Creo que la proliferación de otros medios para la difusión de contenidos en las redes sociales ha ido relegando a los blogs literarios que tanto apogeo tuvieron hace ya casi una veintena de años. Recuerdo aquel momento que vivió el género con la aparición, al menos en este ámbito de autores extremeños, de páginas en las que estos trataban sobre libros y asuntos de literatura. Santos Domínguez, Álvaro Valverde, Gonzalo Hidalgo Bayal, José María Lama (2005), Álex Chico, Hilario Jiménez (2006), Manuel Simón Viola, José María Cumbreño, Jesús García Calderón (2009), o Elías Moro y Carlos Medrano (2010) fueron algunos escritores —más tarde se animarían algunas escritoras— que por aquellos años comenzaron a publicar en la blogosfera. Salvo excepciones notables, con el paso del tiempo, la actividad en estos sitios ha ido menguando y, en algún caso, cesó hace unos años. Por esto, no deja de ser chocante que ahora surja un nuevo espacio de esta índole. Acaba de propiciarlo el escritor Alonso Guerrero, que ha inaugurado el pasado agosto su bitácora titulada Dj Lowry, en un homenaje a Malcolm Lowry, «un genio en los ratos en que la dipsomanía se lo permitió, quizá no los suficientes», escribe el autor de El durmiente (1998), que presenta su página con estas palabras: «pretende ser una plataforma para expresar voces propias: la mía y las de quienes deseen aportar las suyas. Pretendo que sirva de foro de participación completamente abierto. Es un blog literario, de pensamiento, de vida y obra, en el que se debatan las ideas que nunca salen en periódicos, revistas especializadas, cadenas televisivas, editoriales o en los foros de la red, ya que al parecer —y es casi una maldición— somos incapaces de superar el meme. Se trata, sobre todo, de un encuentro donde se aporten ideas y se interprete lo que ocurre en el mundo y en la literatura. Espero que predomine lo importante. En este país apenas existe nada que merezca ese adjetivo y, si lo hay, lo recibimos como la escarapela que le ponen a las vacas en la oreja. Hablemos de esa literatura que todavía contiene lo que no conocemos del hombre y del mundo. Intentemos reflexionar y poner las cosas en claro. Si no se consigue, al menos tengamos en cuenta que es una pretensión insoslayable. ¿Os parece abstracto, pretencioso? Bienvenidos. Que Lowry ponga la música». A los espacios en los que se encuentra esa justificación, datos sobre su producción literaria y sobre su persona, Alonso ha distinguido cuatro categorías en las que por el momento distribuye los contenidos que va publicando: «Pensar», «Leer», «Escribir» y «Vida», en los que leemos, por este orden, observaciones sobre lo que ocurre en el mundo («El retorno de Piranesi», «La realidad y sus mentiras», «El apagón»...), reseñas de libros y notas sobre lecturas («Kafka y sus biógrafos», «Volver a Conan» y «Patrones eternos»), reflexiones sobre literatura y el oficio de escribir («Expiación») y juicios propios y pensamientos de todo tipo («Testimonios», «La felicidad» y «Cuestiones políticas»). Celebro este modo de expresión de un escritor de tanto fuste como Alonso Guerrero, que siempre ha sido un caso cierto de lo que para uno es una aspiración no satisfecha todavía: tener algo inteligente que decir y escribirlo bien.
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