La novela consta de 68 secuencias, capítulos o trozos. La voluntad formal más evidente es que estas secuencias son textos compactos, es decir, una disposición sin puntos y aparte, sin espacios en blanco. Se trata de textos apelmazados, concentrados, macizos, en los que la uniformidad se asegura por la evitación consciente de signos diacríticos, de comillas, de guiones de diálogo, de sangrías...
No debe sorprender esto al lector de Gonzalo Hidalgo. Su novela El cerco oblícuo (Madrid, Calambur, 1993) constaba de treinta capítulos igualmente compactos, aunque en ellos sí se utilizaban comillas y cursivas. Lo mismo se puede decir de Amad a la dama (Gijón, Llibros del Pexe, 2002), que consta de 46 unidades similares en su presentación a las de Paradoja del interventor. Y recordaré también el modo de composición de los nueve trancos y las veintitrés notas de Camino de Jotán (La razón narrativa de Sánchez Ferlosio), publicada también en Los Libros del Oeste en 1994.
P.S.: En la página 151 de a novela de 1993 se mencionaba la aparición de un nuevo libro de Saúl Olúas, con el título de Amo cada coma. El palindromo. Un recuerdo de aquella espléndida obra de GHB.)
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