Hace unos años, fue en mayo de 2000, tuve el placer de participar en la presentación de un libro de poemas de Pablo Guerrero (Esparragosa de Lares, Badajoz, 1946) y de fotografías de Antonio Covarsí (Badajoz, 1951-2006). El reencuentro con ambos fue, como siempre, muy amigable; pero con Pablo representó también la vuelta al texto escrito de alguien que nos había visitado durante años con el texto dicho y cantado. Salvo aquellas primeras Canciones y poemas (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1989, en una edición-documento que tiene un aire de época que hoy da gusto evocar, por su dificultad, por su necesidad), sólo habíamos leído lo que se publicó en el disco-libro Los dioses hablan por boca de los vecinos editado por Jaime Naranjo en Cicon Ediciones en 1999.
Siete u ocho años después de aquello, la obra poética de Pablo Guerrero ha crecido tanto emancipada, si cabe decirlo así, de su obra musical que hay que dar la razón a quienes lo han venido reivindicando durante este tiempo como escritor extremeño antologable. (En una presentación en el Centro de Profesores de Cáceres de la antología didáctica Literatura en Extremadura. Siglo XX, Badajoz, Del Oeste Ediciones, 2003, con Luis Sáez Delgado, alguien nos preguntó por la ausencia de Pablo en aquel libro que, hay que decirlo, no fue una antología al uso; aunque levantó los mismos recelos. Bueno, los mismos no; porque su escasa difusión lo atenuó todo). Una obra poética, la de Pablo Guerrero, que ha crecido en forma de libros como Los rastros esparcidos (Ellago Ediciones, 2003), Viviendo siglos (Ellago Ediciones, 2006) o este Escrito en una piedra (Visor, 2007).
Me saca una sonrisa melancólica la lectura del último poema de la primera sección del libro, un poema titulado “Antonio Covarsí, fotógrafo”. Y me saca el sentimiento, la añoranza y todo poso sensible la lectura de poemas en los que confirmo la elementalidad de una poética que basa su decir en “La clave es lo sencillo” (de un poema antiguo) y en donde vuelvo y vuelvo sobre nociones esenciales, desde el hombre o el mar, o el temblor de unas manos. Hasta, incluso, el miedo.
Dos notitas finales: 1. Hace unos meses, Santos Domínguez escribió un sentido texto para este libro y el vituperio de una errata. 2. No quiero dejar pasar este curso sin que Pablo venga a la Facultad a leer poemas a nuestros estudiantes. A ver si alguien me da un dinerillo para pagarle el viaje, darle cama y un “detallito”.
¡qué exagerado! la antología didáctica no ha tenido escasa difusión...yo la tengo, hoy mismo la he consultado y además, conozco a gente que trabaja con ella a menudo en los instis.
ResponderEliminarLeyó este texto mi amiga y compañera Carmen Galán y faltó poco para decirme que por supuesto. Que sí, que el Departamento del que ella es secretaria, que es el mío, estaría encantado de traerle y de detallitos, y de todo. Gracias, Carmen. Ahora, preocúpate de tu padre, que anda malito. Besos.
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