Preparaba mis clases sobre Octavio Paz y releí hace unos días el origen familiar del poeta mexicano y las menciones que hace de su madre, Josefina Lozano, nacida en México; pero hija de andaluces y la que —dice el escritor— le abrió las puertas de la palabra dicha, de la conversación y del canto, de la palabra cantada. Ha sido inevitable acordarme de que el pasado viernes 28 de febrero Basilio Sánchez, quien dice que el poema es un acto de reflexión moral, en su intervención en el Curso de Escritura Creativa que el Vicerrectorado de Extensión Universitaria de la UEX tiene en marcha y que lleva el periodista y narrador Javier Morales Ortiz, aludió a su madre, también andaluza, de Huelva, recientemente fallecida, y dotada de una voz que su hijo poeta quiso fijar de algún modo en el recuerdo de su canto. Lo dejó dicho en sus libros autobiográficos, en las dos entregas de un mismo impulso a las que me referí aquí. «A mi padre, por las imágenes. A mi madre, por la música», van dedicadas aquellas dos obras emparentadas. En el caso de la madre, poesía y canción. Voz y letra. Y vuelvo a un texto del hijo poeta Basilio Sánchez: «Cantaba con una voz muy baja, casi susurrada, como si quisiera retenerla en aquel espacio reducido que compartíamos, pero aun así ofrecía todos los matices e inflexiones de los que era capaz, todo el virtuosismo que su garganta privilegiada le había permitido conseguir. Yo la oía, desde mi cercanía complaciente, con una percepción exacerbada que no he vuelto a tener nunca, como si me amparase la conciencia de estar asistiendo al milagro fecundo de una melodía creada por los sentidos para los sentidos que se abrirían en mí. Una armonía privada que, en aquel mismo momento, y sin que nada pudiera hacerlo sospechar, se estaba convirtiendo en una parte constitutiva de mi ser, en el hilo que hilvanaría en el futuro las diminutas cuentas de mi lenguaje, mi manera de relacionarme con las cosas». Y me ha parecido escuchar también la palabra seseante y serena de Paz, otro de los autores que han escrito los textos que me ocupan. Un privilegio.
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