Desde que está conmigo estoy más tranquilo. Me da seguridad. El otro día, sin ir más lejos, mi hijo Pedro me preguntó sobre la posibilidad de formación de una palabra con prefijo. Acudí al diccionario, bien es cierto, que me aportó la primera pista; pero la seguridad, sin duda, me la proporcionó la
Nueva Gramática de la Lengua Española que vive conmigo desde hace varias semanas. No imagino los beneficios que obtendré de ella en los años que nos queden de vida. Miro mis dos volúmenes del
María Moliner y deseo para los tiempos venideros el mismo uso.
Yo me pasé años llorando por el María Moliner hasta que un día de Reyes me lo encontré en el sillón (en realidad, por lo voluminosos, estaban en el suelo, pero queda mal decir que el María Moliner estaba en el suelo, pobre).
ResponderEliminarMis hermanos y yo también suspirábamos este año por la Nueva Gramática Española, pero era eso o los tomos completos de Calvin & Hobbes, las poesías de Espronceda, una película de Eric Rohmer, los packs de Antonioni y el Perceval le Galois, Stevenson y mi trípode.
El año que viene, me digo. Ay, por qué sacan estos volúmenes tan recaros, por Dios.