Mañana lunes, a las ocho de la tarde, en el Salón de Actos del Colegio Mayor Universitario «Francisco de Sande», la escritora Ada Salas presenta su libro Limbo y otros poemas (Valencia, Pre-Textos, 2013). El acto lo organiza la Asociación Cultural Norbanova en su ciclo «Aula de la Palabra». Allí estaremos.
domingo, marzo 30, 2014
viernes, marzo 28, 2014
Acierta Pilar
Ayer, de camino a la presentación de este libro de Pilar Galán, vi el anuncio de la próxima apertura de una clínica dental en Cáceres: «1.000 m2 de ilusión». ¿Una clínica dental o un parque temático? Y pensé en que Pilar le podría sacar partido a esto. Se le da bien el cuento, la literatura concentrada en términos precisos, como los renglones contados del juego de hacer versos. Como la mirada cuadrable, cotidiana y fantástica de su admirado Juan José Millás. Acierta siempre. La última vez fue con su anterior libro de relatos, Paraíso posible, y ahora con Tecleo en vano, también publicado por De la luna libros y compuesto por veintidós cuentos, unos muy breves («Declaración de amor»), otros más largos («Lección de literatura»), y alguno, el último, de dudosa pertinencia literaria, a pesar de su intención estructural y de su rotunda pulsión sentimental («Mesa camilla o estructura circular»). Acierta Pilar —se me ocurre un calambur dirigido a cierta Pilar que estuvo y no estuvo en la presentación. Acierta Pilar —y su hermana Carmen, que la presentó ayer— en llamar a estas delicias «cuentos lingüísticos», hilarantes algunos —como son sus presentaciones—, y acierta en convertirlos en muestras del respeto que una escritora y profesora tiene por las palabras. Porque con ellas se alcanza «la raíz tenebrosa de la vida», como dijo el maestro Francisco Brines, y son, al cabo, las que explican que acierte Pilar en trufar la coña con textos estremecidos como «Volver, con la frente marchita» —encabezado con unos versos de Luis Rosales—, y conmovedores y tristes como «No se ofenda usted, caballero». Acierta Pilar en seguir fomentando su punto de vista subjetivo, su primera persona, su manera de hacer un cuento confesional y memorioso, como una fe de vida. Acierta Pilar en repetir en varios cuentos alusiones al picor causado por la ropa —en «Declaración de amor», «Yinguel bel», «Una espiga dorada por el sol»—, que debe de ser una de esas marcas del pasado que se convierten en antojos literarios. Acierta Pilar en ese paratexto que ha puesto en la cuarta de cubierta y que es otro microrrelato que contiene el índice del volumen, que remite a casi todos y casi cada uno de estos benditos cuentos sobre los que, a estas horas, estoy seguro, no he tecleado en vano. Acierta Pilar.
martes, marzo 25, 2014
Rosa Cúbica
«Ya en el espacio desierto, descubrimos las primeras palabras; la arena dibuja la rosa. Proyectamos la incertidumbre de esa imagen en el tiempo, y hallamos así nuestro objetivo: ni nostalgia, ni negación del pasado: proyección incierta en el tiempo que, como el espacio vacío, espera el gesto que delate su silencio ensimismado. | Asumir de forma crítica una pluralidad de pasados sin prefijar nuestro futuro; no buscar un lugar en el equívoco generacional. Construir un espacio de creación donde hacer sensible la objetividad secreta de las cosas y la luz que las sueña; un espacio de creación que tenga lo único que permanece: el temblor de lo efímero. | Rosa Cúbica es una revista de poesía, y desde la poesía quiere ser también un acercamiento a las otras artes, un lugar, por tanto, para la analogía. El número cero traza, en ese sentido, de forma breve pero definida, su esencia-aroma, taco, sombra.» Con este texto como editorial inauguraban Alfonso Alegre Heitzmann y Victoria Pradilla el número 0 de su revista Rosa Cúbica aparecido en mayo de 1987, hace casi veintisiete años. Veinte páginas tenía aquella primera entrega de presentación, que publicó un dibujo y unos poemas de Paul Klee traducidos por primera vez al español por Andrés Sánchez Pascual, junto a dibujos y poemas de Albert Ràfols Casamada y del director de la revista, Alfonso Alegre, que dialogaba en tres de ellos con estos artistas mentores de Rosa Cúbica, los citados Klee y Ràfols Casamada, y Luis Fernández, al que dedicarían el número 1, de invierno, impreso en febrero de 1988. El catálogo de la revista hasta su número 23-24 —de 350 páginas—, sobre la poesía mexicana moderna (2001), es deslumbrante como recorrido por algunas de las poéticas contemporáneas más interesantes y ha propiciado la difusión en España de textos de poetas como Marina Tsvetáieva, amén de algunos números monográficos memorables —Juan Ramón Jiménez último, Paul Celan o José Ángel Valente. El espacio desierto en que ha operado Rosa Cúbica ha trascendido hasta las páginas de las cuidadas ediciones de sus colecciones publicadas hasta la fecha, algunas de las cuales se han difundido en Pura tura; y todo, ahora, puede consultarse en la recién inaugurada página de este proyecto editorial con tanta historia. Es lo que quería decir, que Rosa Cúbica ha abierto página web. Más espacio de creación.
lunes, marzo 24, 2014
Aulaga Folk
Hoy ha abierto José Miguel López Discópolis con el «Reeguedoble», de Aulaga Folk, que estaba en su disco A menos cuarto (2011), una versión de la popular jota cacereña con ritmos de reggae. Esta fresca lectura del folclore me ha hecho recordar la promovida por Paco Lobo en el disco 9 noches, 9 candiles, que mencioné aquí. Aulaga Folk va a participar mañana en el primer día del ciclo de conciertos de «Ritmos Étnicos» en la Sala Berlanga de Madrid del programa Discópolis, que retransmitirá en directo desde allí. El miércoles tocará Amesmalúa, y el jueves 27 de marzo Castijazz. Me conformaré con imaginarme la cacereña calle Caleros llena de gente joven una mañana moviéndose al son especial y alegre de ese redoble de Aulaga Folk, y difundiendo un mensaje festivamente solidario. Que con música las penas son menos.
martes, marzo 18, 2014
Diego Doncel en el Aula Valverde
Este jueves, 20 de marzo de 2014, a las 20:15 horas, en el Salón de Actos del Colegio Mayor Universitario «Francisco de Sande» de Cáceres, el escritor Diego Doncel (Malpartida de Cáceres, 1964) participará en la última de las lecturas de este curso del Aula literaria «José María Valverde» de la Asociación de Escritores Extremeños. El viernes 21, a las 12 de la mañana, tendrá el encuentro con los estudiantes de Secundaria de los seis centros participantes en el aula, y con los universitarios de la Facultad de Filosofía y Letras, que en esta ocasión hace de anfitriona. De la Facultad de Letras de Cáceres, mediada la década de los ochenta, salió Diego Doncel como licenciado en Filología Hispánica y como uno de los jóvenes poetas que habían mostrado por primera vez sus versos en antologías como la promovida —a partir de unas lecturas organizadas en la Diputación Provincial de Cáceres— por Ángel Sánchez Pascual: Jóvenes poetas extremeños en el 'Aula' (1983); o Abierto al aire, la antología consultada que concibieron los poetas Ángel Campos Pámpano y Álvaro Valverde, publicada en 1984. A aquella Facultad de Letras volverá Diego Doncel este viernes, con el equipaje eminente de una obra poética y narrativa acreditadas, desde su premio Adonais por El único umbral (1990), su primer libro de poemas, hasta el Premio Café Gijón por su novela Amantes en el tiempo de la infamia (2013), su última obra publicada.
domingo, marzo 16, 2014
Moret y Bécquer
Grabado de Rico sobre fotografía de Laurent
El año pasado alguien tuvo en Cáceres la feliz iniciativa de recordar, por el primer centenario de su fallecimiento, a la figura de Segismundo Moret y Prendergast (Cádiz, 1833-Madrid, 1913), el creador de la Sociedad General de Fosfatos de Cáceres y de Aldea Moret, y promotor del paso del ferrocarril por esta ciudad. Segismundo Moret fue Presidente del Gobierno de España durante unos meses del reinado de Alfonso XIII, además de Presidente del Congreso hasta su muerte; y, antes, fue Ministro de Ultramar y de Hacienda cuando Amadeo I de Saboya. Es Moret un personaje histórico que fue reconocido como Hijo Adoptivo de Cáceres y que muchos aquí lo pronunciaban sin conocimiento cada vez que mencionaban «Aldea Moret», el popular barrio cacereño, o la calle Moret, que llevan su apellido. En esa calle en la que los vecinos de mi barrio tomamos las cañas, hay, desde los actos de conmemoración del pasado año, una lápida en la pared en donde se le recuerda. No sé si en algún momento, en alguno de los actos en los que se habló de Segismundo Moret, se mencionó a Gustavo Adolfo Bécquer. Sí, el poeta sevillano, que publicó —con su habitual inicial B.— en La Ilustración de Madrid (27 de julio de 1870) un elogio del singular político que algunos biógrafos del escritor, como Robert Pageard, han considerado un texto de mucho interés por la expresión que en él hace de su fervorosa adhesión a la abolición de la esclavitud, «el acto más trascendental, más importante, y de seguro más definitivo y permanente de la Revolución de Septiembre», en palabras de Bécquer, que dijo además de Segismundo Moret: «Dotado de palabra fácil y elocuente, de clara inteligencia y de altas prendas de carácter, desde el momento en que entró a figurar en la vida pública, haciendo sus primeras armas en el campo de la ciencia política antes de bajar al de la práctica, cuantos siguen con alguna atención el movimiento intelectual y político de la España moderna comprendieron que el señor Moret estaba llamado a colocarse en primera línea entre sus hombres más notables».
miércoles, marzo 12, 2014
La poesía de Luciano García Lorenzo
Habría que hacer una desprejuiciada historia breve de la poesía escrita por filólogos, historiadores y críticos de la literatura. Sería difícil. Por lo de los prejuicios; no por falta de materiales. Es una literatura casi invisible, si se tiene en cuenta su influjo en el panorama. Pero es una literatura siempre presentida. Cuando yo era estudiante, sabíamos que Juan Manuel Rozas escribía poemas porque de vez en cuando en sus exámenes colaba una décima propia al lado de otra de Guillén para que analizásemos las claves de la escritura del autor del 27. Luego vino De la consolación y de sus dioses (1984), que fue el primer libro de nuestro profesor. Jorge Urrutia no llegó a darme clases; pero recuerdo que le leí como poeta antes que como estudioso porque era uno de los autores que incluyeron Fanny Rubio y José Luis Falcó en aquella antología de Poesía española contemporánea (1939-1980), de Editorial Alhambra, de 1981, que tuve un tiempo como lectura. Siempre sospechamos que el profesor Ricardo Senabre escribía versos en la intimidad de sus cartas de esmerada caligrafía; y a los Poemas sin querer (1990) de Manolo Ariza ya me he referido aquí. Aparte ciertos profesores-poetas reconocidos, como Guillermo Carnero, Jaime Siles o Luis García Montero, entre otros muchos, esa historia debería tener en cuenta a poetas como Francisco Aguilar Piñal con sus Sonetos de otoño, cuya primera edición data de 1988, o su galería Mis dioses favoritos en el Museo del Prado (2004); o como Francisco Rico, que en más de una ocasión ha publicado poemas de estirpe clásica y espíritu moderno cuando le pedían una contribución a un homenaje filológico. Y una historia así, casi secreta, debería tener en cuenta a escritores como Luciano García Lorenzo (Zamora, 1943), del que no sabía que escribía poemas hasta que recibí Verde oscuro (Madrid, Visión Libros, 2013), que vino seguido de Cenizas y diamantes (Madrid, Editorial Orígenes, 1991), un libro anterior. Y hubo más, según leo, pues Día a día parece que fue su primer libro (Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, 1990), escrito en clave elegíaca tras la muerte de su esposa, clave que se prolonga en los primeros poemas de Cenizas y diamantes («Supe de golpe que la muerte existe / y no por ver tu cuerpo sosegado. / Lo supe porque también de golpe / dejé de ser yo mismo.»). Muchos años después ha aparecido este Verde oscuro. Oscuro; pero no sombrío. Lo justo, pues contiene celebración amorosa, reflexión concentrada sobre el paso del tiempo, o la jubilosa constancia de la experiencia de esos hijos nuevos que pueden ser los nietos —no lo sé—; pero también la rabia del ciudadano que se duele de las miserias y etcétera del siglo veintiuno y de la España de ahora («que aquí están otra vez los cuarenta ladrones prepotentes»). Y, sobre todo, tiene este libro literatura, la que se muestra en la diversidad de formas, del soneto al versículo, y la que se ve en el paseo por la historia literaria de los ecos y llamadas a Lope, Lorca, Emilio Prados, San Juan de la Cruz, Cernuda, Aleixandre, Claudio Rodríguez, Fray Luis de León, Antonio Machado..., y otros que, al fin y al cabo, hacen ese rasgo común de todos esos filólogos poetas que pueblan esa historia de la literatura no escrita que alguien algún día podría, al menos, censar.
martes, marzo 11, 2014
11-M
Hoy se cumplen doscientos sesenta años del nacimiento en Ribera del Fresno (Badajoz) del poeta extremeño Juan Meléndez Valdés (1754-1817). No, no me he vuelto tonto. El 11-M es para siempre la fecha del más horrible atentado de la historia de España; pero aquella mañana de hace diez años escuchaba en la radio a Iñaki Gabilondo mientras me afeitaba antes de salir de viaje para participar en un acto en Ribera que anunciaba —el mismo día de su 250 aniversario— un simposio que celebraríamos en noviembre dedicado a «Batilo», el poeta neoclásico. A las ocho menos veinte Iñaki Gabilondo dio la noticia de una explosión en la estación de Atocha en la que parecía que había habido heridos. Ya en carretera, se hablaba en la radio de decenas de muertos, que iban aumentando a medida que yo recorría los kilómetros hasta llegar al pueblo en el que nació Juan Meléndez Valdés. Allí fue el encuentro con el alcalde, Antonio Fernández García, y con Javier Bodas y José María Corrales, que representaban a las instituciones —Diputación de Badajoz, Junta de Extremadura— que colaboraban con el ducentésimo quincoagésimo aniversario del nacimiento del escritor-magistrado. Veíamos la televisión en un bar del centro del pueblo mientras tomábamos un café antes de volvernos a nuestros respectivos sitios tras haber cancelado tácita y lógicamente el acto. «Esto no es cosa de ETA», dijo uno de nosotros; o todos a la vez, allí mismo. Volví de Ribera del Fresno a mi Facultad a tiempo para estar en los cinco minutos de silencio que guardamos por las víctimas del atentado. Era la una del mediodía y los muertos ya pasaban, me parece, de setenta. Recuerdo con sonrojo el enfado de un estudioso de Meléndez Valdés, Antonio Astorgano Abajo, por la suspensión de un acto sobre el escritor ilustrado que también estaba programado para esa mañana en la Biblioteca Nacional, en Madrid. Otra teoría conspirativa por la cual todo el mundo estaba empeñado en ningunear al gran Meléndez Valdés. ¡Ay, en la Biblioteca Nacional en la que trabajaban tres de los fallecidos en los atentados y varias víctimas más! No se puede olvidar aquella acción salvaje, el sufrimiento de todos los afectados, la solidaridad del pueblo de Madrid, de toda España; no se puede olvidar la actitud de aquel gobierno y la gestión repugnante que hizo de todo. No. Diez años después sigue el recuerdo vivo; e imagino qué será para aquellos que lo sufrieron en carne propia. El mismo día de las elecciones, el 14-M, llegaba a Cáceres, a las ocho de la tarde, Carlos Marzal, que venía al Aula Valverde, desde Atocha.
jueves, marzo 06, 2014
Marià Manent
Esta antología poética del escritor catalán (Barcelona, 1898-1988) es la tercera entrega de la colección «Voces sin tiempo» que edita la Fundación Ortega Muñoz y que dirigen Jordi Doce y Álvaro Valverde. Los veinticinco poemas que se dan traducidos por el profesor, traductor y ensayista José Muñoz Millanes (Navalmoral de la Mata, Cáceres, 1951) saben a poco; pero hay que reconocer que, por mor del excelente criterio de dar también la versión original, ocupan el doble; y esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de valorar el coste de una edición como la presente, muy cuidada y eficaz en su intención de mostrar algo de lo más representativo de la obra de Marià Manent, desde sus comienzos, con tres textos de La collita en la boira (1920) y dos de L'ombra i altres poemes (1931), hasta su libro de senectud El cant amagadís (1986), con un eje central que son los quince poemas de la cumbre de su lírica: La ciutat del temps (1961), en los que se aprecia la exigencia formal y la plenitud de su mirada sobre la naturaleza, la vida o los seres en ellas; incluso la vida en la muerte, como en «Entierro de una joven en Sallagosa». La obra de Manent es admirable también por haber abierto en su tiempo las puertas para que entrase la poesía extranjera, principalmente inglesa, en el ámbito ibérico. Admirable, en su tiempo, la labor de Enrique Díez-Canedo; como la actitud de poetas como Gil de Biedma que echaban en cara a otros con elegancia no haber leído más allá de su cerca. Gracias a ello, y gracias a quienes, como Marià Manent, nos han mostrado la literatura en otra lengua; la que se ve también cuando uno lee los poemas de esta Antología poética. Saben a poco estos veinticinco poemas; pero ya lo dice Muñoz Millanes, «la grandeza de la poesía no tiene nada que ver con la cantidad».
miércoles, marzo 05, 2014
Estudios extrem(eñ)os
Mi suscripción a la Revista de Estudios Extremeños está convirtiéndose con el tiempo en un problema de espacio. Pasa, me dirán, con toda suscripción a una colección de libros; pero en este caso es más grave por el notorio y progresivo grosor que cada año tienen los volúmenes de una revista que nunca se había caracterizado por estos excesos. Y todo esto sin razón aparente. El lomo del número III del tomo LXIX que recibí el último martes de febrero mide 5 centímetros y tiene 816 páginas. Y no es un número extraordinario. Bueno, lo es; pero quiero decir que no se trata de un número enteramente dedicado a un motivo, como el anterior, en homenaje a Julio Fernández Nieva (700 páginas), o el anterior, que recogió el VII Encuentro Historiográfico del GEHCEx sobre Extremadura hacia la modernidad (1808-1874), de 710 páginas. ¿Por qué ocurre esto en una publicación cuyas normas para el envío de originales advierten de que éstos «no podrán exceder de 30 páginas»? En este volumen hay un artículo sobre Catalina Clara Ramírez de Guzmán que tiene 43 páginas, otro sobre las Ordenanzas de Monroy de 63 páginas; hay otro sobre los estudios etnográficos en la propia REEX de 75 páginas, y hay dos artículos más que llegan hasta las 91 páginas. A falta de justificación, algunos de estos trabajos tienen faltas de ortografía, erratas y están mal escritos. Me preocupa esto. Mientras hojeo este tomazo pienso en esa tendencia de la universidad española a valorar al peso la investigación y el conocimiento; de tal forma que un artículo de sesenta páginas vale más que uno de veinte y que un currículo con quinientos ítems es mejor que otro con cien. Sin ser universitaria y sí haber sido la primera internacional por estos pagos, parece que la Revista de Estudios Extremeños, fundada en 1927, se ha contagiado de este espíritu que nos invade de ser más con más, y lo más rápido posible. Bastaría, cuando menos, con respetar las normas que la propia revista difunde, para evitar que lo que antes eran las tres entregas del año sea ahora tan sólo una tercera parte. O eliminar las normas, ya que tomo a tomo se quebrantan. Por el momento, a mi querida Revista de Estudios Extremeños le hago sitio.
lunes, marzo 03, 2014
Corner of the silenced
Por mediación de Tomás Sánchez Santiago, autor del prólogo, he recibido este libro de Juan Carlos Pajares Iglesias (Huelva, 1961), Corner of the silenced (Un año en Tam Tam Press), publicado a finales del pasado año en EOLAS Ediciones de León. Cuando lo abrí y hojeé por primera vez creí que era un libro de poemas por la mancha tipográfica reducida y centrada en la página. Luego, al empezar a leer alguno («Y la nieve pintó de blanco el hayedo, el robledal, los campos. Otra vez ese silencio algodonado […]») creí que se trataba de poemas en prosa. Y al hacer caso —sabia decisión— a lo que dice Tomás Sánchez Santiago en su prólogo —que trae a colación el libro Manga por hombro de Elías Moro—, ya supe que estaba ante una colección de aforismos, de escritura lapidaria. Ya sí, cuando leí del primero al último de los cincuenta y dos textos de Corner of the silenced de Pajares Iglesias, ya me di cuenta de que estaba ante una especie de reunión de teselas de escritura civil, de, como dice Tomás Sánchez Santiago, de un «manual para aturdidos con el que se deberían recuperar las agallas de la dignidad. En las escuelas, en los hospitales, en las paradas de autobús, en las pantallas de los estadios tendrían que estar a la vista estas páginas, de una en una, pequeña baraja de lápidas que habría de terminar con el rincón de los silenciados, que ya no caben, desde luego, en un rincón». No exagera. Si en las escuelas, en los hospitales, en las paradas de autobús, en las pantallas de los estadios pudiésemos leer páginas como las de este libro, nuestra dignidad sería más grande y visible, igual que la certeza sobre la desvergüenza de tanto que nos rodea. Es verdad. «Urge un reparto equitativo de la pobreza», que es el texto número 18, parece una viñeta de El Roto. Hay otros igual de contundentes, en los que sobrevuelan asuntos como los desahucios, la riqueza extrema, los paraísos fiscales, la corrupción política, o el patriotismo que «es un sentimiento exclusivo de los señoritos porque ellos heredarán la tierra» (pág. 63). El subtítulo del libro (Un año en Tam Tam Press) desvela que los textos provienen de la sección «Aforismos del pájaro» que Pajares tiene desde octubre de 2012 en el recomendable proyecto de periodismo digital Tam Tam Press. Ay, si uno lo hubiese leído antes, no se le habría ocurrido decir lo de arriba de la apariencia de poemas. Aunque haya textos que parezcan pausas líricas entre los gritos justificados que, ahora reunidos, han sido dedicados por su autor a los mineros leoneses que el 28 de octubre de 2013, en la mina de Llombera, murieron a causa de un escape de gas: Orlando González Fernández, José Luis Arias, Roberto Álvarez, Manuel Moure, Juan Carlos Pérez y Antonio Blanco. Basta leer en voz alta estos nombres para apreciar su eufonía, frente al graznido que resulta si uno dice los nombres que ocupan las noticias diarias, desde Bárcenas a Lagarde. Hay, pues, en Corner of the silenced un aire elegíaco; pero, sobre todo, hay una escritura de calidad, eficaz y necesaria en estos tiempos. Y en todos.
sábado, marzo 01, 2014
Una faja
En un descuido, he tirado una pila de novelas que tenía en mi escritorio. En el suelo, una faja suelta de un color llamativo con tres asertos: «La mejor novela del año», «La lucidez narrativa que todos estábamos esperando», «Ya es hora de proclamar la excelencia de este autor». Y ahora no sé en qué libro estaba.