viernes, julio 30, 2010
Álogos
Debo a Javier Sánchez Menéndez, su promotor y editor, la colección completa de "Álogos", de los libros de La isla de Siltolá, que ya tiene ocho títulos, cuatro más de los que anuncié aquí. Esta entrega contiene los Apuntes y fuegos de Jesús Cotta, cuyo blog Los días de mis noches tiene chispa; el Alguien me responde de Juan Antonio González Romano, con una selección de entradas de su blog Ah de la vida, con prólogo de Antonio Rivero Taravillo y con un útil prefacio como "Breve aproximación teórica al blog como género" para los que seguimos tomando notas sobre el asunto. Los otros dos volúmenes son el de Suso Ares Fondevila, con Al hilo de los días, que es también el título de su blog, que cumple con el "precepto" de la brevedad de los constituyentes genéricos del medio; y el de Ignacio Tomás, Una realidad fractal, sobre su blog Este lado de la galaxia, muy interesante, que se publicita en la cuarta de cubierta como un cuaderno electrónico con más de 500.000 visitas que ahora tiene esta versión en libro, más transportable, menos interactiva. O no, porque me he sorprendido subrayando unas líneas del primero de los textos. Su título, estupendo: Sic Transit Gloria Gaynor.
miércoles, julio 28, 2010
Banderillas negras
© Ramón Gaya
—Hay gente pa tó —le dijo El Gallo a Ortega y Gasset cuando se lo presentaron como filósofo. Lo mismo me he dicho esta tarde cuando he visto a gente llorar y abrazarse de alegría por la decisión del Parlamento de Cataluña de prohibir los toros allí. Me imagino también la emoción del toro en su dehesa y su agradecimiento eterno a quienes han logrado la prohibición. No me tomo por aficionado fetén ni entendido; pero sí afecto sentimental, estética y culturalmente afín al mundo del toro. No a la peineta, ni a la taleguilla viril, ni a los santos ni a las vírgenes en improvisados altares de hoteles de cuatro y cinco estrellas o de hostales de mala muerte. Sí al mundo del toro, en el que no conozco a nadie que disfrute con la crueldad que sí veo en otros espectáculos con el mismo animal como protagonista y que no han sido aún prohibidos. Mañana firmaría a favor de su proscripción. Lo ocurrido es una loable iniciativa popular bien administrada políticamente que ha llevado a una votación parlamentaria que modifica una ley y tendrá como resultado la prohibición, de aquí a un año y medio, de los toros en Cataluña. Lo lamento; aunque las consecuencias no serán tan graves como se dice. En Cataluña, la fiesta estaba tan monumentalmente restringida y localizada que tanto ruido para eso olía mal. Al fin y al cabo, todo se ha hecho por un animal tan noble e irracional como el toro. Lo dicho, agradecimiento eterno de esa parte animal.
Juan Goytisolo, Don Quijote
Me alegro mucho del Premio Don Quijote que le han concedido a Juan Goytisolo y a la Nueva Gramática de la Lengua Española. El premio lo promueven la Fundación Santillana y la Junta de Castilla-La Mancha, y es ésta su tercera edición. Qué mejor y más paradójico acompañante de Juan Goytisolo en otro de sus reconocimientos que un libro en el que se regula la lengua que él tanto ha contribuido a subvertir. Al final, quizá, todo sea mentira. Valga todo. Goytisolo y la gramática normativa. Como debe ser. A pesar de los premios mediáticos, la obra de Goytisolo quedará y la Nueva Gramática permanecerá como un referente hasta que alguien se empeñe en hacer la Gramática Nueva de la Lengua Española. Y que Goytisolo lo vea. Aquí, en Extremadura, con menos medios, se premió al autor de Don Julián y de Juan sin Tierra. Memorable.
martes, julio 27, 2010
El "Adonais" de Mario Lourtau
No lo debió de tener fácil el jurado del último Premio Adonais, que logró Rubén Martín por El minuto interior, habida cuenta del nivel de dos de los libros —los que conozco, a falta del de Verónica Aranda, Cortes de luz— que se han publicado como accésit, los de los extremeños Daniel Casado (Trujillo, Cáceres, 1975), Oscuro pez del fondo, y éste de Mario Lourtau (Torrejoncillo, Cáceres, 1976), Quince días de fuego, que acabo de leer. A su anterior libro, Catálogo de deudores (Editora Regional de Extremadura, 2009), llegué tarde y ni siquiera lo mencioné en la bibliografía de la antología Literatura en Extremadura 1984-2009. I. Poesía, también de la Editora; pero me alegro de que esta obra vaya quedando superada por hechos literarios como éste que afina la consolidación de uno de los nombres con mayor proyección entre las nuevas generaciones.
Quince días de fuego me parece un libro de gran calidad, propio de un escritor que ha sabido asimilar sus lecturas y que conscientemente, a veces de manera muy explícita en homenaje, las ha querido reflejar en sus textos. En esto hay una significativa cercanía hacia la tradición inmediata de autores de Extremadura como Álvaro Valverde, Ángel Campos, Santos Domínguez, Javier Rodríguez Marcos..., otra manera de confirmar esa mayoría de edad de la literatura de autores de aquí y desde aquí. El fuego es el motivo poético principal de la obra, organizada en cuatro secciones (I. Bosque; II. Los estados del fuego; III. Arché; y IV. La sed de las cenizas); y es un motivo utilizado en diferentes registros, que pueden ir desde la recreación de una cierta elementalidad nerudiana hasta la reflexión sobre el principio presocrático (arché) en el que el fuego es principal noción con homenaje a Heráclito incluido. El poema, precisamente, sobre el Oscuro me gusta mucho, y "Creación del Universo", y hay momentos ("Círculo de piedra") en los que uno subraya versos sobresalientes sobre un paisaje muy reconocible. Aparte la solvencia literaria de este libro, es para notar la habilidad del autor de haber sabido manejar el motivo del fuego para dar unidad de sentido a su poemario. Es un libro estupendo.
Quince días de fuego me parece un libro de gran calidad, propio de un escritor que ha sabido asimilar sus lecturas y que conscientemente, a veces de manera muy explícita en homenaje, las ha querido reflejar en sus textos. En esto hay una significativa cercanía hacia la tradición inmediata de autores de Extremadura como Álvaro Valverde, Ángel Campos, Santos Domínguez, Javier Rodríguez Marcos..., otra manera de confirmar esa mayoría de edad de la literatura de autores de aquí y desde aquí. El fuego es el motivo poético principal de la obra, organizada en cuatro secciones (I. Bosque; II. Los estados del fuego; III. Arché; y IV. La sed de las cenizas); y es un motivo utilizado en diferentes registros, que pueden ir desde la recreación de una cierta elementalidad nerudiana hasta la reflexión sobre el principio presocrático (arché) en el que el fuego es principal noción con homenaje a Heráclito incluido. El poema, precisamente, sobre el Oscuro me gusta mucho, y "Creación del Universo", y hay momentos ("Círculo de piedra") en los que uno subraya versos sobresalientes sobre un paisaje muy reconocible. Aparte la solvencia literaria de este libro, es para notar la habilidad del autor de haber sabido manejar el motivo del fuego para dar unidad de sentido a su poemario. Es un libro estupendo.
lunes, julio 26, 2010
Teatralidad y alegoría
© EFE
¿Hay cosa más extravagante —como diría el Padre Isla en su prohibido Fray Gerundio (1758) sobre los predicadores de la Escritura— que tan alta dignidad del Estado le hable a un Santo? Bien estaría que lo hiciese en la más estricta intimidad; pero en público... Ayer, mientras conducía hasta España desde Galicia —entiéndaseme, desde Galicia pasando por Portugal—, escuchaba al Rey Juan Carlos dirigirse al Santo Apóstol para que nos saque de la crisis y que ilumine a nuestros políticos para que sirvan con generosidad al interés general. Parece una broma, la verdad, con todos mis respetos. Si se trata de una tradición —para algunos, según leo, inconstitucional por nuestra aconfesionalidad—, debería mantenerse la debida compostura alegórica y teatral; pero llevarla al terreno tan real de la vida cotidiana puede producir en el que está en el paro desde hace meses cierta incomodidad. Si el Jefe del Estado se encomienda al Santo Apóstol oficialmente no sé a qué una huelga general ni entiendo por qué el Presidente del Gobierno no ha echado mano del Santo el día del debate sobre el Estado de la Nación. ¿Qué es esto? Una tradición. Una alegoría. Una escena sin importancia. No es para tanto. No pasa nada.
Un lugar de la poesía
© CMD
En un texto ("Pascoaes: O nome e o lugar") que se publicó en el periódico Hablar/Falar de Poesia (núm. 5, 2002), António Cándido Franco recordó la petición pública de Eugénio de Andrade de que la casa de Teixeira de Pascoaes (1877-1952) fuese reconocida como casa de la poesía. Tengo delante el ejemplar de ese número; y ya me habría gustado tenerlo el jueves pasado —y aquel número de Espacio/Espaço Escrito de 2000 dedicado en una parte al autor de Verbo escuro tan vinculado a Unamuno—, cuando visitamos la casa gracias a la gentileza de Maria Amélia Abrantes de Sampaio e Castro Teixeira de Vasconcelos, cuyo suegro fue primo hermano del escritor. Aunque se anuncia como museo que puede visitarse, no fue el mediodía del jueves el mejor momento. Sin embargo, la credencial de españoles —Maria Amélia nos dio a entender que hay más interés aquí que allí por la importancia de su pariente—, nos abrió las puertas de esta casona, del refugio de Pascoaes, de la fuente en el pasillo, de la cocina de granito, de sus libros —tuve en mis manos la Pequeña antología de poetas portugueses que hizo Díez-Canedo y que dedicó autógrafa en ese ejemplar al escritor— y nos brindó uno de los muchos momentos agradables de estos días de vacaciones.Nadie, fuera de Amarante, en donde nació Teixeira de Pascoaes, supo darnos referencia precisa del paraje literario que yo quería visitar, cuya rareza turística hacía pensar en cierta familiaridad de intereses... Y en efecto, pues uno de los visitantes más recientes de la casa —nos dijo Maria Amélia— fue alguien bien cercano, Antonio Sáez Delgado, uno de los españoles que mejor conoce la obra del escritor portugués y que mejor ha divulgado su importancia y su presencia en el panorama literario español en el primer tercio del siglo XX. Lo nuestro del jueves, en definitiva, fue una manera moderna de leer al místico y metafísico Teixeira de Pascoaes. Lo merece.
sábado, julio 17, 2010
La Corona de Alcaíns
"Javier Alcaíns terminó este libro el día 4 de marzo de 2006, después de dieciocho meses de labor. En la luz y en la penumbra, por lo que la piel conoce." Así dice el primer colofón de esta obra que me he regalado en este comienzo del verano: La Corona. Colección de epigramas eróticos griegos tomados del Libro V de la Antología Palatina. Iluminados por Javier Alcaíns, Cáceres, Javier Martín Santos Editor, 2009. El segundo colofón lleva la justificación de la tirada —450 ejemplares numerados y firmados por el ilustrador—, la fecha de impresión —25 de octubre de 2009— y la mención del traductor —Miguel Ángel Márquez Guerrero, el de la edición de Alianza Editorial de los Epigramas eróticos griegos, que incluían también el Libro XII, el de los homosexuales.
Poner la vista en textos tan sugerentes como los 310 epigramas eróticos de ese libro de la Antología Palatina, caligrafiados en versales por Alcaíns, es una experiencia más especial. No más especial que la lectura a pelo de los epigramas. También. Más especial, digo, que la de los otros libros del ilustrador que tengo el gusto de conocer. Es difícil encontrar una página en éste que no merezca un gesto de admiración. En las más sencillas, el equilibrio en la utilización de motivos —teselas, rombos, columnas, discos, tríadas de flores...— que acompañan al texto; en las más elaboradas, la escena de un abrazo de los amantes (CXCVIII), la fellatio de Filénide (CLXXXVI), el beso de Europa (XIV), la dulce calma de los amantes para un texto sin título de Juliano (CCXCVIII)... No hay nada más difícil —es un decir— que intentar expresar en palabras una experiencia tan singular como la de este disfrute de ver un libro.
Poner la vista en textos tan sugerentes como los 310 epigramas eróticos de ese libro de la Antología Palatina, caligrafiados en versales por Alcaíns, es una experiencia más especial. No más especial que la lectura a pelo de los epigramas. También. Más especial, digo, que la de los otros libros del ilustrador que tengo el gusto de conocer. Es difícil encontrar una página en éste que no merezca un gesto de admiración. En las más sencillas, el equilibrio en la utilización de motivos —teselas, rombos, columnas, discos, tríadas de flores...— que acompañan al texto; en las más elaboradas, la escena de un abrazo de los amantes (CXCVIII), la fellatio de Filénide (CLXXXVI), el beso de Europa (XIV), la dulce calma de los amantes para un texto sin título de Juliano (CCXCVIII)... No hay nada más difícil —es un decir— que intentar expresar en palabras una experiencia tan singular como la de este disfrute de ver un libro.
jueves, julio 15, 2010
Los borrachos de mi vida
Al menos dos personas me vieron con este libro en las manos, y ambas me dijeron lo mismo: —Buen título. Una de ellas añadió: —Sólo falta que sea bueno. —Eso espero— contesté. Acababa de comprarlo. Me lo recomendó en Madrid el escritor Alejandro Gándara, muy cercano a la autora. Quién me iba a decir a mí que iba a conocer al autor de Punto de fuga, que fue una de mis primeras lecturas de la nueva narrativa española de aquellos tiempos —los ochenta— gracias a su hermana Belmar, a quien conozco por mi trabajo en la edición universitaria. Ella es la responsable de las Publicaciones de la Universidad de Cantabria, y le debo un comentario por una espléndida y singular edición de una obra de Leopoldo Cano, de la que espero hablar en cuanto tenga tiempo de componer las notas que tomé en su día. Alejandro Gándara me recomendó el libro de Nuria Labari, su mujer, en una cervecería en la madrileña Plaza de Santa Ana, en un rato agradable de conversación hace ya unos meses. Agradable también ha sido la lectura. Es un buen libro de cuentos, que, a lo que parece, es opera prima. Son trece relatos de lo cotidiano a partir de circunstancias que tienen la trascendencia de lo doméstico, de lo más apegado a la realidad de la calle y de la casa. Son relatos de época; de los que gustan a los filólogos cuando pensamos en los filólogos del siglo XXII —qué estúpidos, nosotros; no los filólogos del próximo siglo, los pobres—, que tendrán que anotar todas las referencias que hay en este tipo de relatos. Casillas, los Clicks, los polos de Tommy Hilfiger, los cromos de Panini, la Buscapina y el Aerored, el todo a cien, Felipe González, la marca de tabaco Lola, una película... Relatos de época, de su época, de esta época. (Es que ayer tarde leí un poema escrito el mes pasado en el que se decía algo parecido a "cual águila alzo el vuelo"... ) Los relatos de Nuria Labari son buenos porque tienen la gracia de un hallazgo, la dureza de una escena, las variantes formales para la construcción del cuento manejadas con sabiduría sin perder la compostura de la primera persona...
Razón: Nuria Labari, Los borrachos de mi vida. Madrid, Ediciones Lengua de Trapo, VII Premio de Narrativa Caja Madrid, 2009.
martes, julio 13, 2010
Chema Madoz
Ayer fui a ver la exposición de Chema Madoz (Madrid, 1958), inaugurada el mes pasado y que estará abierta en el Centro de Exposiciones San Jorge de Cáceres hasta el próximo 28 de julio. Reúne obra fechada entre 2000 y 2005, la que compuso aquélla en Madrid producida por el Ministerio de Cultura con motivo de la concesión del Premio Nacional de Fotografía y que ha estado circulando por España y fuera de España estos años. Aquí llega ahora, adelgazada. En las escalinatas de la iglesia de la Preciosa Sangre, un grupo de chavales entre doce y catorce años esperaba para visitar algo de la ciudad monumental; pero creo que no habían entrado a ver la exposición de Chema Madoz. Ojalá. Para ellos habría sido muy creativo enfrentarse a esta lectura de la realidad y a esta manipulación para crear lo que no existe pero que está entre nosotros. Es curioso que en un terreno tan aparentemente abierto como el arte contemporáneo haya reparos en abrir más allá del campo de la fotografía la obra de Chema Madoz, que no aparece tanto como sería deseable en las antologías y valoraciones sobre la poesía experimental y visual. Para mí, la fotografía de Madoz es el resultado —la toma final en un soporte de gran fuerza estética— de un proceso en el que hay —y no siempre— manipulación previa con intención poética. Además, las fuentes de la obra de Chema Madoz en la escultura, en la pintura y en la literatura son tan apabullantes que lo de fotógrafo es querer encajar una talla M en un cuerpo XXL, si se me permite esta burda comparación sobre la realidad cotidiana.
No dar crédito
© De Desafío al tiempo (Frequency), de Gregory Hoblit, 2000.
Recuerdo que una de las novedades que trajeron las televisiones privadas cuando comenzaron a emitir en España —no hace tanto tiempo, pues veinte años no son nada— fue eliminar los créditos de las películas. Me resultaba enojoso que se cortaran bruscamente para dar paso inmediato a la publicidad y a otros programas de la parrilla, por razones económicas, supongo, o de tiempo. Siempre me molestó. Y siempre, empero, nos quedaba la televisión pública, que no tenía esos hábitos.Cuando RTVE suprimió la publicidad afloraron muchas razones para el optimismo y cierta regeneración de un concepto de televisión informativa y formativa; pero hete aquí que ahora la televisión pública es la que interrumpe con mayor brusquedad si cabe los créditos de cualquiera de las películas que emite, tanto en La 1 como en la supuesta cadena de contenidos culturales, La 2. No lo comprendo. ¿Cine sin cortes? No doy crédito.
domingo, julio 11, 2010
Sana ilusión
© Alejandro Ruesga
Me gusta esta foto de Alejandro Ruesga en El País de hoy. En quienes muestra me imagino a unos chavales con sus cromos y sus sueños. Y esta tarde están donde están. Ojalá.
sábado, julio 10, 2010
El quitallueve
No encuentro en ningún otro lugar esta palabra, quitallueve, que utilizó el poeta salmantino Iglesias de la Casa (1748-1791) en uno de los epigramas que se recogieron en las principales ediciones decimonónicas de sus Poesías póstumas, como en ésta de 1837. También está en las de 1820, 1821 o 1840. Pudiera pensarse en un principio que significa paraguas, como parece —tengo mis dudas— que usó el término quitaguas Larra en uno de sus artículos de El Pobrecito Hablador, "Empeños y desempeños". Tampoco creo que sea una prenda, un impermeable. Me inclino, sin embargo, por interpretar que lo que en el poema de Iglesias cede ese señor a Inés es el espacio protegido por el alero de una vivienda en una escena callejera. Seguiré dándole vueltas al quitallueve.
viernes, julio 09, 2010
L'Aquila
© EFE
Ayer la prensa traía la crónica de la manifestación de los afectados por el terremoto de L'Aquila, que acudieron a Roma el miércoles a pedir justicia. A un año y tres meses de la catástrofe, algunos de los presagios sobre la incompetencia y el olvido de las autoridades se han hecho realidad. María José Flores me dice que, antes de la de Roma, se organizó otra manifestación muy grande en L'Aquila —casi toda la ciudad—, que cortó la autopista; pero que ha tenido menos repercusión fuera. Ella lleva viviendo, con suerte, desde hace un par de meses en una buhardilla, procurada por la Protección Civil de allí. "Pero la ciudad es un desastre —me cuenta—, y nada se mueve, nada. Aún sigue viviendo gente en los hoteles de la playa, y los que vivimos en el Aquila estamos desperdigados, en una ciudad que no es una ciudad ni es nada. Estamos todos muy cansados y casi sin esperanzas de que el Aquila vuelva a resurgir."Ánimo. Espero que no quede en lo que leí allí, en Italia, en Verona, cuando La Repubblica dio la noticia de que para el Día Mundial del Teatro —que fue el 27 de marzo, aquel mismo del apagón de la hora del planeta sin pena y sin gloria—, los actores italianos llevarían un crisantemo, "il fiore dei morti", para dar un testimonio público de la moribunda situación económica del teatro en ese país. Le valdrían las mismas flores a la pareja que con papeles y con un megáfono convocaban al grito de "¡Basta!" a los viandantes que pasaban por la Piazza Bra de Verona aquella noche antes de unas elecciones. Sin pena y sin gloria. Pero hay que seguir.
martes, julio 06, 2010
Los cielos tan solos
La serenidad. Me sugiere serenidad este libro, el más reciente de Pablo Guerrero, que me ha enviado: Los cielos tan solos. Prólogo e ilustraciones de Miguel Copón. Madrid, Maia Ediciones y Diputación Provincial de Badajoz, 2010. La serenidad del que escribe, del que sigue "sentado en una piedra", dibujando en su frente "los bosques del otoño, / la alquimia enamorada, la música del barco." Esa serenidad que se desprende en la forma de escribir cómo alguien que escribe cree en la palabra escrita. La serena actitud del que vuelve al origen y vuelve a rendir tributo a "la tierra sin sombra" y al círculo de ríos —Guadalemar, Zújar, Guadiana— de su principio, de su "de aquí soy".
La Editora Regional de Extremadura fue la primera que recogió las Canciones y poemas de Pablo Guerrero en un libro, publicado en 1989; y ha sido la primera que ha tenido en cuenta en su antología (Literatura en Extremadura 1984-2009), publicada en 2010, la poesía de este autor. Me alegro, pues, de que su voz siga tan firme con un nuevo libro, el noveno, si me salen las cuentas.
En dos secciones ("Por las ruedas del aire" y "Alguien traiga jazmines"), Pablo sigue sosteniendo esa voz de sus libros más recientes, y aquí insiste en la palabra como objeto y vehículo de su quehacer, y en la naturaleza, en sus seres y sus más elementales verdades, como marco de la expresión de este sentir poético. Un placer.
La Editora Regional de Extremadura fue la primera que recogió las Canciones y poemas de Pablo Guerrero en un libro, publicado en 1989; y ha sido la primera que ha tenido en cuenta en su antología (Literatura en Extremadura 1984-2009), publicada en 2010, la poesía de este autor. Me alegro, pues, de que su voz siga tan firme con un nuevo libro, el noveno, si me salen las cuentas.
En dos secciones ("Por las ruedas del aire" y "Alguien traiga jazmines"), Pablo sigue sosteniendo esa voz de sus libros más recientes, y aquí insiste en la palabra como objeto y vehículo de su quehacer, y en la naturaleza, en sus seres y sus más elementales verdades, como marco de la expresión de este sentir poético. Un placer.
lunes, julio 05, 2010
De préstamos y plagios
La curiosidad rodea a este libro. Todo es curioso; o todo tiene su poco de curiosa casualidad. Me lo envió dedicado su autora, mi antigua compañera de Facultad Bénédicte Vauthier, que está en la Universidad François Rabelais de la ciudad francesa de Tours. Ella es la autora de la edición y de un extenso estudio preliminar. Está publicado por PUbliCan, las Ediciones de la Universidad de Cantabria, que lleva con sabia mano Belmar Gándara, con quien tengo el gusto de colaborar en proyectos comunes. El presidente del Consejo Editorial de PUbliCan Ediciones es el historiador Gonzalo Capellán de Miguel, autor de la biografía de Gumersindo de Azcárate (Valladolid, Junta de Castilla y León, 2005) y de otros trabajos a los que se remite en estas páginas, y al que conocí gracias también al mundo de las publicaciones universitarias. El libro, además, está impreso en Madrid por Pedro Cid, responsable también de un buen número de los libros que publicamos en Extremadura. En este libro, pues, estamos conectadas cinco personas que nos conocemos por diversos motivos y en diferente grado. Además, en él hay otro elemento de cercanía, la presencia de uno de los trabajos de Juan Manuel Rozas sobre los textos calderonistas de Menéndez Pelayo y Valera, lo que puede ser considerado germen de esta curiosa investigación.
Menéndez Pelayo —y Juan Valera— en el Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano recoge seis artículos sin firma publicados en la gran enciclopedia de Montaner y Simón en 29 volúmenes, y que presentan curiosos problemas en relación con su autoría que afectan tanto a don Marcelino como a Valera, y que son ejemplos de auto-plagio o lo que llama Bénédicte a partir del francés stellionat, un caso de estelionato, y de colaboraciones tácticas. Además, claro, el lector puede leer las entradas del Diccionario referidas al propio Marcelino Menéndez Pelayo, a El Alcalde de Zalamea, al Amadís de Gaula, a los autos sacramentales, a La Celestina y al Quijote. Una curiosidad de filólogo.
Menéndez Pelayo —y Juan Valera— en el Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano recoge seis artículos sin firma publicados en la gran enciclopedia de Montaner y Simón en 29 volúmenes, y que presentan curiosos problemas en relación con su autoría que afectan tanto a don Marcelino como a Valera, y que son ejemplos de auto-plagio o lo que llama Bénédicte a partir del francés stellionat, un caso de estelionato, y de colaboraciones tácticas. Además, claro, el lector puede leer las entradas del Diccionario referidas al propio Marcelino Menéndez Pelayo, a El Alcalde de Zalamea, al Amadís de Gaula, a los autos sacramentales, a La Celestina y al Quijote. Una curiosidad de filólogo.
domingo, julio 04, 2010
jueves, julio 01, 2010
Música española del XV al XVII
Releo ahora este texto escrito hace ya cuatro años para este disco de Quinta Pars, editado por Leandro Lorrio cuando el grupo estaba formado por Rosario Cruz, Isabel Ródenas, Maribel Rodríguez Ponce con la asistencia del laúd Jacinto Sánchez y de la viola da gamba Calia Álvarez. Me ha llegado ahora, y lo escucho en su nueva y definitiva presentación.
"Cuando Octavio Paz escribía que Lope de Vega era, frente a otras cumbres barrocas como Quevedo o Góngora, el verdadero poeta original por nacer su poesía de lo más elemental y primordial, pensaba en sus Rimas, en sus sonetos, incluso en su lírica sacra, verdadera poesía existencial, se ha dicho. Sin embargo, la estatura del Fénix se fundamenta también en una veta más oculta por dispersa, pero singularmente importante en nuestro poeta, la lírica popular, toda su producción para cantar diseminada en comedias, novelas y otros textos.
En esta parcela del fértil campo lopesco ha labrado Qvinta Pars su nueva obra, La edad tierna y florida, un conjunto de piezas musicales de los siglos XV a XVII armadas con diversas letras del autor de La Dorotea, lo que vuelve a confirmar, tras el empeño de las Canciones de la tierra (2004) —sobre el folclore de Extremadura—, el afán investigador de este grupo vocal e instrumental.
Para el que escuche y lea, no por desusada deja de ser cabal esta forma de entrar en Lope de Vega, a través de sus letras para ser cantadas. En realidad, la música fue vehículo para la entrada de la poesía popular en la alta literatura de los Siglos de Oro, para su dignificación —Margit Frenk Alatorre—, y el ejemplo de Lope es capital para entender cómo esa lírica del pueblo se convierte en uno de elementos constitutivos de géneros teatrales como el auto o la comedia, y otros menores, y pasará también a formas como la novela, en el caso que nos ocupa.
La formación musical de Lope de Vega, demostrada por Querol, quien ha trabajado los cancioneros musicales españoles, es la que se pone de manifiesto en esta obra de Qvinta Pars. Junto a las canciones de bodas y de bautizos, los cantares de siega, las serranas, los villancicos, las seguidillas..., formas incluidas en las poesías líricas de Lope que se han transmitido con mayor difusión, yacían, como escondidas, otras piezas que son las rescatadas ahora: barquillas, canciones de ausencia, piezas de la tradición de San Juan, romancillos...
La manera de dignificación de la lírica popular que hay en este disco parece reproducir la que, con sus medios, Lope de Vega llevó a cabo al incorporar a su teatro formas varias de ese rico venero. Un ejemplar modo de difusión moderna."
"Cuando Octavio Paz escribía que Lope de Vega era, frente a otras cumbres barrocas como Quevedo o Góngora, el verdadero poeta original por nacer su poesía de lo más elemental y primordial, pensaba en sus Rimas, en sus sonetos, incluso en su lírica sacra, verdadera poesía existencial, se ha dicho. Sin embargo, la estatura del Fénix se fundamenta también en una veta más oculta por dispersa, pero singularmente importante en nuestro poeta, la lírica popular, toda su producción para cantar diseminada en comedias, novelas y otros textos.
En esta parcela del fértil campo lopesco ha labrado Qvinta Pars su nueva obra, La edad tierna y florida, un conjunto de piezas musicales de los siglos XV a XVII armadas con diversas letras del autor de La Dorotea, lo que vuelve a confirmar, tras el empeño de las Canciones de la tierra (2004) —sobre el folclore de Extremadura—, el afán investigador de este grupo vocal e instrumental.
Para el que escuche y lea, no por desusada deja de ser cabal esta forma de entrar en Lope de Vega, a través de sus letras para ser cantadas. En realidad, la música fue vehículo para la entrada de la poesía popular en la alta literatura de los Siglos de Oro, para su dignificación —Margit Frenk Alatorre—, y el ejemplo de Lope es capital para entender cómo esa lírica del pueblo se convierte en uno de elementos constitutivos de géneros teatrales como el auto o la comedia, y otros menores, y pasará también a formas como la novela, en el caso que nos ocupa.
La formación musical de Lope de Vega, demostrada por Querol, quien ha trabajado los cancioneros musicales españoles, es la que se pone de manifiesto en esta obra de Qvinta Pars. Junto a las canciones de bodas y de bautizos, los cantares de siega, las serranas, los villancicos, las seguidillas..., formas incluidas en las poesías líricas de Lope que se han transmitido con mayor difusión, yacían, como escondidas, otras piezas que son las rescatadas ahora: barquillas, canciones de ausencia, piezas de la tradición de San Juan, romancillos...
La manera de dignificación de la lírica popular que hay en este disco parece reproducir la que, con sus medios, Lope de Vega llevó a cabo al incorporar a su teatro formas varias de ese rico venero. Un ejemplar modo de difusión moderna."