lunes, agosto 28, 2017

La trilogía española de Abel Feu

Este pasado domingo conocí a Abel Feu, el poeta de Feu de erratas (Sevilla, Renacimiento, 1997), el editor que está detrás de Los Papeles del Sitio, muy vinculado a otros sellos editoriales como Renacimiento y La Isla de Siltolá, cuyos libros están tan presentes en casa. A medida que Abel hablaba en donde mi querido Paco Hipólito dice que yo recibo —la cafetería del Hotel NH Palacio de Oquendo, casi tan cercana y acogedora como el salón de casa—, yo imaginaba lomos y cubiertas de libros que tengo en mi biblioteca sin haberlos relacionado con él. Quizá alguno sí, como la Poesía completa de Víctor Botas (Sevilla, La Isla de Siltolá, 2012), en el que aparecía como director de una colección de «Poesías completas» que luego no ha tenido desarrollo. Me ha regalado una de sus últimas creaciones: una edición infolio moderna con cubiertas de cartulina Turner, de Fedrigoni, y papel hecho con algas de la laguna de Venecia, de La trilogía española de Rilke, en versión y epílogo de Antonio Pau, otro personaje —jurista, traductor, ensayista, consejero de Estado— que me recuerda «Abeu» —ya no sé lo que digo— que es de mucho interés. Mucho interés tiene la edición de La trilogía española, sobre todo con el epílogo de Pau, en el que destaca que esta serie de tres textos —de configuración póstuma— abre una etapa nueva en la tarea poética de Rainer Maria Rilke porque cambia su mirada antes horizontal para hacerla vertical, en la que se suman tierra y cielo. Yo no soy experto, y me gusta la versión que da; pero el infinitivo «hacer» del primer poema al lado del vocativo —«hacer, Señor, / una sola cosa»— me da a mí que puede confundir más que la solución que dio en su día el sabio José María Valverde en aquella versión de estos poemas de Rilke publicada en los Papeles de Son Armadans de Camilo José Cela en 1956. Valverde puso «para hacer», como puede comprobarse aquí. Pero, insisto, yo no tengo ni idea. Tiene más Álvaro Valverde, que hoy me ha recordado que tengo otro de los libros hechos por Abel Feu, y que él sabe bien cómo se las gasta profesionalmente este exquisito componedor de textos. Para quitarse el sombrero. Lo supo él cuando fue Feu quien cuidó la edición de su antología poética de 1985 a 2010 Un centro fugitivo (Sevilla, La Isla de Siltolá, 2012), en la que no figuró como responsable con su nombre; pero sí con su sello: Los Papeles del Sitio. Todo esto aquí, casi sin salir de casa, y gracias a que la vida suele gastar estas concurrencias desde sitios distantes.

Mira esta nube: cómo oculta impetuosamente
la estrella que ahora mismo estaba al otro lado
de las montañas; de ella (y de mí),
de los vientos nocturnos (y también de mí),
del hondo río que refleja
ese claro del cielo, desgarrado (y de mí mismo);
de mí, y de todo esto,
hacer una sola cosa, Señor: de mí y del sentimiento
con que el rebaño, guarecido en el redil,
acepta, jadeando, el oscuro no ser del mundo;
de mí y de la luz de tantas casas
en la oscuridad, hacer, Señor,
una sola cosa; de los extraños, Señor,
a los que no conozco, y de mí, de mí,
hacer una sola cosa; […]

(Rainer Maria Rilke, La trilogía española, I, versión de Antonio Pau)

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