Conocí a José Somoza (1781-1852) cuando leí la antología de Leopoldo Augusto de Cueto de
Poetas líricos del siglo XVIII, cuando preparaba mi tesina. Es un caso cronológico, como el de Alberto Lista o Juan Nicasio Gallego, que lo hace más hombre del XIX que del XVIII, y, sin embargo, seguimos asociándolo al siglo de Carlos III. No sé; bueno, sí; sí sé. Es un autor del siglo XIX. Enteramente. Aparece, sin embargo y por ejemplo, no sólo en esa antología, sino en historias modernas de la literatura española como autor del XVIII. Esta desubicación se corrige en la
Historia de Espasa-Calpe, la dirigida por García de la Concha, y que llevó a buen puerto Guillermo Carnero en los volúmenes que coordinó. En el segundo del siglo XVIII, José Somoza ocupó siete líneas; en el primer volumen del siglo XIX, mereció quince.
Con buen criterio, sin embargo, Aguilar Piñal no lo incluyó en su definitiva
Bibliografía de Autores Españoles del siglo XVIII. Y es que Somoza no publicó sus primeras obras hasta la década de los treinta del XIX. Así, que no hay duda. No sé; pues, a pesar de todo, en una comunicación publicada en 1996 en las actas del coloquio salmantino de la Sociedad Española del Siglo XVIII,
El mundo hispánico de las luces, Emilio Quintana, dadas la formación literaria, filosófica y moral dieciochescas de Somoza, dado su espíritu dieciochesco, decía que Somoza ha de ser considerado un autor del siglo XVIII. Luego, añadía que desde un punto de vista político, desde un punto de vista literario, y dado que puede ser considerado uno de los maestros de la literatura costumbrista, dado su casticismo lingüístico, el José Somoza hombre del XVIII fue plenamente un hombre del siglo XIX. Cuestionable, claro.
Hace ya tiempo que
José Luis Puerto me envió esta edición a su cuidado de
El risco de la Pesqueruela y otras prosas, de José Somoza (Valladolid, Castilla Ediciones, Col. Raíces, 14, 2002), y quería agradecerle la oportunidad que me ha dado de disfrutar de una lectura tan gustosa. Me resulta tan agradable la manera de escribir de José Somoza... Es sobria y fresca, actual, diría, cuando se refiere a lo propio. A veces, me da la sensación de estar leyendo la entrada de un
blog moderno. Cueto no publicó todos los poemas porque tenían cierta "familiar desenvoltura", porque eran textos escritos para la intimidad que iban más allá de lo que consienten los fueros de la publicidad. A eso me refiero.
Somoza llamó la atención de Azorín, también de Gimferrer, que le dedicó en 1984 uno de sus artículos en la serie "Los raros" que publicó en el suplemento de libros de
El País. Fue editado por José R. Lomba y Pedraja (hay un
artículo sobre este primer catedrático de Lengua y Literatura Españolas de la Universidad de Murcia del también catedrático de Literatura Española de la misma universidad F. Javier Díez de Revenga) en una edición de
Obras en prosa y verso publicada en 1904 y que es la que sirve de base a la edición de José Luis Puerto, que organiza su selección en seis grupos: artículos autobiográficos, recuerdos e impresiones, artículos históricos, artículos de costumbres, crítica literaria y artículos filosóficos y morales.
Necesitaría mucho más espacio para recoger mis notas de lectura de este espléndido libro que rescata una literatura muy poco conocida. Incluso entre el público especializado, que, si es sensible como lo es José Luis Puerto, contribuirá a su difusión. No sé. Esta edición de Puerto sobre el escritor abulense Somoza tiene ya siete años y creo que en este tiempo ni ha sido visible ni ha tenido difusión. Merece la pena. Me acuerdo mucho al leerlo de personas con sensibilidad, principalmente poetas, que saben entender el retiro de la naturaleza, un pequeño rincón, la contemplación de un árbol... Me acuerdo de Álvaro Valverde cuando habla y escribe sobre el molino, de Basilio Sánchez y sus poemas en los que involucra a un árbol quizá plantado por él mismo... No sé.