Esta mañana he creído leer uno de esos microgramas de Robert Walser de los que habla Vila Matas en su última novela. Ha sido en una lectura peripatética en un piso alto del Palacio de la Diputación de Badajoz. Una sala llena de 137 piezas que optaban al premio de poesía experimental convocado por esa institución, que creo es uno los pocos vigentes, como que cada año crece en convocatoria. Allí, nos hemos fotografiado con alguien importante, muy importante.
Para debatir: ¿es perceptible la crispación del escritor en lo escrito cuando lo escrito es amable y apacible?