Me apetecía escribir sobre este nuevo número de Abril justo cuando José María Velázquez-Gaztelu estuviese presentando su programa en Radio Clásica Nuestro flamenco, que todos los martes y jueves se puede escuchar en esta emisora de referencia. Con la generosidad de sus redactores, recibí nuevamente la revista Abril en su entrega dedicada en esta ocasión al «Flamenco», que llegó desde Luxemburgo hace unas semanas. Por eso lo de haber intentado acomodar estas líneas a la escucha del programa de uno de sus colaboradores ilustres, el admirado José María Velázquez-Gaztelu Vecina, que se pronuncia en estas páginas con su discurso de recepción como académico de la Real Academia de Bellas Artes de Cádiz el 21 de octubre de 2021. Abril es una revista muy singular y que sigue siendo puntual a la cita con sus lectores cada semestre. Bien atento siempre su equipo de redacción a lo que puede tener un interés cultural, o como una manera de difundir la cultura española fuera de aquí, se han empeñado en esta ocasión en llenar sus páginas con un bien tan cultural como el flamenco, que Paca Rimbau, en su presentación, nos recuerda que no es la primera vez —número 22 de Abril, de 2001—, y que lo reivindica como materia de estudio. Y de literatura, que es en lo que se afana —sin conseguirlo del todo— este número de Abril de mayo. Todas las colaboraciones son pertinentes, idóneas para el objeto principal del número que difunde experiencias y acontecimientos relacionados con el mundo del flamenco desde el siglo pasado —se celebra el centenario del Concurso de Cante Jondo de Granada en la crónica del parisino estudioso y guitarrista Claude Worms—; pero me pregunto qué ocurre cuando las colaboraciones que se reclaman no llegan de escritores, sino de profesionales del arte como cantaoras —Rocío Márquez fue Premio Lámpara Minera en 2008— o bailaoras —Leonor Leal bailó dirigida por Cristina Hoyos y estuvo en la Bienal de Flamenco de Sevilla de 2020, y la gaditana María Moreno tiene ya reconocida solvencia—, a las que se les pide que escriban. Ocurre que cuando se solicita a alguien que sabe hacer muy bien lo suyo —el baile o el cante, por ejemplo— que escriba unas líneas con apariencia de poema, el valor de su texto es solo un testimonio. Por eso es tan valioso lo que se puede leer en este número de Abril, que tampoco acierta con la presentación de los versos de las letras flamencas tradicionales y nuevas con las líneas centradas, como si la poesía flamenca se hubiese contagiado de esa reprensible manera de mostrar la poesía en internet. Otro ejemplo: si estuviese bien escrito, más sugerente habría sido el texto de Fernando López Rodríguez, no solo bailaor, sino teórico de la danza, con varios libros publicados, y con ancestros extremeños. Un testimonio que hace más sugerente este número de Abril que he leído en mayo. Después de tres o cuatro programas escuchando al sabio Velázquez-Gaztelu —o sea, dos o tres semanas— me he animado a publicar esta nota celebrativa de la publicación de otro número de Abril —con su andaluza voz de ambiente en mayo. Y la música, hoy, del guitarrista Pedro Bacán (Lebrija, 1951-Utrera, 1997), que murió en un accidente de tráfico al volver a su casa. Estupenda soleá y estupendo su acompañamiento con Chano Lobato. No digo más. Sigo escuchando.
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