los días 17 y 18, y 23 y 24 de junio, ha tenido lugar un taller, TextoEscena, que ha ofrecido al público una manera distinta de leer y ver el teatro, poniendo en relación el texto con la representación. Hemos tenido la suerte de centrarnos en dos de los mejores montajes de esta edición del Festival: El lindo don Diego, de Agustín Moreto, en una versión de Rafael Pérez Sierra —sabiduría sobre el teatro clásico—, con la dirección de Denis Rafter y por la compañía Darek Teatro; y La tempestad, de William Shakespeare, en versión y dirección de Helena Pimenta —sabiduría sobre el genio inglés—, por UR Teatro, que nos ha deleitado en varias ediciones del Festival.
La experiencia ha sido gratísima. Porque hablar durante un par de horas sobre el texto clásico y luego ver la obra; y al día siguiente, hablar sobre lo visto y tener una tertulia con la dirección y los actores debe de tener el grado de excelencia. Aunque la respuesta no haya sido mucha, es suficiente para marcar el paso.
Que no pase lo que pasó hace años cuando, siendo director general el llorado José Luis Sánchez-Matas, Gregorio Torres Nebrera montó algo parecido a TextoEscena y que no tuvo continuidad. Si en estos días ha sido un lujo contar con Denis Rafter y todos los actores de El lindo don Diego, y con toda la compañía de La tempestad, aunque no con Helena Pimenta —lástima—, aquel año ya lejano la respuesta no fue ni de un lado ni de otro, ni del público ni de las compañías. Así que, al menos este año, excelente.
La experiencia ha sido gratísima. Porque hablar durante un par de horas sobre el texto clásico y luego ver la obra; y al día siguiente, hablar sobre lo visto y tener una tertulia con la dirección y los actores debe de tener el grado de excelencia. Aunque la respuesta no haya sido mucha, es suficiente para marcar el paso.
Que no pase lo que pasó hace años cuando, siendo director general el llorado José Luis Sánchez-Matas, Gregorio Torres Nebrera montó algo parecido a TextoEscena y que no tuvo continuidad. Si en estos días ha sido un lujo contar con Denis Rafter y todos los actores de El lindo don Diego, y con toda la compañía de La tempestad, aunque no con Helena Pimenta —lástima—, aquel año ya lejano la respuesta no fue ni de un lado ni de otro, ni del público ni de las compañías. Así que, al menos este año, excelente.
Pura tura y el tornillo del napolitano
“Cuántas veces me pregunto si esto no es más que escritura, en un tiempo en que corremos al engaño entre ecuaciones infalibles y máquinas de conformismos. Pero preguntarse si sabremos encontrar el otro lado de la costumbre o si más vale dejarse llevar por su alegre cibernética, ¿no será otra vez literatura? Rebelión, conformismo, angustia, alimentos terrestres, todas las dicotomías: el Yin y el Yang, la contemplación o la Tatigkeit, avena arrollada o perdices faisandées, Lascaux o Mathieu, qué hamaca de palabras, qué dialéctica de bolsillo con tormentas en piyama y cataclismos de living room. El solo hecho de interrogarse sobre la posible elección vicia y enturbia lo elegible. Que si, que no, que en ésta está... Parecería que una elección no puede ser dialéctica, que su planteo la empobrece, es decir la falsea, es decir la transforma en otra cosa. Entre el Yin y el Yang, ¿cuántos eones? Del sí al no, ¿cuántos quizá? Todo es escritura, es decir fábula. ¿Pero de qué nos sirve la verdad que tranquiliza al propietario honesto? Nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura, todas las turas de este mundo. Los valores, turas, la santidad, una tura, la sociedad, una tura, el amor, pura tura, la belleza, tura de turas. En uno de sus libros Morelli habla del napolitano que se pasó años sentado a la puerta de su casa mirando un tornillo en el suelo. Por la noche lo juntaba y lo ponía debajo del colchón. El tornillo fue primero risa, tomada de pelo, irritación comunal, junta de vecinos, signo de violación de los deberes cívicos, finalmente encogimiento de hombros, la paz, el tornillo fue la paz, nadie podía pasar por la calle sin mirar de reojo el tornillo y sentir que era la paz. El tipo murió de un síncope, y el tornillo desapareció apenas acudieron los vecinos. Uno de ellos lo guarda, quizá lo saca en secreto y lo mira, vuelve a guardarlo y se va a la fábrica sintiendo algo que no comprende, una oscura reprobación. Sólo se calma cuando saca el tornillo y lo mira, se queda mirándolo hasta que oye pasos y tiene que guardarlo presuroso. Morelli pensaba que el tornillo debía ser otra cosa, un dios o algo así. Solución demasiado fácil. Quizá el error estuviera en aceptar que ese objeto era un tornillo por el hecho de que tenía la forma de un tornillo. Picasso toma un auto de juguete y lo convierte en el mentón de un cinocéfalo. A lo mejor el napolitano era un idiota pero también pudo ser el inventor de un mundo. Del tornillo a un ojo, de un ojo a una estrella... ¿Por qué entregarse a la Gran Costumbre? Se puede elegir la tura, la invención, es decir el tornillo o el auto de juguete.”
[Julio Cortázar, Rayuela. Capítulo 73]
EXTRACTO
“Nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura, todas las turas de este mundo. Los valores, turas, la santidad, una tura, la sociedad, una tura, el amor, pura tura, la belleza, tura de turas. En uno de sus libros Morelli habla del napolitano que se pasó años sentado a la puerta de su casa mirando un tornillo en el suelo. Por la noche lo juntaba y lo ponía debajo del colchón. El tornillo fue primero risa, tomada de pelo, irritación comunal, junta de vecinos, signo de violación de los deberes cívicos, finalmente encogimiento de hombros, la paz, el tornillo fue la paz, nadie podía pasar por la calle sin mirar de reojo el tornillo y sentir que era la paz.”
[Julio Cortázar, Rayuela. Capítulo 73]
[Julio Cortázar, Rayuela. Capítulo 73]
EXTRACTO
“Nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura, todas las turas de este mundo. Los valores, turas, la santidad, una tura, la sociedad, una tura, el amor, pura tura, la belleza, tura de turas. En uno de sus libros Morelli habla del napolitano que se pasó años sentado a la puerta de su casa mirando un tornillo en el suelo. Por la noche lo juntaba y lo ponía debajo del colchón. El tornillo fue primero risa, tomada de pelo, irritación comunal, junta de vecinos, signo de violación de los deberes cívicos, finalmente encogimiento de hombros, la paz, el tornillo fue la paz, nadie podía pasar por la calle sin mirar de reojo el tornillo y sentir que era la paz.”
[Julio Cortázar, Rayuela. Capítulo 73]
Tesoros escondidos
Aplicaba Luis Gago el título de «El tesoro escondido» a las Sonatas del Rosario de H. I. Franz Biber como presentación a su edición en CD en la reciente colección de El País. Y eso me parecen los textos que leo en los blogs que frecuento desde hace poco. Literatura.
Así me estreno.
Así me estreno.