Tiene este libro unas hechuras tan atractivas y singulares que me han ofuscado. Sí, está muy bien editado, en buen papel, con una cubierta en cartoné con el lomo encintado en el color sepia característico de toda la historia interior y de la simulación de papel de aguas de las guardas; y uno sus rasgos más originales es que el corte delantero está dentado en sierra; pero hete que puede ocurrir que alguna página se quede prendida de la siguiente con más facilidad que si el corte fuese limpio. Es un problema menor, sin duda, que no rebaja para nada la excelencia formal del libro; pero a mí me ha ocultado durante demasiado tiempo la página de créditos; hasta el extremo de creer que el fonético nombre de la editorial, Autsaider Cómics, llevaba tan a rajatabla estar fuera de lo convencional que ni había razón social, ni fecha de edición, ni ISBN, ni Depósito Legal... Es cierto que las páginas no están numeradas y que no hay ninguna información editorial sobre la obra ni sobre el autor; pero la falta de esos otros datos era, y nunca mejor dicho, para no dar crédito. Incluso ahora, que ya he resuelto el enigma, se pega la última página a la de guarda y pasan como si fuesen una. Y está todo: una dedicatoria —«Para Mireia»—, la silueta imponente de un guardia civil que es una de las viñetas del libro, los datos de la editorial, la fecha, todo, hasta el diseño de producción —de Ata Lassalle, el fundador y responsable de Autsaider—, la autoría de la maqueta y de la corrección de textos, por supuesto, el ISBN y el D.L.... Y la mención de que el ejemplar que he comprado —por sugerencia de mi hija Julia— pertenece a la segunda edición, de junio de 2023. No sé cuántas irán ya, porque parece que el libro ha tenido y está teniendo mucha aceptación. Fue premiado como álbum del año en el Salón del Cómic de Tenerife y se le otorgó el Premio Ojo Crítico de RNE en la modalidad de cómic en su trigésimo cuarta convocatoria. Merece estos reconocimientos y más, porque es una historia bien hecha, bien narrada visualmente y, como digo, primorosamente editada. Ahora sí, la ficha completa: César Sebastián, Ronson. Palma de Mallorca, Autsaider Cómics, 2023. César Sebastián (Valencia, 1988) es un historietista e ilustrador, licenciado en Bellas Artes por la Facultad de San Carlos de Valencia, y Ronson es su primer cómic. Es un sugerente viaje por una memoria ajena, pues se remonta a los años de infancia y juventud de un narrador en primera persona de la edad de su padre que aprovecha la contemplación de los vestigios de un pasado para elaborar su relato. La contemplación, sí; y también el arreglo y conservación de las señales de existencia de las tumbas de un cementerio, en un logrado marco metacreativo en el que surge el pincel que repinta las letras de un nicho y que cierra la última viñeta. Son nueve capítulos —el primero, «El poso que precipita», y el último, «Camino a los quiñones», sirven de prólogo y epílogo— que repasan recuerdos infantiles, olores, sabores —muy familiares para quienes vivimos ese tiempo y ese entorno más rural que urbano—, y experiencias que se entreven en los títulos de algunas secciones, como «Sopla el solano», «El olor de la mies», «Cuando el diablo se aburre...», «Cautivos del celuloide» o «La mujer que fuma»; o claves más personales como las que están en «Los chavos negros» y «El Ballueca y yo», que contienen el significado literal y simbólico del título del libro, un objeto de juego y un amuleto del tiempo que quiere recordar el «rosebud» de Ciudadano Kane. Ronson es una brillante manera de reafirmar desde los afectos presentes la memoria histórica que es nuestra memoria más personal, la que hace del pasado un territorio, mostrado en este caso en atractivos dibujos en viñetas. La memoria a recuadros.
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