En un cuaderno del primer semestre de 1999 están anotaciones sobre la revista Laurel, unas líneas sobre la lectura grata del último tomo de los diarios de Andrés Trapiello, la muerte de Luis Sánchez Polack, “Tip”, un encuentro con Josefina Rodríguez de Aldecoa, apuntes sobre el Diario de Argónida de Caballero Bonald, ideas para los ensayos de la versión teatral de Rebelión en la granja que estrenamos en la Universidad, la lectura en Madrid de la tesis de Fernando T. Pérez, de la que hablé aquí días atrás, y mucho más.
Por ejemplo, la visita de mi amigo Miguel Salazar coincidiendo con la muerte de José Agustín Goytisolo, que el diecinueve de marzo se tiró de un balcón arreglando una persiana. Miguel me regaló este palindromo, y qué risas, de verdad: “Enamorarse es raro, Mané.”
A Gonzalo Hidalgo le gusta mucho uno de José Antonio Millán: “Anita, la gorda lagartona, no traga la droga latina”, como dejó dicho en su blog en mayo de 2005. Como en el cuento de Augusto Monterroso, “Onís es asesino”, deseo que un día nos sentemos los tres a hablar en capicúa, como en el cuento. Sería una gozada.
Con permiso de Gonzalo, hay que reconocer que el hallazgo de Miguel es memorable —y las risas: "Enamorarse es raro, Mané.” Ahora, y en 1999.
Para los que visitan el blog, advierto que fue Miguel Angel quien me inició con los palindromos a resultas del cuento de Monterroso que cita. Desde entonces intento regalar palindromos.
ResponderEliminarCuando Miguel Angel se doctoró, lo tuve fácil: "El birrete terrible".