sábado, abril 28, 2007
Pedro Antonio de Alarcón en sus cuentos
El empeño de un niño, rico e impertinente heredero, de ver desnuda a su tía monja; el hallazgo por parte de una bella señorita en la plaza de Santa Ana de Madrid de un cuaderno de notas o librito de memorias de un misterioso caballero, infeliz y de Jaén; el intento de media docena de amigos literatos de escribir cada uno una novela con el título de ¿Por qué era rubia?; o cómo el joven amante de una señora casada puede saltar directamente del lecho de ésta al manicomio de Toledo son asuntos de algunos de los Cuentos amatorios de Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891), que el escritor de Guadix fue publicando en la prensa de la época y luego reunió en un volumen de sus Novelas cortas en 1881.
Singulares, románticas, divertidas, absurdas..., las breves piezas del autor de El clavo son, en menor medida quizá, amatorias, o relativas al amor, para el lector de ahora. Y menos aún ‘picantes’, como Alarcón escribió en la dedicatoria que encabezaba la colección. El escritor quiso salvaguardar la moralidad con un aviso de que sus cuentos no eran amatorios “al modo de ciertos libros de la literatura francesa contemporánea, en que el amor sensual se sobrepone a toda ley divina y humana”, sino “a la antigua española, a la buena de Dios, por humorada y por capricho, como tantas y tantas novelas, comedias y poesías de nuestros antiguos y célebres escritores”. Aun así, Pedro Antonio de Alarcón, que incluso habló de que sus historias estaban teñidas de “un verdor primaveral y gozoso” que inducía más a risa que a pecado, no cegó del todo las expectativas de un lector moderno que entra por el título general en estas historias.
Estas estampas realistas pueden ser un modo de figurarse las vicisitudes de una vida novelesca como la de Pedro Antonio de Alarcón. Seminarista arrepentido — abandonó en 1853 la carrera eclesiástica que había iniciado a los quince años—, se zambulló en la vida literaria como el más entregado de los bohemios, se hizo revolucionario sin serlo, y de ahí —dicen—, por un disparo al aire en un duelo a muerte con otro periodista y poeta, pasó a un recalcitrante conservadurismo, del republicanismo a la exaltación de la monarquía, de un tibio anticlericalismo al neocatolicismo agresivo, al tiempo que se hacía rico y autor de éxito gracias a un relato periodístico como el Diario de un testigo de la guerra de África (1859-1860), que se convirtió en emblema de la trayectoria de uno de los periodistas más cotizados del momento. Una vida novelesca —su vida— y un modo de acercarse —su obra— a esta figura del mundo literario del siglo XIX, cuyas obsesiones y circunstancias se recrean en las piezas reunidas en sus Cuentos, bien sea el mundo de la bohemia madrileña, de la rechifla y la gamberrada de una narración como Sin un cuarto; bien el mundo burgués y acomodado que se retrata con un sentido moral en otros relatos como La última calaverada, que presenta un marco propio de esa vida y muy apropiado para su recepción, el de alguien que cuenta una historia ante un grupo de personas, en este caso, un Marqués ante sus compañeros de tertulia con un cigarro entre los dedos que es como el minutero del relato.
Algunas de las piezas más sugerentes del cuento decimonónico están incluidas en aquel primer volumen de ‘novelillas’ cortas de quien, en palabras de Azorín, era uno de los escritores españoles más español. Unas piezas que siguen haciendo las delicias del lector y sorprendiendo por su desenfado, y que en su tiempo se contaron entre las creaciones artísticas de mayor éxito literario en el género.
miércoles, abril 25, 2007
Alonso Guerrero en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres
Jueves 26 de abril, sobre las 12'00 horas, Alonso Guerrero hablará en el Paraninfo de la Facultad de Filosofía y Letras sobre Literatura y conciencia. Ha pasado una docena de años desde que este escritor visitase por última vez aquella Facultad antigua de la Avenida de los Quijotes en uno de los encuentros literarios del Aula "Juan Manuel Rozas". Fue el último día de enero de 1995, y compartió mesa con el novelista y profesor de Medicina de la UEX Francisco Vaz Leal.
El nombre de Alonso Guerrero en términos literarios está asociado en muchos lugares a la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres, por ser este extremeño de mi quinta, nacido en 1962, uno de los escritores surgidos del llamado “grupo de la Facultad de Letras de Cáceres”, y del que formaron parte otros nombres como los de Ada Salas, María José Flores, Antonio Díaz Samino, José Luis Rozas, Juan Manuel Barrado, Javier Pérez Walias, entre otros. La mayoría, poetas. Alonso era el prosista.
Literatura y conciencia.
miércoles, abril 18, 2007
En recuerdo de Lucienne Domergue
Por la lista electrónica de Siglo-XVIII y de parte de un ilustre dieciochista como René Andioc nos hemos enterado ayer de la muerte de Lucienne Domergue, la eminente hispanista francesa que tanto y con tanta exigencia trabajó temas relacionados con Inquisición y censura, principalmente en el Setecientos; así sus libros Les démêlés de Jovellanos avec l’Inquisition, que publicó la Cátedra Feijoo en 1971, Tres calas en la censura dieciochesca (Cadalso, Rousseau, Prensa periódica), de 1981, quizá mi primera lectura de la autora, mientras preparaba mi tesina de licenciatura en pos de noticias de García de la Huerta, que Domergue citaba como protagonista víctima de la represión tras el motín de Esquilache. Censure et Lumiêres dans l’Espagne de Charles III (Paris, CNRS, 1982), Le livre en Espagne au temps de la Révolution française (Lyon, 1984) o La censure des livres en Espagne sous l’Ancien Régime, que publicó la Casa de Velázquez en 1996, son otros títulos de su amplia bibliografía.
Tuve la suerte de conocerla en Madrid, en un congreso sobre Periodismo e Ilustración organizado por el Instituto de Filología del C.S.I.C. en 1989, en el que ella habló, cómo no, de la censura en la prensa periódica de la segunda mitad del siglo XVIII. Luego, por carta, fue muy amable y extraordinariamente modesta al corregir y completar alguna torpe incursión mía en textos y contextos de la Revolución Francesa, y en 1997 tuvimos la suerte aquí, en Cáceres, de tenerla como uno de los invitados ilustres del congreso sobre Juan Pablo Forner y su época. La luctuosa noticia me ha llevado a rescatar una foto de grupo que debió de hacernos Irene Vallejo —pues falta en ella— a la mayor parte de quienes participamos en aquella amistosa reunión. Fue en la Plazuela de San Jorge. Allí, François Lopez y Jesús Pérez Magallón, Philip Deacon, Pep Sala Valldaura, Lola Tortosa, Emilio Palacios, Hans J. Lope, Francisco Lafarga, y más... Y Lucienne Domergue, asomándose sobre Juan Antonio Ríos. Gratos recuerdos. En paz descanse.
lunes, abril 16, 2007
Corambo, de José Antonio Ramírez Lozano
Con su abrazo y su amistad, tan amablemente como siempre, recibo de José Antonio Ramírez Lozano su libro de poemas Corambo (Barcelona, DVD Ediciones y Ayuntamiento de Mérida, 2007), que fue Premio Ciudad de Mérida el pasado año. Para bien o para mal, cuando se publica un libro marcado por la circunstancia de un premio, al final, lo que queda, como es lógico, es el libro, y uno se olvida —o casi— de lo que fueron polémicas, aciertos, galas o agravios.
Por aquel tiempo de octubre de 2006 recuerdo que Álvaro Valverde ratificó que Ramírez Lozano es un escritor de premios, tanto que éste, el de Mérida, lo ha ganado dos veces —el de poesía, porque también ganó el de novela convocado por la misma institución—, lo que también recordaron Álvaro y Enrique Baltanás en sus blogs.
Lo cierto es que Corambo es un buen libro de pocos poemas (19), pero con versos suficientes para cumplir las bases del premio al que fue presentado. En el jurado, Clara Janés, Luis Alberto de Cuenca, Santiago Castelo, Rufino Félix Morillón y Javier Rodríguez Marcos. ¿Escrito para el premio? ¿’Montado’ para el premio? Quizá. O no. Porque me parece que Corambo quedó finalista meses atrás de un premio en Santander. ¿Qué cabe esperar de alguien que lleva todo lo que escribe por esos cauces? Así le va, que va publicando en buenas editoriales con importante difusión, y está enormemente contento.
Yo no soy amigo de los premios. En primer lugar, porque no me los dan... Y otro día hablaré del resto de razones secundarias, que son muchas... O no.
Insisto, todo esto pierde importancia cuando uno se zambulle en la creación que convoca ese nombre que es lugar y que el poeta tiene por costumbre y que ocupa su desvelo: Corambo. El ser de la palabra y del poeta, y su verbalización en unos poemas como éstos dan una idea bien distinta de la cierta trivialización del oficio que puede deducirse de la trayectoria de Ramírez Lozano, que nunca ha ocultado su pretensión; así como tampoco sus pulsiones literarias. Que no se engañe nadie. El último poema de este libro, desde la advocación de José Manuel Caballero Bonald y su Descrédito del héroe, se cierra con que “Lo que importa es, al cabo, derrotar a la Muerte.” Yo quería decir menos, que lo que importa es, al cabo y abstraído de todo, leer un libro de buenos poemas.
viernes, abril 13, 2007
Gustav Leonhardt en Cáceres
Ayer Cáceres fue Capital de la Cultura. Casi al tiempo que se iniciaba una nueva edición del festival de rock más importante de Extremadura, Extremúsika, que convocará a varias decenas de miles de personas que acudirán a escuchar a una infinidad de grupos y artistas, con menos ruido —por la escasísima presencia en los medios locales— se celebraba en la Concatedral de Santa María de esta ciudad un acontecimiento musical de extraordinaria importancia, de trascendencia más internacional. El concierto de la Orchestra of the Age of Enlightenment bajo la dirección de Gustav Leonhardt con las dos Misas BWV 234 y BWV 233 de J. S. Bach, organizado por la Fundación Caja Madrid en el XXVII Ciclo de Música Sacra en las Catedrales Españolas.
El 'lujazo' de Cáceres, en esta ocasión, es compartido con la Catedral Vieja de Salamanca, con las de Segovia y Ávila, y con el Monasterio de San Juan de los Reyes de Toledo, dentro del ciclo que se desarrolla en este mes de abril. Fue impresionante. Lleno en la Concatedral. Y Gustav Leonhardt, uno de los grandes de la música antigua. Un acontecimiento para esta ciudad que aspira a ser Ciudad Europea de la Cultura.
Al salir, escuché a una pareja —supuse que eran turistas en Cáceres— decir que habían tenido una gran suerte:
—Además del tiempo, encontrarnos con esto. Increíble. (Gratis).
miércoles, abril 11, 2007
Palabras y padrinos
Ahora que se sabe más que la corrupción y la mala intención llegan también a las organizaciones supuestamente filantrópicas que promueven apadrinar niños de ‘países subdesarrollados’ —ahora también se dice ‘en desarrollo’—, mi sabio amigo Pedro Álvarez de Miranda ha enviado a El País una carta al director, que ayer (martes, 10 de abril) le publicaron, en la que ha protestado por la “solemne memez” que es la pintoresca iniciativa impulsada por una denominada Escuela de Escritores de que políticos, escritores o periodistas “apadrinen” una palabra que supuestamente se halle “en peligro de extinción”.
Dice Pedro que la solemne memez es una “de las muchas que genera la extraña tendencia que los miembros de aquellos ‘colectivos’ padecen a autoinculparse por los presuntos ‘males’ del idioma. El léxico del nuestro, contra lo que dicta el tópico a una legión de contritos opinantes, no se empobrece, sencillamente evoluciona, y aun se hace acumulativamente más denso en quienes lo emplean con conocimiento y tino.”
Luego habla de algunas de esas palabras y de los “descarriados comentarios” sobre esas ‘ahijadas’. Así, bisoñé, que obliga a la acertada observación de Pedro Álvarez de Miranda de que se trata de un galicismo de inaveriguado origen y que, sin embargo, merece de su padrino la defensa de que tiene una “muy española ñ”. Algo que, en verdad, como dice Pedro, es de un “patrioterismo gráfico que ya estomaga.” Hay otras palabras desvalidas, como avatares, anteojo, andancio... que están en la objeción de este profesor de lengua, expertísimo en el asunto de su carta, que ha trabajado y convivido desde hace mucho con las palabras, que trabaja y convive con ellas, y que seguirá amparándolas a través de su conversación y de sus escritos con sabiduría y tino, como él mismo dice en su misiva, que concluye: “La orfandad y el desvalimiento son nuestros, no de las palabras. Que las dejen en paz.” Sea.
Dice Pedro que la solemne memez es una “de las muchas que genera la extraña tendencia que los miembros de aquellos ‘colectivos’ padecen a autoinculparse por los presuntos ‘males’ del idioma. El léxico del nuestro, contra lo que dicta el tópico a una legión de contritos opinantes, no se empobrece, sencillamente evoluciona, y aun se hace acumulativamente más denso en quienes lo emplean con conocimiento y tino.”
Luego habla de algunas de esas palabras y de los “descarriados comentarios” sobre esas ‘ahijadas’. Así, bisoñé, que obliga a la acertada observación de Pedro Álvarez de Miranda de que se trata de un galicismo de inaveriguado origen y que, sin embargo, merece de su padrino la defensa de que tiene una “muy española ñ”. Algo que, en verdad, como dice Pedro, es de un “patrioterismo gráfico que ya estomaga.” Hay otras palabras desvalidas, como avatares, anteojo, andancio... que están en la objeción de este profesor de lengua, expertísimo en el asunto de su carta, que ha trabajado y convivido desde hace mucho con las palabras, que trabaja y convive con ellas, y que seguirá amparándolas a través de su conversación y de sus escritos con sabiduría y tino, como él mismo dice en su misiva, que concluye: “La orfandad y el desvalimiento son nuestros, no de las palabras. Que las dejen en paz.” Sea.
martes, abril 10, 2007
Los talleres ajenos
A punto estuvo Leopoldo Alas "Clarín" de no ver la tercera edición de su novela La Regenta que salió de la imprenta de Fernando Fe de Madrid en mayo de 1901, unas semanas antes de su muerte. Fue Galdós, que escribió el prólogo que la encabezaba, uno de los culpables del retraso. Desde octubre de 1899 estuvo pidiéndole 'Clarín' a su amigo el texto, y hasta abril de 1901 no le confirma el autor de Tormento que lo ha concluido. Mereció la pena la espera.
Galdós, al principio de su texto, habla del intenso regocijo que se siente "cuando visitamos los talleres ajenos, pues el andar siempre en los propios trae un desasosiego que amengua los placeres de lo que llamaremos creación, por no tener mejor nombre que darle." Aunque el novelista canario elude la identificación de estas visitas con la labor crítica, sus palabras son una defensa de ésta, de la mejor crítica, o, sin más, de la lectura de los otros. Visitar talleres ajenos "es recrearse en las obras ajenas sabiendo cómo se hacen o cómo se intenta su ejecución; es buscar y sorprender las dificultades vencidas, los aciertos fáciles o alcanzados con poderoso esfuerzo; es buscar y satisfacer uno de los pocos placeres que hay en la vida, la admiración, a más de placer, necesidad imperiosa en toda profesión u oficio, pues el admirar entiendo que es la respiración del arte, y el que no admira corre el peligro de morir de asfixia."
De esto hemos hablado un poquito esta mañana en clase.
Galdós, al principio de su texto, habla del intenso regocijo que se siente "cuando visitamos los talleres ajenos, pues el andar siempre en los propios trae un desasosiego que amengua los placeres de lo que llamaremos creación, por no tener mejor nombre que darle." Aunque el novelista canario elude la identificación de estas visitas con la labor crítica, sus palabras son una defensa de ésta, de la mejor crítica, o, sin más, de la lectura de los otros. Visitar talleres ajenos "es recrearse en las obras ajenas sabiendo cómo se hacen o cómo se intenta su ejecución; es buscar y sorprender las dificultades vencidas, los aciertos fáciles o alcanzados con poderoso esfuerzo; es buscar y satisfacer uno de los pocos placeres que hay en la vida, la admiración, a más de placer, necesidad imperiosa en toda profesión u oficio, pues el admirar entiendo que es la respiración del arte, y el que no admira corre el peligro de morir de asfixia."
De esto hemos hablado un poquito esta mañana en clase.
sábado, abril 07, 2007
Palindromo
En un cuaderno del primer semestre de 1999 están anotaciones sobre la revista Laurel, unas líneas sobre la lectura grata del último tomo de los diarios de Andrés Trapiello, la muerte de Luis Sánchez Polack, “Tip”, un encuentro con Josefina Rodríguez de Aldecoa, apuntes sobre el Diario de Argónida de Caballero Bonald, ideas para los ensayos de la versión teatral de Rebelión en la granja que estrenamos en la Universidad, la lectura en Madrid de la tesis de Fernando T. Pérez, de la que hablé aquí días atrás, y mucho más.
Por ejemplo, la visita de mi amigo Miguel Salazar coincidiendo con la muerte de José Agustín Goytisolo, que el diecinueve de marzo se tiró de un balcón arreglando una persiana. Miguel me regaló este palindromo, y qué risas, de verdad: “Enamorarse es raro, Mané.”
A Gonzalo Hidalgo le gusta mucho uno de José Antonio Millán: “Anita, la gorda lagartona, no traga la droga latina”, como dejó dicho en su blog en mayo de 2005. Como en el cuento de Augusto Monterroso, “Onís es asesino”, deseo que un día nos sentemos los tres a hablar en capicúa, como en el cuento. Sería una gozada.
Con permiso de Gonzalo, hay que reconocer que el hallazgo de Miguel es memorable —y las risas: "Enamorarse es raro, Mané.” Ahora, y en 1999.
Por ejemplo, la visita de mi amigo Miguel Salazar coincidiendo con la muerte de José Agustín Goytisolo, que el diecinueve de marzo se tiró de un balcón arreglando una persiana. Miguel me regaló este palindromo, y qué risas, de verdad: “Enamorarse es raro, Mané.”
A Gonzalo Hidalgo le gusta mucho uno de José Antonio Millán: “Anita, la gorda lagartona, no traga la droga latina”, como dejó dicho en su blog en mayo de 2005. Como en el cuento de Augusto Monterroso, “Onís es asesino”, deseo que un día nos sentemos los tres a hablar en capicúa, como en el cuento. Sería una gozada.
Con permiso de Gonzalo, hay que reconocer que el hallazgo de Miguel es memorable —y las risas: "Enamorarse es raro, Mané.” Ahora, y en 1999.
viernes, abril 06, 2007
León
Es especialmente recomendable pasar de la contemplación de una veintena de vírgenes románicas, y el Cristo de Torre de Babia del XIV en el Museo de la Catedral de León, a las amplias salas del MUSAC con obras e instalaciones de Candice Breitz, Fernando Sánchez Castillo o SANAA (Kazuyo Sejima + Ryue Nishizawa). Marcó la línea de fusión y convivencia de lo antiguo y lo nuevo la señora que, en el museo catedralicio, explicaba, con cierta desgana, cómo aquella Biblia del siglo X podría haber sido fuente del Guernica de Picasso. Aquella señora lo decía con disimulado orgullo. Luego he visto que la COPE difundió el hecho como un plagio del pintor malagueño. Qué cosas.
Sugerentes las videoinstalaciones de Breitz (“Four Duets” y “Mother + Father”, especialmente) y la lectura de la historia de esta España de Fernando Sánchez Castillo, no apta para descerebrados. Novedad excelente el conocimiento de las propuestas de los dos arquitectos japoneses que componen SANAA, la inédita “Casa Flor” y, entre otras, las maquetas de diferentes proyectos, en una muestra hasta el momento nunca expuesta en España.