domingo, marzo 16, 2014

Moret y Bécquer


Grabado de Rico sobre fotografía de Laurent
El año pasado alguien tuvo en Cáceres la feliz iniciativa de recordar, por el primer centenario de su fallecimiento, a la figura de Segismundo Moret y Prendergast (Cádiz, 1833-Madrid, 1913), el creador de la Sociedad General de Fosfatos de Cáceres y de Aldea Moret, y promotor del paso del ferrocarril por esta ciudad. Segismundo Moret fue Presidente del Gobierno de España durante unos meses del reinado de Alfonso XIII, además de Presidente del Congreso hasta su muerte; y, antes, fue Ministro de Ultramar y de Hacienda cuando Amadeo I de Saboya. Es Moret un personaje histórico que fue reconocido como Hijo Adoptivo de Cáceres y que muchos aquí lo pronunciaban sin conocimiento cada vez que mencionaban «Aldea Moret», el popular barrio cacereño, o la calle Moret, que llevan su apellido. En esa calle en la que los vecinos de mi barrio tomamos las cañas, hay, desde los actos de conmemoración del pasado año, una lápida en la pared en donde se le recuerda. No sé si en algún momento, en alguno de los actos en los que se habló de Segismundo Moret, se mencionó a Gustavo Adolfo Bécquer. Sí, el poeta sevillano, que publicó —con su habitual inicial B.— en La Ilustración de Madrid (27 de julio de 1870) un elogio del singular político que algunos biógrafos del escritor, como Robert Pageard, han considerado un texto de mucho interés por la expresión que en él hace de su fervorosa adhesión a la abolición de la esclavitud, «el acto más trascendental, más importante, y de seguro más definitivo y permanente de la Revolución de Septiembre», en palabras de Bécquer, que dijo además de Segismundo Moret: «Dotado de palabra fácil y elocuente, de clara inteligencia y de altas prendas de carácter, desde el momento en que entró a figurar en la vida pública, haciendo sus primeras armas en el campo de la ciencia política antes de bajar al de la práctica, cuantos siguen con alguna atención el movimiento intelectual y político de la España moderna comprendieron que el señor Moret estaba llamado a colocarse en primera línea entre sus hombres más notables».

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