viernes, octubre 21, 2005
Leo
Un amigo hace unas semanas me dejó en casa un montón de folios distribuidos en cuatro cuadernos de anillas con sus textos. Hago lo que puedo, es decir, leo cuanto puedo. Confieso que no puedo dejar de hacer lo que me da la vida y el sentimiento, lo que me da de comer y lo que urge, y mi ritmo de lectura de los textos de mi amigo deja mucho que desear; y sé, también, que mi amigo sabe que lo suyo puede esperar, sin agravios. Me gusta, a mi ritmo, pues, hojear esos folios distribuidos por títulos dispares, y que, a pesar, parecen salir de una misma pulsión. Mucha literatura en tanta literatura, y me agrada. Un recuerdo a Jules Renard: "Es más que suficiente para un hombre cuando, a lo largo de su jornada, ha leído un periódico, ha escrito una carta y no ha hecho daño a nadie." Gracias, amigo por agobiarme con tus textos.