lunes, enero 01, 2024

Año Nuevo

Sin jactancia, creo que voy a seguir también este año que empieza hoy con la atávica costumbre de comprar todos los días un periódico en papel. Quizá hasta que la prensa escrita deje de publicarse así; y a pesar de que ahora mismo pueda leer todas las noticias de este primero de enero actualizadas en las versiones electrónicas de varias cabeceras y que mi ejemplar de El País de ayer siga sobre la mesa, disimulando su desfase con una página que tiene la programación televisiva de este lunes festivo. He leído por ahí que la reglamentación del trabajo en prensa que estipuló como días de descanso el viernes santo, el día de Navidad y el uno de enero es de comienzos de los años setenta, y me ha podido la curiosidad de buscar algún periódico antiguo del primer día del año. Lo curioso es que La Voz de Soria llevaba a la portada un saludo al «Nuevo Año» que valdría para hoy: «Cada momento, cada día, cada año, que se espera está cuajado de misterio; todo lo porvenir es una inquietante interrogación. […] El año pasado ha tenido su historia, todavía incompleta porque aun lo pasado guarda enigmáticos rincones, pero durante su vida han acontecido sucesos que llevarán como marca indeleble su fecha, el nombre del año. | Todo cielo [sic] astronómico, no por sí; sino por regular la marcha de los acontecimientos humanos, semeja una vida como la humana; nace, crece y muere, y durante su existencia ocurren hechos que le darán su personalidad, por eso hay años gloriosos en que nace algún genio, años memorables porque los hombres no pelearon entre sí o se abrazaron después de luchas cruentas, años de revoluciones —unas progresivas, regresivas otras—, años nefastos de guerras y pestes, y todos llevan a la Historia el fruto de los destinos humanos.|Hoy empieza un nuevo año […], qué sorpresas guardará para la Humanidad, para España, para la vida y felicidad de cada uno de los mortales...? | ¿Traerá guerras, nos traerá la paz, nos colmará de venturas o nos castigará con el dolor y la desgracia...? |No hay que ser pesimistas por sistema ni optimistas a todo trance.| Tengamos confianza en nosotros mismos, miremos siempre el porvenir y no lo fiemos todo a la suerte ni a una ciega fatalidad. La felicidad es obra de los hombres, amparados por Dios, los cuales han de ir a su encuentro con limpio corazón, repleto de amores y de ideales. | Sin puros amores, sin ideales elevados la felicidad ni retoña ni fructifica.|Cultivemos nuestras almas ideales y amores que la felicidad nos dará por añadidura.| Deseemos felicidad pero antes hemos de merecerla. | Los hombres como los pueblos no logran su perfección, su progreso, su felicidad sino a fuerza de puros anhelos y de sacrificios.| Que este nuevo año nos colme de ventura a todos; pero este deseo gratuito es preciso forjarlo a golpes de voluntad en el fuego de los puros ideales.» Valdría. Solo he omitido la frase «Ayer terminó el año 1923, hoy comienza el 1924» y la cifra después de «Hoy empieza un nuevo año». Que estas palabras tengan un siglo no rebajan la apetencia del estreno en un día como hoy, en el que, también sin jactancia, me he ejercitado en la tradición del Concierto de la Filarmónica de Viena desde la Sala Dorada del Musikverein bajo la batuta del director alemán Christian Thielemann. Un documental sobre Anton Bruckner (1824-1896) y su pieza «La Cuadrilla», incluida en el repertorio de esta mañana, han sido gestos para celebrar el bicentenario del nacimiento del compositor austríaco. Por cierto, que Martin Llade, siempre tan ocurrente, ha comparado el meandro de Schlögen en el Danubio con el del Melero en el Alagón de Cáceres y ha terminado su retransmisión con unas palabras de El diablo tras el jardín (Pre-Textos, 2021), del escritor Ginés S. Cutillas. ¡Viva Mozart!

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