viernes, mayo 31, 2013

Isabel Urueña gana el Premio de Microrrelatos «Manuel J. Peláez»


El 5 de febrero de este año apareció aquí la convocatoria del Primer Premio de Microrrelatos «Manuel J. Peláez» y creo que fue el 23 de febrero el día que comencé a leer un primer bloque de los relatos recibidos. Más de tres meses después, y tras haber leído por tandas, junto a mis compañeros de jurado, más de trescientos de los mil ochocientos textos presentados, el ganador ha resultado ser «Última duda», de la compositora y escritora Isabel Urueña Cuadrado, que es una leonesa afincada en Madrid —según reza la nota de prensa difundida—, titulada superior en Composición e Instrumentación en el Real Conservatorio de Madrid y directora de orquesta. Es autora de las obras musicales para piano «32 modos de decir a un extraño» y «Distancias», que han sido interpretadas en diversos países europeos por destacados intérpretes. De 1992 a 2004 fue coordinadora de actividades musicales y profesora del Departamento de Humanidades de la Universidad Carlos III de Madrid. En 1995 impulsó la creación de la Orquesta de Cámara de esa Universidad, de la que ha sido directora. Como escritora, Isabel Urueña ha publicado dos libros de poesía: Apócrifas codicias, en 2002, y El beleño en su raíz, en 2003. El Ayuntamiento de León le otorgó en 2007 el Premio de Relatos por su cuento «Joseph Conrad in memoriam». El Premio de microrrelatos «Manuel J. Peláez», convocado en Zafra por el Colectivo de este nombre, ha sido dotado en su primera convocatoria con 1.000 euros y será entregado en un acto público que se celebrará a las 13:00 horas del domingo 16 de junio en el restaurante «La Marquesa» de Zafra. Los relatos presentados procedían de España, Venezuela, Argentina, Cuba, Estados Unidos, Suiza y México, entre otros países. Según las bases del certamen, los textos debían estar comprendidos entre las 9 y las 317 palabras. «Última duda», el microrrelato ganador, tiene 81 palabras, y se publicará en un libro que recogerá los 55 textos finalistas. He compartido jurado en la fase final de este certamen con María del Carmen Rodríguez del Río, presidenta del Colectivo «Manuel J. Peláez», con Mercedes Santos Unamuno, profesora de Historia del Arte y Geografía del IES «Suárez de Figueroa» de Zafra, con su hermano Enrique Santos Unamuno, compañero de Teoría de la Literatura en mi Facultad, con mi hermano  José María Lama —hermano—, y con otro profesor, y antaño alumno, José Carlos Martínez Yuste, que ha actuado como secretario del jurado, con voz pero sin voto, y con toda la carga de recibir, cribar, organizar y distribuir tanta palabra en pequeñas dosis. Hay que reconocer su trabajo y, además, felicitar, claro, a Isabel Urueña.

miércoles, mayo 29, 2013

Ocios de mi juventud


Me ha llegado hoy el primer ejemplar de esta edición de la poesía de José de Cadalso (1741-1782) que me ha tenido ocupado durante cuatro años si cuento desde que propuse a Ediciones Cátedra la publicación del libro, con ese título de Ocios de mi juventud, el que concibió el autor gaditano para recoger su obra lírica; aunque en términos de géneros, no es Cadalso precisamente autor que se avenga con la estirpe de lo convencional. Al contrario, creo que fue uno de los escritores más originales e innovadores del siglo Dieciocho europeo. Faltaba volver a mostrar con la difusión merecida en nuestros tiempos otro de los pilares de la originalidad y modernidad artísticas de quien escribió las Cartas marruecas y las Noches lúgubres: la poesía de un libro original y moderno. Ojalá sirva.

José de Cadalso, Ocios de mi juventud. Edición de Miguel Ángel Lama. Madrid, Ediciones Cátedra (Letras Hispánicas, 726), 2013, 423 págs.

viernes, mayo 24, 2013

Un lugar para nadie


La colección «Luna de poniente» sigue creciendo. Acabo de recibir las Tonás de los espejos, de José Antonio Zambrano; y sé que ha salido junto al último libro de Santiago Castelo, Esta luz sin contorno, que hacen, respectivamente, las letras K y L, de este alfabeto poético ideado por De la luna libros y que dirigen Elías Moro y Marino González. Pero este buen ritmo lunar no debe tapar lo bueno recorrido, entre lo que está un libro de Álex Chico que hace ya tiempo leí con gusto. Un lugar para nadie es el tercer libro de poemas de este placentino que vive en Barcelona y que ha sido corresponsable de la revista Kafka  y ahora lo es también en su nueva etapa de la revista Quimera, en cuyo consejo de redacción figura. Acabo de leer, además, un ensayo suyo publicado en Cuadernos hispanoamericanos con siete certeras notas sobre la poesía de Ángel Campos Pámpano. Un lugar para nadie es un libro de lugares que se resumen en un único lugar, el lugar de la escritura, que es, más o menos, el título de la última sección y el título exacto de uno de sus poemas más representativos y mejores: «Hay algo heroico en cerrar una ventana / y echar la llave a una puerta». En esa sección hay una letra [W] que es inicial de un punto cardinal al que una poeta como Pureza Canelo le ha puesto un nombre literario: Oeste. No sé por qué; pero me parece que hay algo muy común en todo esto. Me pregunto por qué razón un escritor extremeño de treinta y pocos años que abre su libro con una instantánea («Quai Lices Berthelot») y que sigue con un apunte de cuaderno («Place de l'église»), que testimonia en forma de poemas su itinerancia, su conocimiento de un mundo del que aquí muestra una parte —Francia, la isla de Nápoles, la Verneda barcelonesa—, desemboca en el lugar de la escritura. Del mismo modo que una escritora de una generación más atrás toma en consideración toda su obra y llega al mismo oeste, al mismo lugar para nadie y para todos. Es para entusiasmarse. Porque la poesía de Álex Chico es otro testimonio de calidad de otro ser de palabra que cree en la palabra y que hace suya una noción de lugar cada vez más rica en las poéticas contemporáneas. Escribir es defenderse del lugar que habitamos, escribió Álex Chico en la poética con la que se iniciaba la selección de sus poemas en la antología Matriz desposeída (2013). Viene bien ahora, en este hacer de la mentira una forma de verdad, que dice Álex Chico en su poema «Ficciones»; en esta manera también de mirarse a sí mismo —la dimensión de la frontera de «Por la Rambla de Prim»—; o de estar, como costumbre, siempre en otra parte, en el poema más largo y de mayor movimiento de un lugar a otro del libro, «La parada del autobús». De un lugar a otro, en la poesía, sin moverse de aquí. Es para celebrarlo. Y compartirlo.

domingo, mayo 19, 2013

Luis Delgado en 'Siluetas'


Es uno de los mejores músicos españoles y hoy ha estado en Siluetas, de Radio Nacional, en donde ha sido entrevistado por Pilar Socorro. (Se sigue echando en falta a Manuel Ventero y su buen hacer en sus cálidas y bien argumentadas entrevistas). Merecía Luis Delgado este espacio en el que ha podido hablar algo de su música, de sus pasiones, de su Museo de la Música en Urueña y en el que ha vuelto a mostrar su humildad. Todavía —ha dicho agradecido— hay gente que se arremanga y se pone a investigar y a traducir los manuscritos que luego se venden en las librerías a diez euros, en alusión a la labor filológica de personajes como el arabista Emilio García Gómez (1905-1995). Da gusto escuchar a personas como Luis Delgado que no trafican con su admirable importancia.

viernes, mayo 17, 2013

Presentación y recuerdo


El volumen Artículos y ensayos, de Fernando T. Pérez González, editado, al cuidado de Fernando Pérez Fernández y de Asunción Fernández Blasco, por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, se presenta el próximo miércoles 22 de mayo en el salón de actos de la Biblioteca Pública «A. Rodríguez-Moñino/María Brey» de Cáceres. El acto comenzará a las 20:00 horas e intervendrán Fernando Pérez Fernández, Miguel Hurtado Urrutia y Miguel Ángel Lama.

sábado, mayo 11, 2013

El Día del Bibliófilo de Jesús García Calderón


Merecido homenaje el que rinde hoy la Unión de Bibliófilos Extremeños (UBEx) al escritor pacense Jesús García Calderón, el autor de La provincia (1991), de Un lugar en el Norte (1998), y otros excelentes libros de poemas, relatos y ensayos literarios y relacionados con el ámbito del Derecho. Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Andalucía, Jesús se ve hoy reconocido en su ciudad de Badajoz al mismo tiempo que la figura de su padre, el periodista Antonio García Orio-Zabala, junto a la del escritor Antonio Zoido, es igualmente homenajeada con una exposición bibliográfica organizada por la UBEx con motivo del centenario de su nacimiento. Su propio hijo ha escrito unas autorizadas y cordiales páginas tituladas  «Crónica y olvido de un maestro» en las que recorre toda su trayectoria biográfica e intelectual. Son palabras que hoy cobran mucho sentido al contemplar lo recorrido por alguien con la brillantez y la bondad de Jesús García Calderón.

miércoles, mayo 08, 2013

Después del centenario de Rodríguez-Moñino


Hace nada, gracias a Joaquín González Manzanares, director de la Biblioteca de Extremadura, he recibido los primeros ejemplares de Antonio Rodríguez-Moñino en la cultura española (Badajoz, Biblioteca de Extremadura —Colección Alborayque Libros, 7—, 2013), cuyo colofón está fechado el 23 de abril, Día del Libro, «al que tantos desvelos, afanes y horas dedicaron María Brey y Antonio Rodríguez-Moñino» —dice. Es el más reciente resultado de un centenario que celebramos en 2010. Porque hace unos meses apareció también la edición al cuidado de Víctor Infantes de unos textos principales de Rodríguez-Moñino. Su conocimiento personal —por Leonardo Romero Tobar—, sus libros —por Eustaquio Sánchez Salor—, sus actuaciones y relaciones en Extremadura —en los trabajos de Pablo Ortiz Romero, Manuel Pecellín Lancharro, César Chaparro Gómez y Mercedes Pulido Cordero—, su poesía —estudiada por José Luis Bernal Salgado— y su labor como editor —por Víctor Infantes, José Jurado y el que suscribe— se tratan en este volumen de doscientas cincuenta páginas muy merecidas, dedicadas a aquel hombre que dijo que él no pretendía ser un crítico; sino un bibliógrafo, un contador de folios y páginas que, sin embargo, tenía «la debilidad de no considerar al libro sólo como unidad catalográfica, sino como expresión material de pensamiento y sensibilidad: quiero decir que los leo.» Ejemplo eminente.

martes, mayo 07, 2013

Cristalizaciones (I)


Esta mañana ha leído sus poemas Basilio Sánchez en la Biblioteca Central del Campus de Cáceres, y ha dado a conocer unos cuantos de este su recientísimo libro, Cristalizaciones (Madrid, Ediciones Hiperión —Poesía Hiperión, 642—, 2013) —XX Premio de Poesía Ciudad de Córdoba «Ricardo Molina»—, que, no obstante, tendrá su presentación pública en Cáceres pasado el verano. Es la segunda vez que escucho a Basilio decir unos poemas de este libro nuevo y la segunda que compruebo la tersura y claridad con que llegan a quienes los escuchan; la confirmación, por así decirlo, de lo que ya se conocía: que estamos ante un poeta excepcional. Cristalizaciones es el primer libro de Basilio Sánchez tras la publicación en 2010 de Los bosques de la mirada, su poesía reunida (Madrid, Calambur Editorial), que se cerró con un grupo de poemas inéditos fechados en 2009 entre los cuales uno tan solo se recupera ahora para incluirlo en la parte central de este nuevo libro, titulada como aquel poema, «Apenas nada». Así que vuelve el poeta cacereño a la costumbre antigua —que estuvo en sus poemarios Los bosques interiores y La mirada apacible, de 1993 y 1996— de titular las secciones en las que se agrupan sus textos. Quizá tenga algo que ver en esta menudencia lo que Cristalizaciones tiene de «proceso secreto de sedimentación», como en el poema que da título al libro, y la consciencia de una especie de devenir oculto que se ha venido manifestando desde los primeros intentos de conocerse del autor en esta dedicación a la escritura, desde sus poemas primeros. Hay que recibir con alborozo este nuevo libro de Basilio Sánchez, que merece algo más que estas pocas líneas. «Fragilidad» es palabra insinuada en esta obra. Pero, por ahora, para mí, «grandeza», la que ocurre cuando la lectura parte de un estado previo de las cosas que cambia y es otro una vez que se ha leído el poema. 

lunes, mayo 06, 2013

'Podría ser peor', de Antonio Rivero Machina


Contó José Esteban en su ameno Vituperio (y algún elogio) de la errata (Sevilla, Renacimiento, 2002) que Alfonso Sastre dijo que su verso «Tú eres la primera que se marcha» fue cambiado por «Tú eres la primavera que se marcha», que expresaba «mucho mejor —decía Esteban— su intención poética de despedir a aquella compañera que dejaba al poeta en absoluta soledad». Cuando leí por primera vez —cuando unas pruebas en pedefe— este libro de Antonio Rivero Machina, Podría ser peor (Madrid, Ediciones Hiperión —Poesía Hiperión, 647—, 2013) —XV Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal—, me llamaron la atención del primer poema unos versos que parecían esconder una de esas erratas felices: «medias silábicas, tacón de pluma / metáforas de licra y rímel / bajo la falta». Era, me dijo Antonio, «bajo la falda»; y prefirió dejar la errata, con un criterio burlón y travieso que ya desde el principio aporta el aire de frescura y juventud que tiene todo el libro. No es todo así; pero se nota que es un primer libro por esa frescura; aunque haya momentos en los que se busca una mayor trascendencia. El autor es exigente y él será el primero en reconocer dentro de unos años una parte de la bisoñez de una obra en la que incorpora un discurso autocrítico en poemas como «Benevolentiae», «Curriculum vitae» o «Fe de erratas». Los requiebros irónicos, los asuntos y motivos cotidianos, modernos, y la presencia de la cultura de masas son algunos de los gestos de Podría ser peor, en cuyo título se aloja la humildad del consuelo. Los espacios locales —cacereños— y, por eso, demasiado velados para el lector sin referentes, y los paisajes universales, son parte del decorado de un libro que ofrece juegos paronomásicos («palabras vanas en tus venas»), hallazgos («tu pierna dormida / sobre mi pecho en vela»), y una lograda combinación en un poema «Eritropoyetina» —o sea, EPO— de tintes de la actualidad periodística con bases culturalistas... Fresco y vario este primer libro cuyo rasgo es ser el primero de unos empeños poéticos que será un placer seguir tan de cerca.

viernes, mayo 03, 2013

Sólo para náufragos


Hace ya tres semanas, el viernes 12 de abril, estuvimos en El Corral de las Cigüeñas de Cáceres en la fiesta de presentación del disco de Juanjo Cortés Sólo para náufragos (Paco Martín Producciones, 2013). Lo pasamos muy bien. El gusto se ha prolongado con la escucha de un disco redondo que muestra cómo es Juanjo Cortés. Un pescador discreto de lo más sensitivo. Discreto cuando no está en el escenario, en donde es como tiene que ser, con su descaro cantante. El disco es delicioso para escuchar y pocas veces uno se encuentra con una secuencia de canciones tan creciente. Si la obra comienza en alto, con «En la isla», que abre el juego metafórico del mar y del naufragio, del navegar, por todo, y que será motivo recurrente en otros temas; luego sube más. Cada escucha es distinta. Incluso uno no tiene por qué seguir un orden; pero si lo sigue, cada tema supera al anterior sin anularlo. Al contrario, lo supera para volver a escucharlo y recuperar su valor. Gusta mucho. El sonido del mar del principio es una invitación a una travesía del timón de alguien que fundamenta su libertad creativa —«Sin etiquetas» es una declaración— en la razón del náufrago, que busca crear ex novo y que anhela volver a la deriva. El mar y navegar, la isla y la soledad son los referentes simbólicos de la música y la canción, del poeta y del cantante. La secuencia que va desde el comienzo hasta «Isla tristeza» o «Los dos lados», cortes quinto y sexto, confirma ese valor creciente del disco. Una canción como «Buscando trabajo» me recuerda la música de otros tiempos, alguna balada de los ochenta; pero sobre todo me detiene en la habilidad de Juanjo Cortés de fundir palabra —«frenó»— y melodía —con un «no» sostenido. Otro tema como «Hablo de amor» me recuerda a Hilario Camacho... Y aunque una de las mejores canciones del disco sea su dedicatoria —«A la memoria de mis padres, a Mari Té y Mari Carmen por su gran capacidad de amar, a mis hermanas y a toda la familia, a mi hijo David, a todos mis amigos, imprescindibles compañeros de viaje; a todos los que me apoyan en la música siempre sin condiciones, y a Lourdes, compañera de sueños y destino»—, me quedo con «...y una nana», que es una desgarrada nana nocturna y alcohólica, una especie de himno en la mejor clave vocal al piano solo. Es el último tema del disco; y con razón —subjetiva e íntima— decía yo lo de creciente.

miércoles, mayo 01, 2013

Memoria de J. Julián Barriga


De finales de 2011 son algunas de las elogiosas reseñas de este libro que acabo ahora de leer y de disfrutar. Solvente y cercana la que escribió Álvaro Valverde. Me ha durado mucho la lectura de Calleja del Altozano. Memoria de un lector inexperto (Madrid, Beturia Ediciones, 2011*) del periodista J. Julián Barriga (Santiago del Campo, 1943). Porque he ido degustándola a sorbos, como tantas veces se hace en este libro con otras lecturas. Lo permite, ya que la obra está articulada a trozos fechados como entradas de diario en dos niveles diferenciados tipográficamente: el primero es la anotación de un diario rural en el que hay espléndidas estampas, luminosas descripciones y microrrelatos con personajes reales velados bajo iniciales; y el segundo —con el diacrítico de la cursiva— es el apunte de un lector y de un bibliófilo que, en el mismo escenario, abreva en los libros. Son trozos fechados que no siguen una linealidad cronológica porque se someten al ciclo superior de las estaciones. Así que Primavera, Verano, Otoño e Invierno son las cuatro partes de un volumen que contiene textos que recorren años y van desde julio de 1986 —en la segunda— hasta marzo de 2007 —en la primera. ¿Qué mejor juntura que ese ciclo? ¿Quién mejor que Juan Ramón Jiménez, presente en todos los lemas de cada parte, para aunarlo todo? Calleja del Altozano, que es memoria, pero no de un inexperto lector, sino de avezado lector, es un libro delicioso porque está apegado —y bien— a la vida y a la literatura. A la vida rural y a la literatura universal. Cuánto se echa en falta un índice onomástico que permita localizar mañana con facilidad las referencias a Gerald Durrell (pág. 127), a Petrarca (pág. 181), a Antonio Colinas (pág. 257), a Jovellanos (pág. 64), a Hudson (pág. 272), a Canetti (pág. 59), a Goethe (pág. 202), a Rulfo (pág. 159), a Fray Antonio de Guevara (pág. 251)... A tantos que están en estas páginas en las que J. Julián Barriga presta sus ojos para leer o volver a leer páginas memorables; y, sobre todo, para ver el campo, sus habitantes, sus colores, sus modos de ser. La fusión de vida y lectura está en una anotación de febrero de 2006, que se ha colocado al final del libro: «Los pequeños placeres. Por ejemplo, adormecerse en la huerta/jardín, a la hora de la siesta, con un libro en las manos después de haber desbrozado el arriate en el que crecen los bulbos de primavera». Está en esta dualidad textual de este Calleja del Altozano; pero también en la manera en que J. Julián Barriga mezcla ambos niveles en un mismo texto; como en el que se unen la algarabía de los gorriones y los diarios de Jünger, la evocación de Chéjov o la de un Baroja contemplando desde la huerta el humo que salía de la chimenea. El otro día hablaba con Pureza Canelo de la ruralidad excelsa que puede leerse en la literatura última. Salió el ejemplo de Intemperie, de Jesús Carrasco; y, lógicamente, propuesto por mí, de Oeste, el libro de Pureza. Qué rabia no haberme acordado de sacarle a colación el libro de Barriga, que igual conocía. Lo hago ahora. Y ahora también mando estas líneas a Garrovillas, el escenario de este libro, para María José Mendo, que es la responsable de que yo haya reconocido tan bien los parajes de estas páginas. Un disfrute este libro, que también tiene mucha música...

(*) El colofón de mi ejemplar —regalo de su autor— es de 5 de enero de 2012, aunque la fecha del Depósito Legal es 2011. 2012, sin embargo, figura en cubierta; y 20012, por errata, figura en portada. Quizá lo que yo tengo sea una reimpresión inmediata. Ojalá. Merecería el libro tanto eco.