lunes, diciembre 20, 2021

Todo esto será tuyo (I)

He terminado de leer Todo esto será tuyo (Valencia, Pre-Textos, 2021), de Jordi Doce, y de la fervorosa cercanía con la que lo he hecho dice algo la manera en la que llegó el libro a mis manos. Acababa de entrar en la Librería Rafael Alberti de Madrid y lo vi sobre una de las mesas de novedades. Conocía la preciosa cubierta, en la línea de una colección tan destacada —Narrativa contemporánea—; y volvió a llamarme la atención entre tantos volúmenes. Comenzado el acto al que fuimos, apareció Jordi, que se disculpó después por haber creído que era media hora más tarde. Me dio un sobre con mi nombre que contenía un ejemplar de su Todo esto será tuyo dedicado. Esa misma noche, en la habitación 105 de mi hotel comencé a leer con la sensación de conocer algunos de los textos de este libro; pero no por haber sido publicados algunos anteriormente en varias revistas, sino porque hay una afinidad que me predispone favorablemente a casi todo lo que escribe y piensa Jordi Doce. Es así; y no voy a hacer ningún ejercicio de impostada retórica para hacer pasar estas líneas que escribo por una reseña con la debida distancia crítica que se pide (?) al género. Pamemas. Cuando las cosas están bien hechas no puede ser un demérito que lo escriba un amigo o un padre sobre lo de su hijo. Como tampoco debería serlo contar en una reseña que terminé de leer estas páginas en la habitación 606 del mismo hotel quince días después. Todo esto será tuyo es una entrega más de ese tipo de obras de Doce que reúne notas y apuntes de sus cuadernos, como Perros en la playa, de 2011, y, antes, Hormigas blancas (2005). Confieso que me sonrío cuando un autor me dice, o dice en público, que él no es quién para hablar sobre su obra, cuando esta, además de lo dicho, contiene la justificación y explicación de lo dicho. No suele pasar con los libros de poemas ni con las novelas de solo ficción; y sí con algunas otras obras mixtas —estoy leyendo Los nombres impares, de Álex Chico, y en uno de los trozos de su primera sección, ya el narrador le ha quitado las palabras del teclado a muchos reseñistas—; de tal modo que el propio autor, que es el que más sabe, deja caer observaciones y matices que enmudecen a cualquier comentarista. Y más a mí, que tanto me cuesta decir. En este libro de Jordi Doce hay sueños, anécdotas, reflexiones sobre la escritura, certeras notas sobre la poesía, citas traídas de otros libros, y también hay aforismos que se sitúan como hor-migas, como marcas y descansos en lugares elegidos del libro. Como no quiero ser prolijo y ya me parece que he ocupado mucho espacio, dejo para otro momento la redacción —con mejor voluntad de no enmudecer— de las notas al margen de las páginas 19, 21, 23, 24, 33, 35, 42-43, 48, 63, 68, 73, 80, 82, 84, 110, 112, 128, 137, 143, 145…, de esta obra de Jordi12. 

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