miércoles, abril 11, 2007

Palabras y padrinos

Ahora que se sabe más que la corrupción y la mala intención llegan también a las organizaciones supuestamente filantrópicas que promueven apadrinar niños de ‘países subdesarrollados’ —ahora también se dice ‘en desarrollo’—, mi sabio amigo Pedro Álvarez de Miranda ha enviado a El País una carta al director, que ayer (martes, 10 de abril) le publicaron, en la que ha protestado por la “solemne memez” que es la pintoresca iniciativa impulsada por una denominada Escuela de Escritores de que políticos, escritores o periodistas “apadrinen” una palabra que supuestamente se halle “en peligro de extinción”.
Dice Pedro que la solemne memez es una “de las muchas que genera la extraña tendencia que los miembros de aquellos ‘colectivos’ padecen a autoinculparse por los presuntos ‘males’ del idioma. El léxico del nuestro, contra lo que dicta el tópico a una legión de contritos opinantes, no se empobrece, sencillamente evoluciona, y aun se hace acumulativamente más denso en quienes lo emplean con conocimiento y tino.”
Luego habla de algunas de esas palabras y de los “descarriados comentarios” sobre esas ‘ahijadas’. Así, bisoñé, que obliga a la acertada observación de Pedro Álvarez de Miranda de que se trata de un galicismo de inaveriguado origen y que, sin embargo, merece de su padrino la defensa de que tiene una “muy española ñ”. Algo que, en verdad, como dice Pedro, es de un “patrioterismo gráfico que ya estomaga.” Hay otras palabras desvalidas, como avatares, anteojo, andancio... que están en la objeción de este profesor de lengua, expertísimo en el asunto de su carta, que ha trabajado y convivido desde hace mucho con las palabras, que trabaja y convive con ellas, y que seguirá amparándolas a través de su conversación y de sus escritos con sabiduría y tino, como él mismo dice en su misiva, que concluye: “La orfandad y el desvalimiento son nuestros, no de las palabras. Que las dejen en paz.” Sea.

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