miércoles, mayo 16, 2012
Libros
Entre clase y clase y con sosiego escaso de mi parte, vino a hablarme ayer Mario Martín Gijón sobre un libro necesario por hacer y me regaló otro hecho y bien hecho, la edición del libro inédito hasta ahora —considerado durante mucho tiempo una obra desaparecida— de Máximo José Kahn Arte y Torá. Exterior e interior del judaísmo (Ed. de Mario Martín Gijón y Leonardo Senkman. Sevilla, Editorial Renacimiento. Biblioteca del Exilio, 2012), su gran libro sobre el judaísmo. A Mario debo también un regalo anterior, su ensayo La patria imaginada de Máximo José Kahn. Vida y obra de un escritor de tres exilios (Valencia, Pre-Textos y Fundación Amado Alonso, 2012), que fue Premio Internacional "Amado Alonso" de Crítica Literaria en 2011. El regalo de Arte y Torá fue ayer una señal impredecible —su imagen preside, por eso, estas líneas— del torrente de novedades que encontré por la tarde en mi apartado de correos. La más esperada, el libro de Álvaro Valverde, Un centro fugitivo. Antología poética (1985-2010), publicado por La Isla de Siltolá, editorial (Javier Sánchez Menéndez) que me ha honrado con el envío, como siempre, de sus publicaciones recientes. A saber, los libros de poemas de Raúl Pizarro (Lo único que importa), de Elena Román (Será genealogía) y de Juan María Calles (La música del aire), un autor que me apetece mucho volver a leer. El relato de Jorge Duarte Por un puñado de sal (Sevilla, La Isla de Siltolá, Colección Levante, 2012), la edición de Marie-Christine del Castillo con prólogo de Juan Manuel Bonet del único libro de poemas del brasileño compañero de viaje de la vanguardia Luís Aranha: Cocktails (Sevilla, La Isla de Siltolá, Colección UrbietOrbi, 2012), la antología de poetas ecuatorianos Poetas de la emoción, el libro de Luis Alberto de Cuenca Palabras con alas, por recoger sus colaboraciones en la revista Mercurio, notas de lectura de muy diversas obras... Abruma ahora la lista como pesaron los sobres recibidos. Además, Cierto ciervo que vi, un libro con fotografías de José del Río Mons y poemas de Vicente Valero prologado por Ignacio Gómez de Liaño, publicado en los Anejos de Siltolá. También Chaves Nogales, una reunión de textos sobre el periodista sevillano coordinada por Juan Bonilla y Juan Marqués. Y una impresionante edición de la Poesía completa de Víctor Botas, al cuidado de José Luis García Martín. Si no he contado mal, son doce libros. Todos, excepto el primero, el de Kahn, publicados por la sevillana Isla de Siltolá. Pero en mi reducido apartado también estaba el aviso del envío de dos más: los dos últimos premios internacionales "Gerardo Diego" de Investigación literaria (2010 y 2011) que concede la Fundación Gerardo Diego: Poesía y filosofía: María Zambrano, la Generación del 27 y Emilio Prados, de Alfonso Berrocal, y El sometimiento de la palabra (poética). La poesía de Diego Jesús Jiménez entre Fiesta en la oscuridad e Itinerario para náufragos, de Tomás-Néstor Martínez Álvarez, ambos publicados por Pre-Textos. Cargado con mis libros el día menos pensado, pasé por la librería para recoger un encargo, y cargué con la última adquisición del día, la última edición de Su único hijo, de Clarín, publicada por Castalia con introducción de Francisco Caudet. Quince, pues. Sin pagar más que uno, el último citado: 10,50 €. Y muy agradecido, que conste.
¿De verdad consideras "regalos" a los libros que te envían con la intención de que los difundas o hagas reseña?
ResponderEliminar¡Qué vulgaridad! Cualquier persona que está en el mundo de la literatura recibe de sus amigos y por sus relaciones personales un buen número de revistas, libros, novedades... muchas veces dignas de recibir. Tengo amigos que hasta los han comprado para compartir su entusiasmo por algo leído. Y también soy el primero que lo he hecho.
ResponderEliminarConsidero que un blog es un modelo de relación y decir limpio. Yo, Miguel Ángel, no atiendo a estos anónimos que hablan por herir con bajeza. Hay tanto rencor gratuito en las anteriores palabras que lo evidente es que no buscan una respuesta, sino manchar las buenas sensaciones diarias tuyas, mías y de cualquiera con conciencia de cruzar con respeto y mejorar la vida, de proponer una conducta de aportación y elegancia.
(Sé que es una intromisión en tu libertad, pero en adelante a estos "sucios" o "valientes" anónimos no los incluyas: hacerlo es una perversión de la voz, es dar poder a quien daña, -precisamente nosotros, que hemos centrado nuestra vida en la palabra- y para nada establecer un debate cultural al que no se llega. Si así fuera, qué bajo sería)
Abrazos, de todas maneras.
Carlos, precisamente el mérito de Miguel Ángel es publicar también esos anónimos, incluso cuando digan cosas que no merecen la pena. La censura siempre es mala.
ResponderEliminarGracias, Carlos. Publico esos anónimos siempre que no sean insultantes, y esto del insulto y la bajeza solo me ha pasado un par de veces. Lo que no hago es 'dialogar' con alguien que no firma,y esto, según el tono. En cualquier caso, Carlos, tienes razón en lo que dices de los libros y los regalos. Estoy contigo.
ResponderEliminarCon menos palabras, los libros buscan a quien los lee y ama.
ResponderEliminarY sobre lo que alguien sin nombre llama censura, yo lo considero libertad de palabra. Porque me doy cuenta de toda la fuerza de ellas y evito convivir con las que, como poco, esconden aristas.
Hoy he leído, en cambio, unas magníficas, en concreto, un artículo de Fernando R. de la Flor llamado "Sombra y presencia" para una exposición de pintura de Aníbal Núñez que me han llegado por la generosidad de Elías Núñez. Admirables, y por supuesto, limpias. Después de muchos años me quedo con el valor de la transparencia que aprendí hace mucho de amigos como F.J. Irazoqui y que en él presidían sus cartas y su obra poética. No te quiero decir, si además rebosan una "no usada" inteligencia.