Vicky Sherpa (ver entrevista en El País, 24-agosto-05, última) es una maestra gerundense de Ripoll que lleva dieciocho años en Nepal enseñando a niños parias, mérito más que suficiente para ocupar esa página del periódico. Para mí lo tiene también que en una de sus respuestas emplee el verbo “bigardear”. Cuando habla de que su madre la metió a trabajar en una peluquería “para que no bigardeara por las calles”. La frase, en su respuesta, va entrecomillada, por lo que se infiere que es de su madre y no de Vicky. Más valor aún, pues ha quedado impresa en la memoria de la hija y ella asume el verbo, lo usa y lo difunde. Jubilosamente meritorio.
Trae el Diccionario de la Academia bigardear. “(De bigardo). intr. coloq. Dicho de una persona: Andar vaga y mal entretenida.” Porque bigardo viene a ser vago, holgazán. Qué borrón del inconmensurable Diccionario de Manuel Seco, que trae el adjetivo y no el verbo. Pero el Tesoro de Covarrubias (¡qué tesoro para leerlo como el que lee un cómic, de viñeta en viñeta, de punta a rabo!) pone las cosas en su sitio sobre bigardo diciendo que es “Término injurioso, del qual la gente mal considerada suele usar quando trata con irreverencia a algun religioso, y no saben lo que dizen, ni lo consideran. Traxo origen de los begardos, frayles de la orden de San Francisco tercerones, dicho en Italia a los fraticelos y en latín fratres de paupere vita.[…]” Y de ahí, como el que no quiere la cosa, “bigardear”, porque “bigardo” también era el fraile desenvuelto y de vida libre. Ahí no para todo, pues es palabra y definición casi repetidas en el repertorio de don Sebastián de Covarrubias por distinta grafía (b/v). Sorprendente, como siempre, este diccionario que tiene casi cuatrocientos años. Dieciocho lleva fuera de España Vicky Sherpa, esa maestra gironesa de Ripoll que enseña a niños parias en Nepal y a la que su madre metió a trabajar en una peluquería para que no bigardeara.