La diferencia que hay entre el escenario inaugural de Paradoja del interventor y el de Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino —que es una de las novelas más mías de las que he leído en toda mi vida, incluso después de Paradoja del interventor—, es que en el texto de Gonzalo Hidalgo Bayal no hay más que tres personajes en la cantina cuando llega el interventor una noche de noviembre: el camarero y dos clientes. Sin embargo, en la obra de Calvino hay unos cuantos jugadores en las mesas, varios clientes en la barra e incluso un gato que arquea el lomo y una cajera con una caja registradora que hace tlin; y, además, un barman viejo, no como el muchacho que se aburría detrás de la barra de la novela de Gonzalo.
Pero... “La novela comienza en una estación de ferrocarril, resopla una locomotora, un vaivén de pistones cubre la apertura del capítulo, una nube de humo esconde parte del primer párrafo.” (Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero, en traducción de Esther Benítez). Y hay unos vidrios empañados que en Paradoja del interventor son unos cristales sucios y descascarillados. Hay, además, una correlación entre la locomotora y la máquina de café en las dos escenas, tanto la del de Higuera de Albalat como la del de Santiago de las Vegas […]
Para ese género de obras tan útiles como entretenidas que son los diccionarios de términos literarios, propondría la consideración de voces como eco o atmósfera (literarios), para definir una suerte de reminiscencia textual que va más allá de la compleja, lejana e incluso desprestigiada intertextualidad. No sé si, incluso, llevaría a la P del diccionario la palabra que representase la genialidad del escritor que sabe leer para escribir y proponer una lectura como hace Gonzalo Hidalgo Bayal. La palabra: paradoja, que no tiene entrada principal en el DRAE.
Nota bene:
Empecé a escribir aquí sobre Paradoja del interventor, de Gonzalo Hidalgo Bayal, en el verano de hace tres años, y mi último comentario en este sitio fue de agosto de 2006, después de una veintena de anotaciones de lectura libérrima y apasionada en asperges: I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII, XIV, XV, XVI, XVII, XVIII, XIX, XX.
Maravillosa lectura, magnífico post y apasionados asperges...
ResponderEliminarUno más para añadir a los "Apuntes de clase de Lama".
Gracias profesor, aún me sigues enseñando...
Lo he tenido que buscar en el diccionario:
ResponderEliminarasperges.
(Del lat. asperges, rociarás, primera palabra de esta antífona).
1. m. coloq. Antífona que dice el sacerdote al rociar con agua bendita el altar y la congregación de fieles.
2. m. coloq. hisopo (‖ utensilio usado en las iglesias).
3. m. coloq. hisopo (‖ manojo de ramas).
4. m. fest. coloq. Rociadura o aspersión.
quedarse alguien ~.
1. loc. verb. coloq. desus. No lograr lo que esperaba.
Mañana se me habrá olvidado, pero hoy he aprendido una palabra...