lunes, mayo 14, 2012

Prestigio

El Bosco. El prestidigitador. Museo Municipal de Saint-Germain-en-Laye (Francia)

Cañizares da para mucho. En una de las más famosas —en su tiempo— comedias de magia de este autor, El asombro de la Francia, Marta la Romarantina (1716), se lee en el interrogatorio del Obispo a la protagonista, en la jornada II: "¿Sabéis que es magia o prestigio?". Su relectura me ha hecho reparar en la sugestiva y jugosa etimología de la palabra prestigio que hoy usamos con un significado de todos conocido, tan diferente del que tuvo. La palabra viene del latín con el significado de ilusión, de juego de manos, que es el que se recoge en el Diccionario de Autoridades ("El engaño, ilusión o apariencia, con que los prestigiadores emboban al pueblo"). El que hacía prestigios era un prestigiador. Y prestigiar era embaucar. En el Diccionario crítico etimológico de Corominas-Pascual podemos leer que los franceses alteraron —en el siglo XIX— el praestigiator latino en prestidigitateur por una seudo-etimología que interpretó la palabra como un compuesto de preste (presto, rápido) y digitus (dedo). Curioso. Hoy, aquello está como tercera y cuarta acepción en el diccionario actual, como poco usado. Por cierto, en sitio tan eminente como Rinconete, he encontrado esta perla de José María Romera que no pretendo emular; que, más bien, dice mejor lo que yo quería decir.

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