lunes, agosto 16, 2021

Notas de un viaje

No es la primera vez que extraigo del cuaderno que me ha acompañado en un viaje algunos de sus apuntes, por componer un relato parcial de algo que, en momentos de exaltación, pueda parecerme publicable. La diferencia es grande entre las apuntaciones al instante, casi a mano alzada, y esta escritura reposada, concluido el viaje, deshecha la maleta y lavada y tendida la ropa. A veces, es el mismo cuaderno el que se convierte en falso diario de viajero por la escritura en borrador de impresiones posteriores a la experiencia de la salida. Impresiones sueltas y lugares vistos en una larga leyenda, sin croquis ni mapas, que me gusta conservar como memoria exenta para el día de mañana. La relación podría extenderse con notas numeradas, como nuevas apuntaciones u otras entradas del blog que iluminasen o explicasen la mera vacuidad de un nombre o una alusión sin la chicha de lo vivido. Así sería la transcripción de un recorrido de casi dos mil kilómetros: Helena Almeida, Dois Espaços. Cáceres. Museo Helga de Alvear. También Goya. Caprichos. Zamora. Urueña (1). Tiedra. Burgos. Yacimiento de Atapuerca. Santa María la Real de Huelgas. Titivillus (2). Catedral. Previa consulta, recomendación de Pedro Ojeda: comimos muy bien en La Favorita (Burgos). Merindad de Valdivielso. Un valle imponente. Condado de Valdivielso. Una casa de afectuosa acogida. Para quedarse a vivir. Villarcayo. Medina de Pomar. Valdenoceda. Iglesia de San Pedro de Tejada (s. XII). Quintana —el pan de Antonio. Medina de Pomar. Tokio 2020 (3). Esculturas de Carlos Armiño. Paseos a las siete y media de la mañana a la orilla del Ebro. Las pruebas de imprenta de la edición del Corpus de Pseudo Sisberto de Toledo. Tartalés de los Montes. Toba. Carretera de Oña a Salvatierra, camino de Pamplona. Pamplona. Recuerdos de julio de 2004. Un rincón apacible, Narbarte, junto al río Bidasoa. Cuatro apellidos vascos: Gurbindo, Zabalza, Recalde y Goñi, y sus lugares de origen. Sorauren (María Gurbindo, nuestra tatarabuela). Laviano (Felipa Ramona Zabalza, bisabuela). Osteriz (Micaela Recalde, cuarta abuela). Galar (el tatarabuelo José Zabalza). Ventajas de tener en la familia un hermano genealogista. Valle de Baztán y Elizondo. Librería Ménades en la calle San Gregorio de Pamplona. Un Felipe Trigo erótico de Libros de la Ballena. Librería Re-Read, en la calle Zapatería. A tres euros el libro. Primera edición de Señas de identidad, la de Joaquín Mortiz. Lectura de Los días del abandono, de Elena Ferrante. Monasterio de Iratxe. Estella. Puente la Reina. Santa María de Eunate después de diecisiete años. Paseo a las siete y media de la mañana por la Ciudadela de Pamplona antes de bajar a casa. Cáceres. Casi cuarenta grados. 

Notas: (1) Urueña. Hacía mucho tiempo que me apetecía incorporar una foto tan alusiva tomada in situ a este blog con libros. Amurallada y pequeña, Urueña tiene más librerías que bares. No hace falta que las guías lo repitan, pues entramos en casi todas las que estaban abiertas el miércoles 4 y compramos algunos libros; pero tuvimos que irnos a cenar a Tiedra, a unos quince kilómetros, que tiene un castillo del siglo XII muy interesante por fuera y una terraza a sus pies en la que cenamos por diez euros —bebida aparte, que nos gravó catorce—, el mismo importe que una primera edición de 1932 que compré de las Resonancias del dombenitense Francisco Valdés. Joaquín Díaz, Miguel Delibes y Luis Delgado son los tres nombres principales con los que uno puede reencontrarse en este lugar con encanto que tiene muy próxima, en el valle, la única construcción románico-lombarda, propia del Pirineo oscense y catalán, que se conserva completa, la Ermita de Nuestra Señora de la Anunciada. (2) Titivillus. Tabla en las Huelgas, c. 1485, atribuida a Diego de la Cruz, que representa a la Virgen de la Misericordia a cuyos pies están los Reyes Católicos y la abadesa y las monjas de la congregación cisterciense; y sobre ella, dos diablos, uno de ellos cargado con un hatillo de libros que es una especie de duende de los copistas y escribas, a los que inducía a cometer errores. Gracias a esto, he leído un brillante trabajo de Joaquín Yarza sobre el diablo en los manuscritos monásticos medievales, publicado en la revista Codex Aquilarensis en 1994, en el que escribió que algunos textos «lo mencionan como un personajillo molesto que colabora a que se derrame la tinta sobre un códice, se olvide un copista de realizar algo que le corresponde y que moleste de mil maneras a cualquiera que pretende sestear en su trabajo cotidiano». (3) Con buen criterio, se han celebrado las Olimpiadas de 2020 en 2021, a pesar de todas las rarezas. Y de lo inusitado de que en un pueblito del Valle de Valdivielso se viviesen con tanta entrega nuestras medallas en karate de Sandra Sánchez y Damián Quintero por culpa de un fisioterapeuta olímpico relacionado con el Pseudo Sisberto de Toledo que necesitaría otra nota.

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