Este libro me proporcionó no hace mucho una experiencia de lectura desconocida. Fue la primera vez, creo, que me encontraba en una portada un código QR que me permitió escuchar diez podcasts dramatizados de algunas de las entrevistas que se incluyen en este volumen: las de Pío Baroja, Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Benito Pérez Galdós, Pablo Picasso, Joaquín Sorolla, Santiago Ramón y Cajal, Victoria Kent, Margarita Xirgu y Pastora Imperio. Tan solo sobre diez de las que se recogen por primera vez en un libro realizadas a cincuenta y siete personalidades de la cultura, a periodistas, traductores, novelistas, poetas, dramaturgos, pintores, dibujantes, escultores, pedagogos, filósofos, científicos, filólogos, actores y actrices, cantantes… La responsable de esta recopilación de entrevistas es Beatriz Ledesma Fernández de Castillejo, que ha recogido más de sesenta piezas del género de la interviú o «entrevistas de autor» que fueron publicadas en la prensa argentina entre 1907 y 1958, sin publicación en España hasta ahora, en esta edición de más de cuatrocientas páginas publicada el pasado marzo. Un libro así tiene un interés histórico indudable; pero también el atractivo de lo misceláneo y de las galerías, pues uno puede abandonar el orden de las partes distinguidas por el oficio de las personalidades entrevistadas y, dentro de ellas, el orden alfabético de sus personajes, para darse a la pura gana de picotear en un breve —lástima— retrato-entrevista de Gloria Laguna, Condesa de Requena, «ingenio castizo, mito literario y lesbianismo chic», al decir de un biógrafo reciente, que en la interviú de 1907 «fuma como un chulo del Rastro» y toma un mate amargo con el que fue retratada para la revista Caras y caretas de agosto de ese año en una fotografía que hoy puede verse en internet. O curiosear en las declaraciones de un Jacinto Benavente de 1914, de 1922, de 1936 y, finalmente, de 1951, en una extensa entrevista con Andrés Muñoz publicada en La Nación de Buenos Aires, en la que decía que no le llevaba más de dos o tres semanas escribir una comedia. O saltar de un pintor como Zuloaga a las conversaciones con Azorín publicadas al otro lado del charco. A la importancia de las más de cincuenta y cinco figuras que se entrevistan, se suma la de los autores de las interviús, como Juan José de Soiza Reilly, que fue todo un personaje. O los hermanos Andrés y Agustín Muñoz. De ellos habla la autora de la introducción de estos Retratos a medida. Entrevistas a personalidades de la cultura española (1907-1958). Edición e introducción de Beatriz Ledesma Fernández de Castillejo. Madrid, Fundación Banco Santander, 2021. Soiza Reilly escribió de Unamuno en 1908 que era un apóstol, un sabio, y que la juventud de América de aquel tiempo lo odiaba, que sus libros sufrían la terrible inquisición del olvido, y que cuando fue a entrevistarle a Salamanca solo habló el maestro, el apóstol, el monologuista —nada de conversador, como decía Azorín, que es otro de los entrevistados aquí—; y en eso coincide el periodista con lo que le contó Pío Baroja en La Nación (noviembre de 1950) a uno de los hermanos Muñoz: «—Hablamos alguna vez, no muchas. Es decir, el que hablaba era él. Unamuno también era anterior al 98. Vivía en Salamanca y de tarde en tarde venía a Madrid. En uno de esos viajes tropecé con él. Me preguntó qué hacía los domingos y como le contesté que no hacía nada me citó en un café para conversar. Eso creía yo. Pero apenas nos sentamos tomó la palabra y dijo: “Le voy a leer a usted un episodio de una novela que acabo de terminar”. Y sin esperar mi asentimiento se puso a leer. Me leyó toda la novela, que se llamaba Amor y pedagogía. No hay derecho a citarle a uno para conversar y obligarle a escuchar tres horas de lectura. Cuando terminó me dije para mí: “Con este tío yo no voy a ningún lado”. Al salir del café nos encontramos con Valle-Inclán y, como no se conocían, yo los presenté. Los dos eran igualmente intolerantes y en seguida se pusieron a discutir. Íbamos los tres por la calle, ellos discutiendo a gritos y yo tratando de que no riñeran. Pero a los cien pasos me cansé de oírlos y los abandoné en una esquina, a punto de desafiarse». Estos Retratos a medida están llenos de caras y de caretas, y Caras y caretas fue el semanario argentino del que proviene más de la mitad de las entrevistas que se editan; pero también es un buen testimonio de la labor de esos periodistas que no se limitaron a preguntar y que hicieron esas «entrevistas de autor», como la de Juan José de Souza Reilly en marzo de 1929 a Gregorio Marañón, que preguntó a su entrevistador sobre qué quería que hablasen, si de medicina o de política… Y el reportero y locutor argentino le dijo: «—Hablemos del viento» (pág. 291).
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