viernes, julio 09, 2010

L'Aquila

© EFE
Ayer la prensa traía la crónica de la manifestación de los afectados por el terremoto de L'Aquila, que acudieron a Roma el miércoles a pedir justicia. A un año y tres meses de la catástrofe, algunos de los presagios sobre la incompetencia y el olvido de las autoridades se han hecho realidad. María José Flores me dice que, antes de la de Roma, se organizó otra manifestación muy grande en L'Aquila —casi toda la ciudad—, que cortó la autopista; pero que ha tenido menos repercusión fuera. Ella lleva viviendo, con suerte, desde hace un par de meses en una buhardilla, procurada por la Protección Civil de allí. "Pero la ciudad es un desastre —me cuenta—, y nada se mueve, nada. Aún sigue viviendo gente en los hoteles de la playa, y los que vivimos en el Aquila estamos desperdigados, en una ciudad que no es una ciudad ni es nada. Estamos todos muy cansados y casi sin esperanzas de que el Aquila vuelva a resurgir."
Ánimo. Espero que no quede en lo que leí allí, en Italia, en Verona, cuando La Repubblica dio la noticia de que para el Día Mundial del Teatro —que fue el 27 de marzo, aquel mismo del apagón de la hora del planeta sin pena y sin gloria—, los actores italianos llevarían un crisantemo, "il fiore dei morti", para dar un testimonio público de la moribunda situación económica del teatro en ese país. Le valdrían las mismas flores a la pareja que con papeles y con un megáfono convocaban al grito de "¡Basta!" a los viandantes que pasaban por la Piazza Bra de Verona aquella noche antes de unas elecciones. Sin pena y sin gloria. Pero hay que seguir.

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