Sin desmerecer, la clarividente y honda explicación de arriba, o sea, abajo —a la que tendré que volver— no provoca el efecto-reclamo expresado. Es, más bien, un texto autorreferencial del mismo tono especulativo que la novela. Dicho de otro modo: la solapa se conjuga con lo que cubre. Como en LARVA, de Julián Ríos. De manera que, como he dicho, yo habría desplazado hacia otro lugar ese texto y lo habría sustituido por una llamada de atención sobre las virtudes de esta novela y sobre la singular y brillante trayectoria de su autor. Algo innecesario después del sábado 3 de julio de 2004, fecha de la publicación en el suplemento BABELIA de EL PAÍS de una reseña de la novela firmada por Rafael Conte, que comenzaba:
“Ojo, lector en singular (hipocresías aparte), he aquí la novela española más importante que he podido leer en los últimos años, no sé si diez o quizá veinte, pues ya estamos aquí fuera del mundo, del mundo editorial, de las listas de novedades, de los libros más vendidos, de los premios y de las academias, de las ceremonias sociales y suplementos culturales, por una vez deberíamos extraernos (salirnos) de nuestras casillas para entrar como se debe (o como se debiera) en el reino de la literatura de verdad, en el universo imperecedero frágil y universal del arte literario sin adherencia alguna. He aquí un libro importante y eso es todo o al menos es la noticia más importante que traigo hoy y que hacía ya demasiado tiempo que no había podido traer para compartir con nadie.”