Me alegró mucho estar ayer en el homenaje a Pepe Higuero (1946-2020) que se celebró en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Cáceres, en un acto presidido por el alcalde Luis Salaya y con tan numerosa asistencia que hubo personas que lo siguieron de pie —qué bonito, algunas con pajarita. Agradezco a la periodista Ángeles Luaces, su viuda, que me enviase hace unos días la invitación para estar en tan emotivo homenaje a alguien que merece mucho el reconocimiento de una ciudad como Cáceres. Así fue ayer; aunque estos actos tendrían que ser retransmitidos para que toda la ciudadanía sepa de la huella que una personalidad como la de Pepe Higuero ha dejado aquí en lo intangible, que es tan importante, y en lo más consuetudinario —que a la gente gusta mucho— como la estatua de Leoncia en San Juan, el Gran Teatro, el Festival Womad, etc… La gestión cultural, el periodismo, la radio y la música, y la fotografía articularon el guion del acto que recorrió la trayectoria de Pepe en día tan señalado como el 19 de marzo; con las intervenciones de Jaime Naranjo —que fue el Consejero de Cultura de la Junta de Extremadura con el que trabajó su amigo Pepe Higuero como director de Acción Cultural—, de Carlos Sánchez Polo —alcalde de Cáceres desde 1987 a 1995—, que recordó cómo supo por Pepe del golpe de Estado del 23-F, y otros momentos compartidos. La periodista de Canal Extremadura María Hurtado fue dando la palabra a otros intervinientes que hablaron de la faceta de periodista de Higuero —José Manuel Delgado, Félix Pinero, con textos enviados que leyó la presentadora, y en presencia, Miguel Ángel Muñoz y Lola Luceño, de El Periódico Extremadura que Pepe dirigió—, de su labor en la radio —cubierta por Fermín Naranjo y Florencio Bañeza— o de sus otras facetas como gestor y motivador en ámbitos como el área de comunicación y obra social de una entidad como Caja de Extremadura —intervino Jesús Medina, que fue su presidente— y su relación y apoyo a la juventud universitaria de asociaciones como AUNEX que representó ayer —o tempora, o mores— María José López. La guinda la puso el entrañable Luis Casero, siempre con su reivindicación cacereña y su querella por el desequilibrio provincial que favorece a Badajoz como «extremeño del norte», que es una de las personas que más unida ha estado durante tantos años a Pepe Higuero. Fue un acierto abrir el homenaje con su pareja Ángeles Luaces, muy emocionada en sus primeras palabras, y cerrar con Luis Casero, en su estado puro. Ellos, todos, los protagonistas del acto, la familia de Pepe y los que tomaron la palabra, ocuparon los asientos habituales de quienes componen la corporación municipal. Un acto emotivo en el que me vino el recuerdo difuso de una tarde en los talleres de la Editorial Extremadura en los bajos de un edificio de La Madrila a los que acudimos a principios de los ochenta para pedir apoyo para la revista Residencia o alguna otra publicación. No recuerdo ahora; pero quizá aquella fue mi primera imagen de Pepe Higuero. De las últimas, más firmes, una mañana en la que tuve el privilegio de que me enseñase cada rincón del recién habilitado Palacio de Mayoralgo en el que trabajaba y la sesión para el libro Sorprendente Cáceres Sorprendente (Mérida, Asamblea de Extremadura, 2007). Desgraciadamente, también, lo llevo en el sobresalto de un tiempo extraño e insólito de pandemia brutal que se llevó a Pepe y a mi hermano Luis, que nació el mismo año y que murió diez días antes (1946-2020). Ay.
No hay comentarios:
Publicar un comentario