martes, marzo 27, 2012

La primera novela de Emilia Pardo Bazán

Pocas veces está uno tan propiamente en el momento justo de una noticia que le interesa. El jueves pasado escuché en la radio que se había editado la primera edición moderna completa de la primera novela de Emilia Pardo Bazán, escrita a los trece años, Aficiones peligrosas (1864), y atendí con interés a las intervenciones de dos expertos conocidos, Jesús Rubio Jiménez y Juan Antonio Yeves. Precisamente, a este último íbamos a verle con un grupo de estudiantes al día siguiente en Madrid, en su Fundación Lázaro Galdiano en la que es bibliotecario de su impresionante fondo, del que nos enseñó unas pocas piezas, joyas todas. Entre otras, nos mostró el manuscrito de la novela mencionada, recompuesto con paciencia y tino para esta edición publicada por la Fundación Lázaro Galdiano, la Casa-Museo Emilia Pardo Bazán y Analecta editorial, con un "Proemio" de sus editores Jesús Rubio Jiménez, Julia Santiso Rolán y Juan Antonio Yeves Andrés y con un "Estudio preliminar" de Araceli Herrero Figueroa. Hacía pocas horas que había escuchado la noticia cuyo origen y cuyo significado estaban en aquellas cuartillas apaisadas. En la sede del museo y de la biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano compramos varias alumnas y yo nuestros ejemplares de Aficiones peligrosas. Hoy, como yo, una de ellas ha llevado el suyo a clase, en donde hemos hablado de la novelita, ya que estamos con la novelaza que es La madre Naturaleza. Es un texto sorprendente el de Aficiones peligrosas. Por su precocidad; pero también por cómo se manifiesta la condición de literata y lectora en la figura de la narradora —tan joven como la Pardo Bazán: "Yo voy a cumplir quince años"— que implica al lector —qué capítulo el séptimo, y qué título: "En donde se da cuenta de lo bien que les viene a dos amantes el que un gato bien educado respete un salmonete al alcance de su pata"— y que trata la lectura como hecho individual y social; y por las ideas expresadas, por ejemplo, contra la pena de muerte y la tortura. Sorprendente. Sin duda, es estupenda manera ésta de presentar a los lectores y estudiosos un texto para abrirlo a análisis más específicos; por ejemplo, los textuales.

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