En Cáceres, un representante cualificado de los hosteleros da una rueda de prensa y dice que en verano la ciudad sólo ofrece piedras y que después de las piedras, la oferta de ocio de la ciudad es una auténtica desgracia. Hablamos del verano en una ciudad de provincia como Cáceres, Patrimonio de la Humanidad. En Cáceres, un representante cualificado del Sr. Alcalde, que está de vacaciones en una ciudad veraniega, del litoral, declara, al hilo de las manifestaciones anteriores del hostelero, que el Ayuntamiento no tiene por qué buscar alternativas de ocio. Debajo de todo se esconde algo parecido a una ampliación de horarios de bares y restaurantes. No entiendo nada.
Ni uno ni otro, seguro, conocen que algunos, como María y Tomás, de la librería Todolibros, están proyectando en verano documentales de interés en las escalinatas de su calle. Al aire libre, y con permiso de la autoridad. Es decir, lo normal, en verano, y en una ciudad como Cáceres, de interior y con piedras, y, a veces, con cuarenta grados, y, a veces, por las noches, sin una considerable bajada de las temperaturas.
Yo le digo al representante del Alcalde, que está de merecidas vacaciones, que el Ayuntamiento sí debe buscar alternativas para el ocio de sus ciudadanos; y al representante de los hosteleros le digo que no es mala fecha el verano, cuando todo el mundo está de vacaciones y la ciudad algo deshabitada, para tener el suficiente sentido común en la organización del ocio de los ciudadanos. Yo, desde luego, no organizaría ningún festival con pretensiones. No sé, algo así, como la modorra estival, la tranquilidad y la falta de crispación. Como María y Tomás, que están mostrando en una calle de Cáceres una parte del mundo.