sábado, marzo 31, 2012
Pedro Salinas y las Esclavas del S. Corazón
Un dieciochista de pro como Joaquín Arce dijo sobre la introducción de Pedro Salinas a esta edición de las Poesías de Juan Meléndez Valdés que fue "el primer estudio en que se interpretó con sensibilidad moderna a un poeta español de entonces". Se publicó en 1925 en la colección Clásicos Castellanos en su primera etapa de Ediciones de La Lectura, luego continuada por Espasa-Calpe, que, tras la guerra civil, en 1941, suprimió el nombre de Pedro Salinas de la portada. Por nefando. Lo mismo hizo la Congregación Mariana de Esclavas del S. Corazón de Barcelona (Calle Mallorca, 234) a juzgar por este ejemplar —marcado con su sello— que me traje no hace mucho de Boxoyo Libros gracias a que me lo puso en suerte Jaime Naranjo, siempre ahí. La singularidad de mi libro está en lo que muestra en su portada. Donde debería decir "Edición, prólogo y notas de Pedro Salinas" no hay más que ese tachón firmemente negro. Las Esclavas del Sagrado Corazón, obedientes con la orden del 41, expurgaron de tan vitanda mención la primera edición del 25 y arrebataron al autor de La voz a ti debida de la autoría de un prólogo tan jugoso —y sin mancha.
viernes, marzo 30, 2012
La madre de Walter Scott y Paula de Demerson
Hace unos años leí un artículo de Paula de Demerson —enviado por ella con su afectuoso recuerdo, como siempre— sobre muertes aparentes y socorros administrados a los ahogados y asfixiados en el siglo XVIII. En los primeros párrafos de su ensayo recordaba que en 1766 la madre de Walter Scott estuvo a punto de ser enterrada el mismo día de su supuesta muerte. La señora Anne Rutherford, que cinco años después alumbraría al novelista, despertó en su ataúd al sentir que unos ladrones querían arrancarle una sortija de esmeralda. Anoté la referencia curiosa en un cuaderno de hace diez años; una anécdota menor al lado del rigor, la gran cantidad de datos —algunos referidos a Extremadura— y la amenidad de un ensayo sobre tan inquietante asunto que por suerte acabo ahora de releer con el provecho de siempre en los trabajos de doña Paula.
jueves, marzo 29, 2012
martes, marzo 27, 2012
Día Mundial del Teatro
He celebrado el Día Mundial del Teatro de una manera tristemente distinta a la del año pasado aquí. Después de cuatro ediciones consecutivas, el curso internacional de verano de la Universidad de Extremadura Lecciones de teatro clásico, vinculado al Festival de Teatro Clásico de Cáceres, y sostenido económicamente por la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Extremadura, dejará de celebrarse —espero que temporalmente— por falta de financiación. Y por falta de interés —añado—, estoy seguro. Para los que gusten de picotear en este blog, aquí les dejo cuatro melancólicos saltos hacia atrás —la primera edición, la de 2009, aquella sobre teatro y música, y la del año pasado— y estos créditos, ahora que no se lleva esto y que hasta en TVE, que no tiene publicidad, cortan casi con saña, incluso en programas de La 2 supuestamente de cinéfilos, la relación del elenco de una película: José Luis Alonso de Santos, Manuel Canseco, Jesús Cañas Murillo, Alberto González Vergel, Javier Huerta Calvo, Abraham Madroñal, Miguel Murillo, Rosa Navarro, César Oliva, Yolanda Pallín, Pilar Palomo, Felipe B. Pedraza, Helena Pimenta, Mercedes de los Reyes Peña, José Roso Díaz, Miguel Ángel Teijeiro, Gregorio Torres Nebrera, Eduardo Vasco, Ana Zamora, Lourdes Bueno, Laura Dolfi, Francisco Lafarga, Mª Rosario Leal Bonmati, Francisco Javier Magariño, José Luis Oncins, Marcos Ordóñez, Emilio Peral, Denis Rafter, Inés Rodríguez, Isidro Timón, Germán Vega García-Luengos, Joaquín Álvarez Barrientos, María Angulo Egea, Carmelo Caballero, F. Javier Grande Quejigo, Pablo Iglesias Simón, Germán Labrador, Alicia Lázaro, Rafael Pérez Sierra, Isabel Ródenas Perales, Mª Isabel Rodríguez Ponce, Isabel Román Román, Teresa Ferrer, Vicente Fuentes, Luis Miguel García, Luciano García Lorenzo, Agustín Iglesias, Jean-Daniel Laval, Rosa Manzano, José Vicente Moirón, Reyes Narciso García-Plata, Jesús Pérez Magallón y Evangelina Rodríguez Cuadros. A todos ellos, en orden cronológico, gracias.
La primera novela de Emilia Pardo Bazán
Pocas veces está uno tan propiamente en el momento justo de una noticia que le interesa. El jueves pasado escuché en la radio que se había editado la primera edición moderna completa de la primera novela de Emilia Pardo Bazán, escrita a los trece años, Aficiones peligrosas (1864), y atendí con interés a las intervenciones de dos expertos conocidos, Jesús Rubio Jiménez y Juan Antonio Yeves. Precisamente, a este último íbamos a verle con un grupo de estudiantes al día siguiente en Madrid, en su Fundación Lázaro Galdiano en la que es bibliotecario de su impresionante fondo, del que nos enseñó unas pocas piezas, joyas todas. Entre otras, nos mostró el manuscrito de la novela mencionada, recompuesto con paciencia y tino para esta edición publicada por la Fundación Lázaro Galdiano, la Casa-Museo Emilia Pardo Bazán y Analecta editorial, con un "Proemio" de sus editores Jesús Rubio Jiménez, Julia Santiso Rolán y Juan Antonio Yeves Andrés y con un "Estudio preliminar" de Araceli Herrero Figueroa. Hacía pocas horas que había escuchado la noticia cuyo origen y cuyo significado estaban en aquellas cuartillas apaisadas. En la sede del museo y de la biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano compramos varias alumnas y yo nuestros ejemplares de Aficiones peligrosas. Hoy, como yo, una de ellas ha llevado el suyo a clase, en donde hemos hablado de la novelita, ya que estamos con la novelaza que es La madre Naturaleza. Es un texto sorprendente el de Aficiones peligrosas. Por su precocidad; pero también por cómo se manifiesta la condición de literata y lectora en la figura de la narradora —tan joven como la Pardo Bazán: "Yo voy a cumplir quince años"— que implica al lector —qué capítulo el séptimo, y qué título: "En donde se da cuenta de lo bien que les viene a dos amantes el que un gato bien educado respete un salmonete al alcance de su pata"— y que trata la lectura como hecho individual y social; y por las ideas expresadas, por ejemplo, contra la pena de muerte y la tortura. Sorprendente. Sin duda, es estupenda manera ésta de presentar a los lectores y estudiosos un texto para abrirlo a análisis más específicos; por ejemplo, los textuales.
jueves, marzo 22, 2012
Fastidio
© El Roto
He leído esta mañana que la dirección del Teatro Real va a descontar a cada uno de sus trescientos trabajadores entre 3.000 y 6.000 euros de las próximas pagas extraordinarias por un error en la aplicación de un decreto. También he leído que el gobierno pretende incluir en la futura ley de transparencia —perdón por el oxímoron— la modificación del Código Penal para tipificar como delito, aplicable a los responsables de la administración, gastar mal, sin presupuestar, y provocar el endeudamiento de lo público. Nada está claro. Lo más cierto es que aquí nadie va a devolver nada. Ni los que han robado y malversado, ni los que han administrado mal los fondos de todos, ni los consejeros de empresas públicas que han cobrado sin trabajar... Aquí nadie devuelve nada; solo, obligados, los trabajadores —entre otros miles que estamos francamente localizados en las agencias tributarias— del Teatro Real. Como escribe hoy mismo Maruja Torres por otras razones fácilmente asumibles, hay una "amplia panoplia de la repugnancia en donde elegir a quién dedicamos nuestra cotidiana náusea".
miércoles, marzo 21, 2012
Antonio Gómez en el Aula Díez-Canedo
Hoy he hablado a mis alumnos del Máster de Secundaria de la obra de Antonio Gómez, por si alguna vez tienen la necesidad que yo he sentido en más de una ocasión de mostrar a sus alumnos otras maneras de comprender el hecho literario y artístico. Por si, en definitiva, les apetece hablar con entusiasmo de este entusiasta de lo experimental poético que mañana jueves 22 de marzo, a las ocho de la tarde, intervendrá en el salón de actos del MEIAC (Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo), en el Aula de Poesía "Enrique Díez-Canedo" de Badajoz. Qué contento estaría ahora el amigo Ángel Campos Pámpano de recibir en casa a su amigo Antonio.
martes, marzo 20, 2012
Plaza de la palabra
En una antología poética caben varios fines, casi todos honorables. Una antología puede servir para descubrir a un autor. ¿Quién en sus primeros pasos en el digno y sano vicio de la lectura no ha entrado en la obra de un poeta gracias a una selección de poemas bien escogidos? Una antología puede mostrarnos un poco de la inmensidad del poeta que luego se convertirá en uno de nuestros principales referentes. Otra utilidad de las selecciones es que se ponen a la mano del lector textos de difícil localización por su edición dispersa en sitios ya inencontrables. Y otro valor que puede sumarse a los citados es que la antología poética pierda su carácter de florilegio y se haga un libro con entidad propia. Pasa con esta que es Plaza de la palabra, publicada, con prólogo de Félix Grande, por la Editora Regional de Extremadura en 2011. Su logrado título es el de un poema de Cuaderno de Abul Qasim (2001), uno de los diez libros de Santos Domínguez representados en esta selección. Diez libros en uno, hecho también —eso creo, pues no hay atisbo de mano ajena— por su autor, que escoge tres poemas de Pórtico de la memoria (1994), otros tres de La orilla del invierno (1996), el mismo número que los recogidos de Cuaderno de Abul Qasim (2001), nueve de Las provincias del frío (2005), diez de En un bosque extranjero (2006), seis de Las sílabas del tiempo (2007), cinco de La flor de las cenizas (2008), ocho de Para explicar la nieve (2009), otros ocho de Nueve de lunas (2010), y nada y más y nada menos que veintiún poemas del libro Luna y ciencia nocturna (2010). Por ese desequilibrio que nadie podría atribuirse creo que el responsable de esta selección es Santos, que también se ocupa de añadir otra razón para leerle, su poética "Desde un bosque extranjero", iluminadora, efectiva, tan recomendable como este compendio de su poesía que para algunos, estoy seguro, puede llegar a ser el mejor libro de poemas de su autor. Por las virtudes de las antologías. Aunque solo sea porque termina con esa reivindicación de Hölderlin de que "lo que permanece lo fundan los poetas." Santos Domínguez ha sacado una buena representación de sus poemas a la plaza, al ágora pública en la que todos nos encontramos, en el lugar en que los lectores celebran reunirse. Y, en efecto, con Wallace Stevens, "la lengua es un ojo", que es uno de los fundamentos del pensamiento poético de Santos Domínguez. Libros así eximen de recomendar uno entre tantos. Plaza de la palabra.
viernes, marzo 16, 2012
Francisco Rodríguez Criado
Conozco la obra de Fran Rodríguez Criado desde casi sus primeros pasos y me ha alegrado siempre recibir la noticia de un nuevo texto, de un nuevo libro, sobre todo los de relatos, a tenor del efecto de su lectura. Tras un tiempo sin publicar libro —pues Fran se muestra públicamente por escrito todas las semanas en las páginas de El Periódico Extremadura—, acaba de aparecer su novela Mi querido Dostoievski (Madrid, La Discreta, 2012), que presenta hoy en la Biblioteca Pública de Cáceres, a las siete y media de la tarde. Estará con él Pilar Galán, compañera de columnas en El Periódico, que introducirá la obra.
jueves, marzo 15, 2012
Jovellanos en la ADE
Sin mengua del interés de siempre del contenido de la revista ADE Teatro, la de la Asociación de Directores de Escena de España, este número —el 138 de diciembre de 2011— tiene el atractivo de unas páginas extraordinarias (desde la 32 hasta la 96) dedicadas al bicentenario de Gaspar Melchor de Jovellanos. Sin mengua, insisto, del interés de los editoriales con los que se abre la revista, que se extienden también al dossier "Defensa de la cultura" —recuerdo incluido de la defensa de Ricardo Muti en la Ópera de Roma—, y, cómo no, a la canción de Percy B. Shelley Men of England, que se publica en traducción de Antonio Ballesteros González. Y sin dejar de mencionar la lectura de artículos de Mario Martín Gijón o de Fernando Cid de Lucas, que son firmas conocidas por cercanas. Lo cierto es que me he detenido más en las páginas sobre Jovellanos, en textos como el de Joaquín Álvarez Barrientos, que escribe sobre "Ayer y hoy de Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811): acerca de su fortuna política", y deja bien claro cómo la figura del asturiano ha generado cambiantes opiniones de diversas facciones políticas, que —se lamenta Joaquín— no necesitan ya de figuras prestigiosas para legitimarse; vamos, que no necesitan legitimarse, a juzgar por los resultados confirmativos de las urnas. Manuel F. Vieites, subdirector de ADE Teatro, trata a "Gaspar Melchor de Jovellanos en los inicios de la política educativa, cultural y teatral en España" y Alberto Fernández Torres llama la atención sobre "Jovellanos, de profesión, reformador". Dos artículos de Azorín dedicados a Jovellanos y a Moratín que se publicaron en sus Los clásicos redivivos, preceden a las páginas centradas en una de las novedades creativas del año Jovellanos, el montaje de El delincuente honrado a cargo de Jesús Cracio, que escribe sobre ello después de que Jorge Urrutia hable de la comedia como "expresión del pensamiento burgués naciente" y antes de que Andrés Presumido Martínez lo haga sobre "Un espectáculo para el bicentenario: Jovellanos, la pasión oculta", del que no puedo opinar. Debo la revista a la gentileza de Agustín Iglesias, uno de los socios fundadores de la ADE, y dejo para mañana alguna nota sobre el citado Delincuente y sobre Una comida particular, suculento texto teatral de Juan Antonio Hormigón, "un encuentro en Zaragoza" entre Francisco Cabarrús y Gaspar Melchor de Jovellanos.
miércoles, marzo 14, 2012
Martín López-Vega en el Aula Valverde
Mañana jueves 15 de febrero, a las ocho de la tarde, en el Colegio Mayor Francisco de Sande de Cáceres, intervendrá el poeta asturiano Martín López-Vega (Poo de Llanes, 1975) en el Aula literaria José María Valverde, que se cierra este curso —corto, crisis— con esta lectura. Al día siguiente, viernes, a las 12:30 horas, el escritor hablará de su obra a los estudiantes de Secundaria en el salón de actos del I.E.S García Téllez de Cáceres. Martín López-Vega también estuvo en el Aula Díez-Canedo de Badajoz el mes pasado. Gracias a Sánchez Paulete por un lado y a Elías Moro por otro, recibí el cuadernillo de aquella lectura. Comparado con éste, son muchas las diferencias. Mañana iré al acto con mis estudiantes del Máster de Secundaria, en el que ayer mencioné nombres como Claudio Rodríguez, José Agustín Goytisolo, Ángel González, Francisco Brines, José Ángel Valente, José Manuel Caballero Bonald..., todos participantes en las aulas literarias de la Asociación de Escritores Extremeños, todos con su palabra en institutos de Secundaria de Extremadura. Que no decaiga, a pesar de todo.
jueves, marzo 08, 2012
Stoner
Una novela estupenda. Magistral y emocionante. Qué difícil es escribir sobre una obra tan cautivadora. Da la sensación de que cualquier cosa que se diga va a deshacer todo el encanto de la lectura. No recuerdo ahora por qué busqué esta novela para leerla; no sé si fue por alguna alusión a ella que leí o por un comentario de alguien en la radio que escuché. Luego he leído una reseña en ABC de Rodrigo Fresán, que fue el gran valedor y vocero de esta espléndida novela publicada en Ediciones Baile del Sol, la editorial tinerfeña que también nos dio uno de los libros de José María Cumbreño. Y también he leído lo que escribió Enrique Vila-Matas en El País, e incluso la opinión entregada de algún lector como Juan Antonio González Fuentes. Las dos primeras palabras de la novela de John Williams (1922-1994) son «William Stone», y tras ellas se nos da la información de que entró como estudiante en 1910 en la Universidad de Missouri, con diecinueve años, en donde se doctoró y aceptó una plaza de profesor, y en donde enseñó hasta su muerte en 1956. Así de sencillo. Así de tan universitariamente incorrecto, pues no se ve bien que trabajes en la misma universidad en la que estudiaste. Así de familiar, por tanto, esa inseguridad del profesor que «cuando daba clases, se encontraba a veces tan abstraído en su asignatura, que se olvidaba de sus limitaciones, de sí mismo, e incluso de los alumnos que tenía enfrente. De vez en cuando se sentía tan arrebatado de entusiasmo que tartamudeaba, gesticulaba e ignoraba los apuntes de clase que normalmente guiaban sus discursos. Al principio le molestaban estos arranques, como si se tomara demasiadas confianzas con su asignatura, y se disculpaba con sus alumnos, pero cuando éstos empezaron a revelar indicios de imaginación y el asomo de un amor vacilante, se animaba a hacer aquello a lo que nunca le habían enseñado. El amor a la literatura, al lenguaje, al misterio de la mente y el corazón manifestándose en la nimia, extraña e inesperada combinación de letras y palabras, en la tinta más negra y fría... el amor que había ocultado, como fuese ilícito y peligroso, empezó a exhibirse, vacilante en un principio, luego con temeridad y finalmente con orgullo.» (págs. 102-103). Un trabajo gustoso. Su relato me reconforta por lo que tiene de compartido; me pone en alerta por el paralelismo con las circunstancias de fechas como el crack de 1929, cuando, más o menos, pueden situarse en el discurso las líneas transcritas; y también me conduelo con escenas en las que colegas y amigos se comportan como adversarios distantes y desconfiados. La novela de Williams sabe hablar del desamor doméstico, del amor paterno y de otras entregas —por qué no, provocadas por la carencia primera de todas— que en la vida del protagonista se focalizan en la alumna «joven de cabello oscuro» o en «la vieja pasión por el estudio y el aprendizaje» que vive Stoner «con el vigor curioso e incorpóreo del universitario cuya condición no es ni joven ni anciana». Cómo no conmoverse. Y hay más.
John Williams, Stoner. Traducción de Antonio Díez Fernández.
Tenerife, Ediciones Baile del Sol, 2010
sábado, marzo 03, 2012
Luis Delgado y su jardín secreto
Fue en un concierto de casi dos horas de Amancio Prada en el Gran Teatro de Cáceres, hace ya diez años. Vino con él Juan Carlos Mestre, que interpretaba su Antífona de un otoño en el Valle del Bierzo. A Juan Carlos me lo encontré en el vestíbulo del teatro antes del concierto; nos saludamos y después de la actuación fue quien me presentó a Amancio Prada y luego, a requerimiento mío, a Luis Delgado, que aún estaba en el escenario recogiendo sus instrumentos. Me arrodillé ante él como un devoto y me sonrió afectuoso, y quizá sorprendido por provocar, empero, tanta atención en presencia del maestro Amancio. Yo había conocido la música de Luis Delgado gracias al programa Alquibla que hizo Juan Goytisolo a finales de los años ochenta, y siempre me deslumbró, como esa noche en Cáceres. Hoy me he reencontrado con él en Radio 3 en un híbrido especial de los programas Músicas posibles de Lara López y Tarataña de Fernando Íñiguez, en donde han emitido una parte del concierto de Luis Delgado y su sexteto en el Teatro de la Abadía de Madrid, en una serie de recitales que dura hasta mañana y que puede escucharse aquí. Es El jardín secreto y es un recorrido por el patrimonio musical de la España medieval con moaxajas, sannas, nubas y cantigas de espléndida ejecución. Un placer.
viernes, marzo 02, 2012
Gonzalo Hidalgo en Letras
© Foto del blog de Javier Morales
Disfruté ayer por la tarde con la conferencia de Gonzalo Hidalgo Bayal, titulada "El profesor de lenguas clásicas", dicha en el paraninfo de la Facultad de Filosofía y Letras, en el V Simposio Extremeño de Estudios Clásicos que ayer se inauguró, continúa hoy por la tarde y se clausurará mañana. Me gustó mucho cómo el presentador, José Carlos García de Paredes, puso en suerte ante un respetable compuesto por profesores de latín y griego, por algún dilecto doctorando, por mis alumnos de máster, por Antonio Salvador y por quien suscribe, al autor de Paradoja del interventor. Disfruté y, de los citados, sé que también disfrutó mi compañero Antonio con la disertación deslumbrante y modesta de Gonzalo, circunspecto y luminoso siempre. Una disertación que podría ser perfectamente el germen de una tesis doctoral, con otro título, sobre los ecos clásicos en la literatura de GHB. Daría para eso y más. Unas palabras las de Gonzalo justas en su loa de la filología clásica —el mejor modo de alcanzar una vita beata, dichosa y retirada, dijo— y del mundo clásico en general —un atractivo territorio sin fronteras, añadió—, quizá obligadas por cortesía; pero tan sinceras como un templo —griego o romano— y fundamentales para comprender el sentido de la vida literaria de Gonzalo Hidalgo, un término que, en su significado más extendido, es radicalmente ajeno a GHB. La vida literaria de quien ha escrito Conversación se reduce —ahí es nada— a ver la realidad y sus circunstancias de un modo narrativo; es decir, a alguien que lee los Diálogos de Platón como novelas policíacas. Ojalá que Gonzalo dé el texto que leyó ayer para que se publique y sea un elemento más para conocer su propia narrativa, además de permitirnos recordar lo que dijo sobre que los ecos grecolatinos de su obra provienen de la añoranza.