"A mi derecha Sergio Beser, setenta y ocho kilos de mala leche pelirroja, y a mi izquierda, Pepe Carvalho. ¿Cuánto pesas? Éste es el hombre que más sabe sobre Clarín, sabe tanto que si Clarín resucitase le mataría. Nada de la literatura le es ajeno. Lo que no sepa él, lo sé yo. 'Robustos esclavos, sudorosos por el fuego de las cocinas, dejaban sobre la mesa los manjares del primer servicio en grandes platos de arcilla roja saguntina'. ¿De quién es esto?
—De Sónnica la cortesana, de Blasco Ibáñez —adivinó Beser, displicente.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque cuando te vas a emborrachar recitas la oda a la paella, de Pemán, y cuando estás borracho declamas la escena del banquete que Sónnica le organiza en Sagunto a Acteón de Atenas."
Esto es un fragmento de Los mares del Sur (1979), la novela de Vázquez Montalbán en la que el personaje de Sergio Beser ayuda a Carvalho a resolver con brillantez de arúspice una especie de jeroglífico literario. Me enteré de la muerte del profesor Sergio Beser (Morella, 1934-Sant Cugat del Vallès, 2010) por el blog de Fernando Valls, que publicó hace unos días un texto de Teresa Barjau. Teresa Barjau es la autora de la foto que ilustra las necrológicas que ayer publicó El País, una de Montserrat Amores y otra de José-Carlos Mainer.
No conocí a Beser; pero lo he leído mucho, lo que quiere decir que he aprendido mucho. He recordado muchas de sus ideas sobre la novela del siglo XIX, sobre Clarín, sobre Galdós, sobre Baroja; pero la imagen inmediata que me ha venido a la cabeza es la que salió de la misma literatura, que tanto apasionó a Beser. La novela de su amigo Vázquez Montalbán, y también la novela de su alumno Javier Cercas, El vientre de la ballena (1997), en el personaje de Marcelo Cuartero, que Cercas retrata magistralmente en el capítulo cuarto de la segunda parte de su libro. Nada puedo hacer yo para destacar la figura de Beser, sólo el recuerdo, frente a lo que escribió Cercas. Por ejemplo: "Quienes ignoran la realidad de la vida académica imaginan que en todo profesor de literatura se esconde un apasionado de la literatura; cualquiera que la conozca de cerca puede desmentir este espejismo. Pocas pasiones sobreviven a la profesionalización de quien las experimenta, y la de la literatura no es ninguna excepción, sobre todo si se tiene en cuenta que a la larga todo profesor acaba ocupándose menos de los libros que explica que de los que otros o él mismo han escrito o escribirán sobre ellos. Entendámonos: no niego que se pueda atravesar el lodazal de una carrera académica preservando intacto el placer de la literatura; afirmo que Marcelo es una de las pocas personas que lo ha conseguido."
domingo, enero 31, 2010
viernes, enero 29, 2010
García de la Huerta en la Virtual Cervantes
Al cuidado de Juan Antonio Ríos Carralatá, profesor de la Universidad de Alicante, y autor de varios trabajos sobre el dramaturgo de Zafra, entre ellos el libro Vicente García de la Huerta (1734-1787), publicado por el Departamento de Publicaciones de la Diputación Provincial de Badajoz en su colección "Rodríguez-Moñino" en 1987, la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes abre portal a mi paisano.
jueves, enero 28, 2010
Manuel Marín
© García Francés
Esta mañana en Badajoz he tenido el gusto de saludar al hombre de la foto. Me lo ha presentado mi admirado Antonio Sáenz de Miera, que está dotado de lo que yo llamo —se me ocurre ahora— entusiasmo inteligente. Manuel Marín (Ciudad Real, 1949), que ha sido el último Presidente del Congreso de los Diputados antes de Bono, es un icono, con perdón, de la formación de mi espíritu político. Esto del espíritu político, en quienes no nos hemos dedicado a su función, como decía Julio Anguita, es algo que se tiene y que no se enseña, como siempre ha dicho mi amigo Juanjo sobre la dignidad: es como el culo, se tiene; pero no se enseña. El icono es la fotografía de García Francés, publicada en El País hace más de veinticinco años, como un símbolo del esfuerzo de las negociaciones para la adhesión de España a la Comunidad Europea.En fin, que he saludado a Manuel Marín, que ha dado una conferencia balsámica y brillante sobre Europa con motivo de la festividad de Santo Tomás de Aquino en la Universidad de Extremadura. Jarabe de optimismo y unas friegas de sentido común. Los mejores y más numerosos aplausos han sido para él. De cerca, les han seguido los dedicados al Rector, cuando empezó diciendo que iba a ser breve y más aún, cuando, estricta y cordialmente institucional, cumplió lo dicho.
Cosas que pasan
He empezado a leer Cosas que pasan, de Luis Goytisolo (Madrid, Ediciones Siruela, 2009), y me he encontrado con unas líneas alusivas a Jaime Gil de Biedma. En ellas sale, claro, la mujer de Luis Goytisolo, María Antonia Gil Moreno de Mora. Murió hace más de quince años; en 1993, y debí de enviarle al escritor una nota de pésame —espero que no muy engolada—, porque conservo en uno de sus libros, Estatua con palomas, una tarjeta con una palabra manuscrita: "Gracias".
María Antonia era hermana de Bel, la amante de Gil de Biedma; y Luis Goytisolo evoca, precisamente, ese momento de chispa entre tanta insulsez de la película de Monleón sobre el autor de Moralidades al que me referí el lunes, es decir, aquí abajo.
"Pienso en Bel, la hermana de María Antonia, en su apresurado matrimonio, en su inevitable separación, en la poco afortunada colección de amantes que no tardó en hacerse, precipitadamente, como azuzada por el modelo de pareja que veía en María Antonia y en mí, como intuyendo que iba sobrada de tiempo si quería encontrar algo parecido. Su relación con Jaime Gil de Biedma fue la más sonada, obviamente porque a Jaime no se le conocía aventura heterosexual alguna. El marido interpuso una querella por adulterio y Jaime y yo fuimos llamados a declarar en condición de testigos. En los juzgados, al cruzarnos con el marido, éste, con expresión de mordisco, espetó a Jaime: "¡Maricón!". La principal prueba de cargo era un poema dedicado a Bel, un Niña Isabel ten cuidado que resultó profético, ya que a Jaime le siguieron otros amantes, y cuando el coche que ella conducía se vio arrastrado por una crecida regresaba de encontrarse con el que iba a ser el último, no mejor elegido que los anteriores." (pág. 43).
Una coincidencia en la lectura. Cosas que pasan.
María Antonia era hermana de Bel, la amante de Gil de Biedma; y Luis Goytisolo evoca, precisamente, ese momento de chispa entre tanta insulsez de la película de Monleón sobre el autor de Moralidades al que me referí el lunes, es decir, aquí abajo.
"Pienso en Bel, la hermana de María Antonia, en su apresurado matrimonio, en su inevitable separación, en la poco afortunada colección de amantes que no tardó en hacerse, precipitadamente, como azuzada por el modelo de pareja que veía en María Antonia y en mí, como intuyendo que iba sobrada de tiempo si quería encontrar algo parecido. Su relación con Jaime Gil de Biedma fue la más sonada, obviamente porque a Jaime no se le conocía aventura heterosexual alguna. El marido interpuso una querella por adulterio y Jaime y yo fuimos llamados a declarar en condición de testigos. En los juzgados, al cruzarnos con el marido, éste, con expresión de mordisco, espetó a Jaime: "¡Maricón!". La principal prueba de cargo era un poema dedicado a Bel, un Niña Isabel ten cuidado que resultó profético, ya que a Jaime le siguieron otros amantes, y cuando el coche que ella conducía se vio arrastrado por una crecida regresaba de encontrarse con el que iba a ser el último, no mejor elegido que los anteriores." (pág. 43).
Una coincidencia en la lectura. Cosas que pasan.
lunes, enero 25, 2010
El cónsul de Sodoma
Y en efecto, el viernes fuimos a ver la película de Sigfrid Monleón, El cónsul de Sodoma. Yo todavía no sé de qué va. Parece ser que está basada en un libro escrito por Miguel Dalmau sobre la vida de Jaime Gil de Biedma (Circe, 2004). Dice ahora Dalmau que en la película tiene mucho peso la parte literaria. No es cierto. No. Si la "parte literaria" tuviese mucho peso no se habría hecho la película. El peso es del sexo. Sexo, mucho sexo. Por delante y por detrás. Por arriba y por abajo. Sexo. En Manila y en Bocaccio. Sexo. Al principio y al final. Que es lo que vende. Aun así, ya me gustaría conocer las cifras de recaudación de esta cinta. Incluso con la polémica que han provocado. El viernes, en la sala, había 12 personas.
He seguido la tinta derramada en torno a la película. La protesta de Juan Marsé frente a quienes han perpetrado esta película sobre la supuesta vida de su amigo Jaime Gil de Biedma. Me pregunto por qué tanta presencia en la película de Marsé y tantas referencias a Últimas tardes con Teresa. Incluso sale una escena con el montaje, como si fuese una película, de la fotografía que ilustró la primera edición de la novela. Como si fuese una feria. Y Marsé presente. Toma ya.
Y luego he leído todos los insultos. Los del productor, sobre todos. También la tibieza argumentativa del biógrafo, y la explicación algo extemporánea del director, pues vuelve a centrarse sobre Marsé y sobre su intención de retratar el encuentro de dos culturas, "la de la burguesía liberal ilustrada de principios de siglo y la obrera de ateneo libertario de barrio" [sic]. Pero es que la película no es eso; y ese encuentro o la alusión a ese encuentro ocupa muy poquito de los ciento y pico minutos de metraje. Así que tiene razón Marsé cuando arremete contra lo que han propuesto sobre su amigo. Bueno, sobre lo que han propuesto.
Como hace varios años, explico en clase la poesía de Gil de Biedma. Estos días atrás, he animado a mis alumnos a ver la película. No siempre se tiene la ocasión de complementar la lectura con algo tan de actualidad como un estreno cinematográfico. Después de haberla visto, creo que prefiero explicar la poesía de Gil de Biedma antes de que vayan al cine a ver lo que no fue lo más notable de la vida de un autor de una inteligencia sobresaliente, de una forma estelar y brillante de vivir la literatura, de una obra literaria que fue más allá de la poesía...
Jordi Mollá es un buen actor y, siguiendo con Marsé, el que lo interpreta —Alex Brendemühl—, es estupendo. El uso, por otra parte, de un poema de Gil —"A una dama muy joven, separada"— en la escena del juicio Bel vs su marido es una chispa entre tanta insulsez. La última escena es patética; no por lo que pretende torpemente decir, sino por lo que muestra. No me extraña que Marsé diga lo que dice. Nos hemos acordado del papelón de ese actor que torpea en esa última escena, desnudo —no precisamente "de cintura para abajo" como en el espléndido poema— de espaldas a la cámara, bailando música disco mientras Jaime Gil de Biedma, casi literalmente, se muere. Lo he contado demasiado trascendente como para lo que en verdad es. Desternillante. Da rabia escribir esto.
He seguido la tinta derramada en torno a la película. La protesta de Juan Marsé frente a quienes han perpetrado esta película sobre la supuesta vida de su amigo Jaime Gil de Biedma. Me pregunto por qué tanta presencia en la película de Marsé y tantas referencias a Últimas tardes con Teresa. Incluso sale una escena con el montaje, como si fuese una película, de la fotografía que ilustró la primera edición de la novela. Como si fuese una feria. Y Marsé presente. Toma ya.
Y luego he leído todos los insultos. Los del productor, sobre todos. También la tibieza argumentativa del biógrafo, y la explicación algo extemporánea del director, pues vuelve a centrarse sobre Marsé y sobre su intención de retratar el encuentro de dos culturas, "la de la burguesía liberal ilustrada de principios de siglo y la obrera de ateneo libertario de barrio" [sic]. Pero es que la película no es eso; y ese encuentro o la alusión a ese encuentro ocupa muy poquito de los ciento y pico minutos de metraje. Así que tiene razón Marsé cuando arremete contra lo que han propuesto sobre su amigo. Bueno, sobre lo que han propuesto.
Como hace varios años, explico en clase la poesía de Gil de Biedma. Estos días atrás, he animado a mis alumnos a ver la película. No siempre se tiene la ocasión de complementar la lectura con algo tan de actualidad como un estreno cinematográfico. Después de haberla visto, creo que prefiero explicar la poesía de Gil de Biedma antes de que vayan al cine a ver lo que no fue lo más notable de la vida de un autor de una inteligencia sobresaliente, de una forma estelar y brillante de vivir la literatura, de una obra literaria que fue más allá de la poesía...
Jordi Mollá es un buen actor y, siguiendo con Marsé, el que lo interpreta —Alex Brendemühl—, es estupendo. El uso, por otra parte, de un poema de Gil —"A una dama muy joven, separada"— en la escena del juicio Bel vs su marido es una chispa entre tanta insulsez. La última escena es patética; no por lo que pretende torpemente decir, sino por lo que muestra. No me extraña que Marsé diga lo que dice. Nos hemos acordado del papelón de ese actor que torpea en esa última escena, desnudo —no precisamente "de cintura para abajo" como en el espléndido poema— de espaldas a la cámara, bailando música disco mientras Jaime Gil de Biedma, casi literalmente, se muere. Lo he contado demasiado trascendente como para lo que en verdad es. Desternillante. Da rabia escribir esto.
domingo, enero 24, 2010
El 'Urtain' de Animalario
Anoche vimos en el Gran Teatro Urtain, la obra de Animalario, interpretada por un inmenso primer actor que es Roberto Álamo, y al que me gustaría ver en papeles diferentes. La compañía siempre ha apostado por propuestas escénicas rompedoras. Esta vez era más previsible: el cuadrilátero de boxeo, con sus cuerdas y sus focos. Aun así, la propuesta es efectiva desde todos los puntos de vista, desde el estético y desde el funcional; desde los dos lados, y desde el patio de butacas.
Un espectáculo. Uno de los que mejor pueden ayudar a confirmar la oportunidad de la campaña del Gran Teatro de regalar una butaca a todos aquellos que no hayan ido nunca a ver una obra teatral. Con toda seguridad, si fue ayer el caso, se han ganado espectadores, nuevos aficionados al teatro. Tres, dos, o uno.
Doce asaltos construyen la obra; doce fases de una cuenta atrás que parte del definitivo golpe en la lona, en el asfalto de la calle Fernán Caballero de Madrid, al lado del Parque de Comillas, un día de julio de 1992, justo antes de la inauguración de la Olimpiada de Barcelona. Se tiró por el balcón y cayó en la lona. Un golpe seco. Como en los que insiste el montaje de Andrés Lima sobre el texto de Juan Cavestany. Hasta llegar a los dieciséis golpes sobre el pecho del padre de Urtain, que dicen que murió de eso, por una apuesta. ¿He dicho el texto de Juan Cavestany? No, obra. Y punto. Es poco el texto, y, por eso, más difícil, mucho más difícil levantar un montaje así sobre un texto. No conozco el original, pero me lo imagino lleno de marcas, de didascalias, casi como si el texto secundario fuese el principal. Quizá debía decir guión, pues parece que la obra nació para ser realizada en cine. Qué más da. Muerde. Llega. Funciona.
La sala se llena de teatro, de sonido, de fuerza dramática. Es una espectacularidad autónoma, no mimética. Aunque algunos efectos obedezcan a la recreación de la atmósfera de los combates de boxeo, lo de ayer tenía otra función, y no he visto ningún combate en mi vida. Lo de ayer fue una lección de teatro, desde el que movía un foco prendido del peine, hasta el que imitaba a Raphael en un momento hilarante de esta tragedia de nuestra madre España, este país de todos los demonios..., como escribió Gil de Biedma, que no se me quita de la cabeza desde que el viernes vimos la película.
Un espectáculo. Uno de los que mejor pueden ayudar a confirmar la oportunidad de la campaña del Gran Teatro de regalar una butaca a todos aquellos que no hayan ido nunca a ver una obra teatral. Con toda seguridad, si fue ayer el caso, se han ganado espectadores, nuevos aficionados al teatro. Tres, dos, o uno.
Doce asaltos construyen la obra; doce fases de una cuenta atrás que parte del definitivo golpe en la lona, en el asfalto de la calle Fernán Caballero de Madrid, al lado del Parque de Comillas, un día de julio de 1992, justo antes de la inauguración de la Olimpiada de Barcelona. Se tiró por el balcón y cayó en la lona. Un golpe seco. Como en los que insiste el montaje de Andrés Lima sobre el texto de Juan Cavestany. Hasta llegar a los dieciséis golpes sobre el pecho del padre de Urtain, que dicen que murió de eso, por una apuesta. ¿He dicho el texto de Juan Cavestany? No, obra. Y punto. Es poco el texto, y, por eso, más difícil, mucho más difícil levantar un montaje así sobre un texto. No conozco el original, pero me lo imagino lleno de marcas, de didascalias, casi como si el texto secundario fuese el principal. Quizá debía decir guión, pues parece que la obra nació para ser realizada en cine. Qué más da. Muerde. Llega. Funciona.
La sala se llena de teatro, de sonido, de fuerza dramática. Es una espectacularidad autónoma, no mimética. Aunque algunos efectos obedezcan a la recreación de la atmósfera de los combates de boxeo, lo de ayer tenía otra función, y no he visto ningún combate en mi vida. Lo de ayer fue una lección de teatro, desde el que movía un foco prendido del peine, hasta el que imitaba a Raphael en un momento hilarante de esta tragedia de nuestra madre España, este país de todos los demonios..., como escribió Gil de Biedma, que no se me quita de la cabeza desde que el viernes vimos la película.
sábado, enero 23, 2010
Juanjo en Haití
Después del mal sabor de boca de la película El cónsul de Sodoma, y de la que me gustaría anotar algo, anoche me alegré mucho al leer en la barra de "El Corregidor" y por el ejemplar ya muy manoseado a esas horas de El Periódico Extremadura el diario de mi amigo Juanjo desde Haití. Salió hace unos días y lleva allí tres, creo. Cuando se dieron las noticias de los equipos de españoles cooperantes que se habían trasladado a la zona del siniestro, pensé en Juanjo, y no dudé sobre su determinación de dejar lo que estuviese haciendo ahora y marcharse a echar una mano y más. Ya lo hizo hace años cuando lo del terremoto en Perú y ha participado en campañas de cooperación en África, en Togo y Benin, como ya mencioné aquí. Le deseo lo mejor en ese escenario tenebroso que describe. Es tremendo lo que cuenta. Me alegro de que lo haga, y, como siempre, tiene aquí este espacio para que difunda lo que quiera.
viernes, enero 22, 2010
NGLE (1)
Desde que está conmigo estoy más tranquilo. Me da seguridad. El otro día, sin ir más lejos, mi hijo Pedro me preguntó sobre la posibilidad de formación de una palabra con prefijo. Acudí al diccionario, bien es cierto, que me aportó la primera pista; pero la seguridad, sin duda, me la proporcionó la Nueva Gramática de la Lengua Española que vive conmigo desde hace varias semanas. No imagino los beneficios que obtendré de ella en los años que nos queden de vida. Miro mis dos volúmenes del María Moliner y deseo para los tiempos venideros el mismo uso.
lunes, enero 18, 2010
Un dolor imposible de definir
© RNE
Lo dice Fran Sevilla, corresponsal de Radio Nacional de España en América Latina y enviado especial en Haití. Lo escribe en su blog, en una entrada de hace dos días. Hoy por la tarde, en el programa de Toni Garrido, en directo, ha estremecido a todos con la crónica sobre una ciudad sin ley, con un pueblo abandonado a su suerte, sin protección, sin seguridad, sin gobierno y sin que la ayuda humanitaria haya sido a esta hora repartida. "Envío una crónica a RNE, la voz se me entrecorta, se me ahoga. Tengo ganas de llorar y no resulta fácil contener las lágrimas. Dejo que fluyan cuando termino de hablar", escribe en su blog.
domingo, enero 17, 2010
La prensa del domingo
© Ricardo Gutiérrez
Leo hoy en El País que "Obama une a Clinton y a Bush para salvar a Haití de la devastación". Impresionante. Todas las colectas de las misas de hoy en España van a ir para ayudas a los damnificados por el terremoto en Haití. Impresionante. Hoy, en El País, Javier Moreno entrevista al Presidente del Gobierno. La conversación se estructura en tres epígrafes: la presidencia española de la UE, la economía, la política. Ni una línea para la educación. No se puede hablar de todo. Sólo de lo importante. Impresionante. Cuadernillo del Domingo: el testimonio de Tony Judt, Noche, que padece esclerosis lateral amiotrófica. Impresiona. Mañana, más.
viernes, enero 15, 2010
jueves, enero 14, 2010
Extremeños y liberales
Lo ha dicho mi hermano Josemari hoy en la presentación del libro Extremadura y la modernidad: "sorprende saber que en apenas cuarenta años, de 1808 a mitad de siglo, tres extremeños fueron presidentes del gobierno de España; diez extremeños, ministros —hasta en veinticinco ocasiones—, y siete, presidentes de las Cortes, del Congreso de los Diputados o del Senado." Está en el cuadro al que aludí ayer. No tiene la menor importancia; al menos, a juzgar por el pisto que nos damos.
En la ilustración, José María Calatrava (Mérida, 1781-Madrid, 1847), redactor de las Constituciones de 1812 y 1837, y activo diputado en las Cortes de Cádiz. Fue presidente del Gobierno entre 1836 y 1837.
En la ilustración, José María Calatrava (Mérida, 1781-Madrid, 1847), redactor de las Constituciones de 1812 y 1837, y activo diputado en las Cortes de Cádiz. Fue presidente del Gobierno entre 1836 y 1837.
miércoles, enero 13, 2010
Extremadura y la modernidad (1808-1833)
Presentación mañana, jueves 14 de enero, a las 19:30 horas, en el Colegio Mayor Francisco de Sande, de Cáceres. Intervendrán José María Lama, coordinador del libro, Miguel Ángel Melón Jiménez, Juan García Pérez, Catedráticos de Historia de la UEX y colaboradores en el libro, e Inmaculada Bonilla, Diputada del Área de Cultura y Acción Ciudadana de la Diputación Provincial de Badajoz, editora del libro.
Sin duda, esta obra es una de las más notables aportaciones de la historiografía reciente en el conocimiento y la investigación sobre el período que va desde la Guerra de la Independencia hasta la muerte de Fernando VII. Si en ella se trata de subrayar el papel de Extremadura en la construcción de la España constitucional, en sí misma, como estudio colectivo, constituye un ejemplo de calidad del papel contemporáneo de Extremadura en la investigación de nuestro pasado y en la dignidad editorial de sus trabajos.
Extremadura y la modernidad (La construcción de la España constitucional, 1808-1833) (Badajoz, Diputación de Badajoz, 2009) recoge, además de los consabidos y evitables —a ver si algún día...— textos políticos, nueve estudios de nueve estudiosos: Emilio La Parra ("Guerra, revolución y liberalismo"), Miguel Ángel Melón Jiménez ("Ilustrados y reformistas en Extremadura a finales del Antiguo Régimen. Entre un nuevo orden y el volver las cosas al ser antiguo"), José Sarmiento Pérez ("La Junta Suprema de Extremadura y la Diputación de la provincia de Extremadura"), Juan García Pérez ("Sociología política y actividad parlamentaria de los diputados extremeños en las Cortes de Cádiz"), Miguel Ángel Naranjo Sanguino ("Extremeños del Trienio liberal"), Juan Antonio González Caballero ("El exilio liberal extremeño"), Isabel María Pérez González ("Literatura y liberalismo en Extremadura a comienzos del siglo XIX"), Vicente Antúnez Medina ("La música en Extremadura durante el primer tercio del siglo XIX"), y Román Hernández Nieves ("Extremadura, las artes plásticas y el primer tercio del siglo XIX").
Ahora que los evaluadores de la actividad investigadora ponen reparos —con razón— a los volúmenes de actas o de estudios en los que la labor del llamado editor o coordinador es escasa; este libro puede ponerse como ejemplo de lo contrario. La pertinente información complementaria, extraída del cuerpo de los trabajos, ilumina al lector en forma de cuadros, como el de los principales cargos en la política nacional de los primeros liberales extremeños, o en los ladillos con ilustraciones sobre publicaciones periódicas del período o personajes relevantes. Me consta que se ha hecho esa tarea de unificación de criterios, de revisión de los originales y de disposición de la información bibliográfica. Aun así, siempre se escapan algunas erratas, que esta vez se han cebado con Batilo, el poeta de Ribera del Fresno Juan Meléndez Valdés, y no "Menéndez" (págs. 289 y 374), o con mi compañero Miguel Ángel Rebollo Torío, y no "Toribio" (pág. 304), autor de una edición de las Fábulas políticas del no extremeño Cristóbal de Beña. Y en cuanto a la bibliografía es reprochable que no se mencione en la principal —hay referencia indirecta en el trabajo de Isabel Mª Pérez González— el volumen coordinado por Miguel Rodríguez Cancho, La Guerra de la Independencia en Badajoz (1808-1814) (Badajoz, Servicio de Publicaciones Ayuntamiento de Badajoz, 2008).
Es difícilmente evitable esa cierta desigualdad de penetración en sus capítulos de la que adolecen algunas de estas obras colectivas. Así, hay trabajos que no pueden competir con otros. Miraré a lo positivo, y cierro con la expresión de mi agrado —que me perdonen mis amigos y colegas que tengo más cerca y cuyos trabajos conozco más— por la lectura del capítulo sobre "El exilio liberal extremeño" de Juan Antonio González Caballero, que me ha aportado más, lógicamente, que lo bueno conocido.
Sin duda, esta obra es una de las más notables aportaciones de la historiografía reciente en el conocimiento y la investigación sobre el período que va desde la Guerra de la Independencia hasta la muerte de Fernando VII. Si en ella se trata de subrayar el papel de Extremadura en la construcción de la España constitucional, en sí misma, como estudio colectivo, constituye un ejemplo de calidad del papel contemporáneo de Extremadura en la investigación de nuestro pasado y en la dignidad editorial de sus trabajos.
Extremadura y la modernidad (La construcción de la España constitucional, 1808-1833) (Badajoz, Diputación de Badajoz, 2009) recoge, además de los consabidos y evitables —a ver si algún día...— textos políticos, nueve estudios de nueve estudiosos: Emilio La Parra ("Guerra, revolución y liberalismo"), Miguel Ángel Melón Jiménez ("Ilustrados y reformistas en Extremadura a finales del Antiguo Régimen. Entre un nuevo orden y el volver las cosas al ser antiguo"), José Sarmiento Pérez ("La Junta Suprema de Extremadura y la Diputación de la provincia de Extremadura"), Juan García Pérez ("Sociología política y actividad parlamentaria de los diputados extremeños en las Cortes de Cádiz"), Miguel Ángel Naranjo Sanguino ("Extremeños del Trienio liberal"), Juan Antonio González Caballero ("El exilio liberal extremeño"), Isabel María Pérez González ("Literatura y liberalismo en Extremadura a comienzos del siglo XIX"), Vicente Antúnez Medina ("La música en Extremadura durante el primer tercio del siglo XIX"), y Román Hernández Nieves ("Extremadura, las artes plásticas y el primer tercio del siglo XIX").
Ahora que los evaluadores de la actividad investigadora ponen reparos —con razón— a los volúmenes de actas o de estudios en los que la labor del llamado editor o coordinador es escasa; este libro puede ponerse como ejemplo de lo contrario. La pertinente información complementaria, extraída del cuerpo de los trabajos, ilumina al lector en forma de cuadros, como el de los principales cargos en la política nacional de los primeros liberales extremeños, o en los ladillos con ilustraciones sobre publicaciones periódicas del período o personajes relevantes. Me consta que se ha hecho esa tarea de unificación de criterios, de revisión de los originales y de disposición de la información bibliográfica. Aun así, siempre se escapan algunas erratas, que esta vez se han cebado con Batilo, el poeta de Ribera del Fresno Juan Meléndez Valdés, y no "Menéndez" (págs. 289 y 374), o con mi compañero Miguel Ángel Rebollo Torío, y no "Toribio" (pág. 304), autor de una edición de las Fábulas políticas del no extremeño Cristóbal de Beña. Y en cuanto a la bibliografía es reprochable que no se mencione en la principal —hay referencia indirecta en el trabajo de Isabel Mª Pérez González— el volumen coordinado por Miguel Rodríguez Cancho, La Guerra de la Independencia en Badajoz (1808-1814) (Badajoz, Servicio de Publicaciones Ayuntamiento de Badajoz, 2008).
Es difícilmente evitable esa cierta desigualdad de penetración en sus capítulos de la que adolecen algunas de estas obras colectivas. Así, hay trabajos que no pueden competir con otros. Miraré a lo positivo, y cierro con la expresión de mi agrado —que me perdonen mis amigos y colegas que tengo más cerca y cuyos trabajos conozco más— por la lectura del capítulo sobre "El exilio liberal extremeño" de Juan Antonio González Caballero, que me ha aportado más, lógicamente, que lo bueno conocido.
martes, enero 12, 2010
Ángel Sotomayor
Hay veces en que todo se da el mismo día. El jueves 14, a las 21:00 horas, en el café La Traviata de Cáceres, expone Ángel Sotomayor (Hoyos, Cáceres, 1965), muy activo últimamente, como puede verse en el número de esta semana de Avuelapluma. El mismo día; pero a las 20:30, en el espacio Belleartes, Javier Figueredo presenta su exposición Equilibrio entre belleza, utilidad y fertilidad......sobre mi PUTA vida. Y un poco antes, a las 19:30, en el Colegio Mayor Francisco de Sande, se presenta el libro Extremadura y la modernidad (La construcción de la España constitucional, 1808-1833) (Badajoz, Diputación de Badajoz, 2009), del que me gustaría hablar mañana.
Parece que se han puesto de acuerdo los organizadores de estos actos —ojalá que algún día sea así—; porque, si uno no tuviese que hacer otras cosas, daría tiempo a estar en los tres sitios desde las siete y media hasta las nueve de la noche. Ahora bien, no creo que haya tanta gente que se considere público posible de los tres actos. Rarezas.
Parece que se han puesto de acuerdo los organizadores de estos actos —ojalá que algún día sea así—; porque, si uno no tuviese que hacer otras cosas, daría tiempo a estar en los tres sitios desde las siete y media hasta las nueve de la noche. Ahora bien, no creo que haya tanta gente que se considere público posible de los tres actos. Rarezas.
lunes, enero 11, 2010
La nieve de ayer
© CMD
Así estaba el paseo de la Avenida de Hernán Cortés. Y otra imagen de la Plaza de San Juan.© CMD
domingo, enero 10, 2010
Nieve
—Esto no cuaja. Hemos escuchado decir esta mañana a la hora del aperitivo a la mayoría escéptica. Las conversaciones, todas, sobre el frío y la nieve.
En la plaza de San Juan, una mujer se ha caído.
—¿Y no te ha ayudado ningún hombre a levantarte? —le han preguntado al contarlo después.
—Sí. —Y se ha sentado, algo quejosa del codo derecho. Luego, hemos deducido hasta la identidad del caballero, corpulento y motero.
Gran novedad la nieve en Cáceres. A esta hora, las cinco y media de la tarde, la ciudad ha cambiado de aspecto —hay mucha más nieve— desde el momento en que hice esta fotografía. En esta mesa, la misma de todos los días, escribo y miro a través de la ventana el exterior nevado. La sensación es la del que está lejos de casa. Con todos mis libros, sin embargo.
En la plaza de San Juan, una mujer se ha caído.
—¿Y no te ha ayudado ningún hombre a levantarte? —le han preguntado al contarlo después.
—Sí. —Y se ha sentado, algo quejosa del codo derecho. Luego, hemos deducido hasta la identidad del caballero, corpulento y motero.
Gran novedad la nieve en Cáceres. A esta hora, las cinco y media de la tarde, la ciudad ha cambiado de aspecto —hay mucha más nieve— desde el momento en que hice esta fotografía. En esta mesa, la misma de todos los días, escribo y miro a través de la ventana el exterior nevado. La sensación es la del que está lejos de casa. Con todos mis libros, sin embargo.
viernes, enero 08, 2010
En la Librería Lello
© CMD
Tratándose de libros, me parece extraordinario el uso turístico de este singular espacio en el que uno puede tomar un café y tiene que procurar no chocar con otros visitantes, que no clientes. La librería Lello de Oporto está muy cerca de la Iglesia de los Clérigos, en la Rua das Carmelitas, 144, y hasta allí llegamos el lunes, muy lluvioso, impresionados por el espacio que acoge miles de libros que quizá se sientan algo despreciados —¿paradójicamente?— por las miradas y los flashes de las cámaras.Busqué libros de portugueses. Me llevé Os animais do sol e da sombra, de António Ramos Rosa, en una edición barata que me costó cara. No tenían ninguna traducción al portugués de Juan Goytisolo —siempre busco sus traducciones a otras lenguas. Carmen me regaló la Rosa do mundo. 2001 poemas para o futuro, de Hermínio Monteiro (Lisboa, Assírio & Alvim, 2001). Ángel Campos me contó que cuando murió Hermínio, en Lisboa, en junio de 2001, tenía sobre su mesilla, al lado de la cama, este tomazo de casi dos mil páginas de poemas de todos los tiempos y todas las nacionalidades, con el título envolvente del poema de W. B. Yeats. Era novedad por aquel entonces, pues se publicó, si no estoy confundido, entre abril y mayo de 2001. Fue su última obra, fastuosa y admirable en su medida, grande. Una de las mejores pruebas para saber cómo era Hermínio a la hora de divulgar la poesía.
Y me traje también un número de los Cadernos de Serrúbia, de la Fundación Eugénio de Andrade, precisamente el del homenaje "in memoriam" del gran poeta portugués (número 6, octubre de 2006). Incluye uno de los últimos poemas escritos por Andrade, y varios textos de amigos y personalidades literarias como Eduardo Lourenço, Gastão Cruz, Carlos Reis, José Bento, Fernando Pinto do Amaral o Maria Helena da Rocha Pereira, entre otros. Hay una foto de su funeral y un listado de condolencias, de autoridades —desde el Presidente de la República, Sampaio en aquel momento— instituciones y particulares. De España, sólo Ángel Campos Pámpano figura en los listados.
En la librería Lello, fundada en 1869 y en ese edificio construido ex profeso en 1906.
miércoles, enero 06, 2010
Oporto
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Visita fugaz a Oporto. Con todo, menos fugaz que la última vez que estuve, con Fernando T. Pérez, para presentar hace unos años —octubre de 1998— un número de Espacio/Espaço Escrito —el 15-16, dedicado a Fernando Assis Pacheco. En aquella ocasión, fueron sólo tres horas. Esta vez, dos días y medio, incluyendo una mañana en Braga.Hemos visto mucho de lo mejor de la ciudad portuense. La hemos visto desde la altura de la Torre dos Clérigos y desde la perspectiva del otro lado del río, en Gaia, desde donde puede observarse buena parte de la ciudad antigua, Patrimonio de la Humanidad. Y también desde el subsuelo, pues el cómodo, rápido, limpio y vigilado metro nos ha servido para evitar la cuesta hasta casa desde casi la ribeira. Aun así, largos paseos, subidas y bajadas, escaleras. Un respiro.
domingo, enero 03, 2010
Avanti. Poetas
Agradezco a Pablo Luque Pinilla el envío de esta antología Avanti. Poetas españoles de entresiglos XX-XXI. Ed. de Pablo Luque Pinilla, Tarazona (Zaragoza), Olifante. Ediciones de Poesía, 2009. Su propuesta de historia poética —más sobre poemas que sobre poetas, al parecer— parte de Pere Gimferrer y concluye con José Mateos, es decir, desde 1945 a 1963, en cuanto a las fechas de nacimiento se refiere. Otro asunto es la parcelación por tramos cronológicos generacionales, para lo que el antólogo, que alega otras fechas, parte de las teorizaciones clásicas (Petersen-Ortega-Marías). Al final, mandan los nombres: Pere Gimferrer, Jenaro Talens, Antonio Colinas, Miguel D'Ors, Ángel Guinda, Enrique Gracia Trinidad, Abelardo Linares, Chantal Maillard, Julio Martínez Mesanza, Ángel Campos Pámpano, Álvaro Valverde, Aurora Luque, Amalia Iglesias Serna, y José Mateos.
Me anunció la publicación de la antología Carmen Fernández, porque aparecía Ángel Campos Pámpano, y que quizá me la enviarían; y luego supe algo más sobre su contenido por Álvaro Valverde. Ver a los dos, a Ángel y Álvaro, juntos aquí es una alegría, tan justamente tratados. Curioso que se vean, también, vinculados por frecuentar el verso blanco anisosilábico de base impar, así, en esa manera de anotar técnicamente aspectos formales de la poesía de los autores incluidos en esta propuesta de P. Luque para leer una parte —quizá estricta— de un período intersecular de la poesía española. Construye; no destruye. Una alegría, siempre. Sólo empañada por esa excepción hecha en la página 13 sobre la situación en activo de todos los poetas incluidos, menos uno. Una alegría, empero.
Me anunció la publicación de la antología Carmen Fernández, porque aparecía Ángel Campos Pámpano, y que quizá me la enviarían; y luego supe algo más sobre su contenido por Álvaro Valverde. Ver a los dos, a Ángel y Álvaro, juntos aquí es una alegría, tan justamente tratados. Curioso que se vean, también, vinculados por frecuentar el verso blanco anisosilábico de base impar, así, en esa manera de anotar técnicamente aspectos formales de la poesía de los autores incluidos en esta propuesta de P. Luque para leer una parte —quizá estricta— de un período intersecular de la poesía española. Construye; no destruye. Una alegría, siempre. Sólo empañada por esa excepción hecha en la página 13 sobre la situación en activo de todos los poetas incluidos, menos uno. Una alegría, empero.
viernes, enero 01, 2010
Año Nuevo
Comienza bien el año. Lo despedí los dos últimos días con una artritis reumatoide localizada en el pulgar de la mano derecha que me dificultaba enormemente:
Escribir a mano
Mandar un sms
Girar la llave en la cerradura
Coger la taza del café
Batir un huevo
Sacar unas monedas del bolsillo
Atarme los cordones de los zapatos
Abrocharme los botones de la camisa
Utilizar unas tijeras...
Hoy, año nuevo, con menor inflamación, menos dolor y con más destreza por necesidad, he mejorado. Difícilmente puedo:
Escribir a mano
Mandar un sms
Girar la llave en la cerradura
Coger la taza del café
Batir un huevo
Sacar unas monedas del bolsillo
Atarme los cordones de los zapatos
Abrocharme los botones de la camisa
Utilizar unas tijeras...
Algo es algo. Como diría el Cándido de Voltaire, todo va lo mejor posible; aunque a veces, sobre todo cuando me calzo, me acuerdo mucho de Cioran.
Escribir a mano
Mandar un sms
Girar la llave en la cerradura
Coger la taza del café
Batir un huevo
Sacar unas monedas del bolsillo
Atarme los cordones de los zapatos
Abrocharme los botones de la camisa
Utilizar unas tijeras...
Hoy, año nuevo, con menor inflamación, menos dolor y con más destreza por necesidad, he mejorado. Difícilmente puedo:
Escribir a mano
Mandar un sms
Batir un huevo
Sacar unas monedas del bolsillo
Atarme los cordones de los zapatos
Utilizar unas tijeras...
Algo es algo. Como diría el Cándido de Voltaire, todo va lo mejor posible; aunque a veces, sobre todo cuando me calzo, me acuerdo mucho de Cioran.