«le echó agallas y atacó» (Isabel Urueña)
Martes, 31. Ayer me llamó el único paisano que tengo en el equipo de gobierno de la UEX. Esto es raro —que solo haya uno—, pues los de Zafra somos gente importante y entregada. Fuera de la chufla, lo que quería el Vicerrector de Extensión Universitaria —el concepto de extensión debería ser trasversal, como el de igualdad, y que no solo se asocie a la acción cultural— era compartir conmigo la iniciativa de lanzar las bases de un premio literario de microrrelatos sobre la situación que estamos viviendo. Se trata de «reflexionar de manera crítica, irónica, nostálgica o melancólica […] sobre la dura realidad que se vive en estos días, sobre los anhelos y temores o sobre las múltiples posibilidades que puede deparar el futuro». Esto dice la entradilla que abre la información sobre este concurso que, en homenaje al gran —metro sesenta— Augusto Monterroso y a su cuento «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí», lleva el título de «Y cuando desperté…». Es un premio muy singular, porque el plazo se cierra dentro de un mes y su primera edición esperamos que sea la última. Ojalá que haya respuesta, aunque la participación está restringida al ámbito de la Universidad de Extremadura —estudiantes, personal de administración y servicios y profesorado. Por eso mi paisano y yo hemos vuelto a hablar hoy; y es que, sorprendentemente, en cuanto se han difundido las bases, varias personas han preguntado si un hijo o una madre de alguien que estudie o trabaje en la UEX puede concursar. Me ha parecido una pregunta cuya contestación creo que va a permitir reforzar la intención de este premio y hacerlo más vinculado a este encierro en casa. En casa, sí. Pues han decidido que también participen los de casa. Y vuelvo a Zafra. Allí, desde hace siete años, se viene convocando el «Premio de Microrrelatos Manuel J. Peláez», promovido por el Colectivo que lleva el nombre de ese otro llorado paisano, importante y entregado. De Zafra. Un premio que también recuerda a Monterroso, porque en sus bases se precisa que la extensión de los textos que pueden enviarse debe estar entre 9 palabras —las del cuento del guatemalteco de Honduras— y 186 —que son las que tiene el capítulo 68 de Rayuela de Cortázar. En la última edición, la séptima, del año 2019, se recibieron 1.565 relatos. Y, así se lo dije a mi paisano J.C., no quiero imaginarme que nos llueva una cantidad de textos parecida después de la cuarentena y que el fallo tenga que publicarse el 15 de mayo; pero de 2021. Cierro por hoy; y por primera vez en diecinueve días y sin que sirva de precedente explico el epígrafe que encabeza esta entrada. Son cinco de las setenta y nueve palabras del microrrelato de Isabel Urueña Cuadrado (1951-2018), a quien tuve el gusto de conocer en Zafra como ganadora de la primera edición del premio «Manuel J. Peláez», con un espléndido texto titulado «Última duda».