martes, septiembre 13, 2022

Notas para Javier Marías

Nota 1. Murió el domingo. La noticia me la dio Álvaro Valverde después de un guiño afectuoso por el concierto de Ludovico Einaudi en Mérida el próximo sábado 24 del mes en curso. (Hace muchos meses que Pedro, mi hijo, compró dos entradas para ir juntos y repetir mejor la experiencia de escucharlo). Fue un impacto conocer la muerte de Javier Marías, que también me llegó por una profesora amiga luego y por otras vías. No sabía que estaba enfermo. Creía que había parado por las vacaciones la publicación de sus columnas en El País Semanal. Nota 2. Leí ayer la que estaba inédita, sobre los traductores. «—Muy buena» —me dijo por la mañana mi compañera Pilar Montero, que coincidió con él en Alemania. No la he compartido con mi hijo porque he supuesto que ya la habrá leído y que será viral entre los graduados en Traducción e Interpretación y entre el medio de los traductores literarios. Nota 3. Ocurre por ley de vida y de improviso radical injusto también. No sé cuántas páginas de papel prensa tendré guardadas —y localizadas, sí— que recogen la noticia y las colaboraciones necrológicas sobre la muerte de un autor eminente. Por aquí andan las que se publicaron sobre Vicente Aleixandre (1984), Juan Benet (1993), Adolfo Bioy Casares (1999), Rafael Alberti (1999), Camilo José Cela (2002), Ángel Campos Pámpano (2008), Gabriel García Márquez (2014), José Miguel Santiago Castelo (2015), Juan Goytisolo (2017), Antonio Fraguas «Forges» (2018), Julián Rodríguez (2019), Juan Marsé (2020)…, entre tantos y en estricto orden cronológico, que es lo que impone esta situación que incluye ahora a Javier Marías (2022) en mi humilde panteón de papeles, que es donde se reencarna cualquier escritor. (Que nos lo digan a los profesores de literatura). Nota 4. «A mi señor padre, el primer escritor que vi», tituló Marías un artículo publicado el Día del Libro y de San Jorge de 1999 en la página de Opinión (15) de El País que tengo guardado desde entonces. Ahora, junto a aquellas páginas que han dado noticia de su muerte. Incluidas las de hoy mismo, martes y trece. Nota 5. Me acuerdo de Elías Moro y de que el 6 de septiembre de 2010, en la entrega de los Premios Extremadura a la Creación en el Teatro López de Ayala, con el premiado José Antonio Zambrano, me regaló su ejemplar de la primera edición de Travesía del horizonte (1972) —en la foto de arriba—, la segunda obra de Javier Marías, cuya nota biográfica decía: «Javier Marías tiene 21 años y nació en Madrid, ciudad donde reside y en cuya Universidad cursa estudios de Filosofía y Letras». Nota 6. Hace muchos años intenté sin éxito traer a Cáceres al autor de Tomás Nevinson (2021) —aquí, todavía sin leer—, y mi primera llamada telefónica recibió la respuesta automática de un contestador: «Esta voz está de viaje. Deje su mensaje después de la señal». Dejé mi mensaje y luego no pudo ser. Creo que fue Luciano Feria quien me facilitó su contacto, pues él sí consiguió que fuese al Instituto «Suárez de Figueroa» de Zafra años antes. Luego, con motivo de la entrega del XIII Premio Dulce Chacón, volvió a finales de 2018 para recogerlo, y aquello, me contaron, fue muy gratificante. Me quedé sin conocerlo. Nota 7. Sin conocer a un escritor inmenso, muy leído, y muy contestado de manera muy encendida por fieros y elevados lectores que difundían la especie de que Javier Marías tenía éxito en países como Alemania porque la traducción mejoraba su sintaxis. Contra esa especie ha escrito hoy Manuel Vilas en El País. Me quedo con muchas de sus páginas. Queda en todas sus páginas. Nota 8 y última. «No debería uno contar nunca nada, ni dar datos ni aportar historias ni hacer que la gente recuerde a seres que jamás han existido ni pisado la tierra o cruzado el mundo, o que sí pasaron pero estaban ya medio a salvo en el tuerto e inseguro olvido.» Es el principio de la primera parte (Fiebre y lanza) de Tu rostro mañana (2002).

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