He consultado las entradas fechadas aquí el primer día de agosto y son muchas. Solo un par de ellas tituladas como esta, y otras sobre tan diversos asuntos como el anuncio de un acto, un recuerdo de un viaje al lago de Como, una reseña de un libro de poemas, o, entre más, una reivindicación sobre el arca de Pessoa y una protesta por el reconocimiento que no tuvo Ángel Campos Pámpano de la Medalla de Extremadura. Creía, pues, que no era día tan señalado el que inicia el mes principal del verano, que para muchas familias mide las vacaciones. Para mí también ahora. «Luz de agosto» podría haber puesto ahí arriba; pero era una previsible recurrencia literaria que hoy confirmo, por recoger del quiosco —estuve fuera— y leer el último número de julio de El Cultural dedicado a agosto y que se despide hasta septiembre. La revista dirigida por Manuel Hidalgo –y quizá por eso— ha tenido la ocurrencia de dedicar todas sus páginas a Agosto como tema: «Grandes obras, hechos y personajes que han reflejado y protagonizado el mes más veraniego», recalca la portada. Y, después de un cuento de Pablo Remón, el primer artículo literario, precisamente, es sobre Faulkner y Luz de agosto. El Jarama de Ferlosio, Cesare Pavese y su suicidio en agosto, ese mes de la estancia de Lorca en Nueva York, la fecha de la muerte de Francisco Umbral, y las de Marilyn Monroe con treinta seis años en 1962, cuando nací, y de Elvis Presley con cuarenta y dos, el mismo día que yo cumplí quince años, son algunos de los contenidos de un número especial que estoy convencido de que podría tener réplicas —con contenidos pertinentes— para cualquier otro mes del año. Quizá por eso, con ironía, escribe en esas páginas Ignacio Echevarría que «Agosto es también un mito cultural». Como noviembre, añado. Y enero… Para cualquier mes podríamos encontrar algo, como los dos primeros actos de un clásico como Tío Vania, o el cuento de Aldecoa «Los pájaros de Baden-Baden». Todo encuentra acomodo en el pie forzado del mes más veraniego. Lo que he sabido hoy de agosto es que la cartelera de cine de mi ciudad me ofrece Padre no hay más que uno 3, Héroes de barrio, DC Liga de supermascotas, entre otras perlas como el thriller del afamado Liam Neeson La memoria de un asesino. Y que he resuelto la incertidumbre sobre la página de sucesos en La Opinión de La Coruña: «Fallece un vecino de Ferrol en Abegondo al colisionar su turismo contra un camión»; «La Guardia Civil interviene picadura de tabaco de contrabando en el puerto de A Coruña»; «Un bañista fallece en la playa de Riazor». Todo lamentable; pero un alivio saber que la escena vista el sábado por la mañana no fue nada. Lo pasé muy mal. Volvía de mi caminata desde la Torre de Hércules hacia el centro de la ciudad y vi estupefacto cómo un crío de no más de dos años se asomaba a la balaustrada del paseo marítimo en la zona en la que la playa queda a diez metros de altura —o de caída—, y cómo la señora que acompañaba al niño a demasiada distancia, apoyada en la sillita vacía, se limitaba a reclamarle para seguir. Me llamó mucho la atención, y sentí un escalofrío cuando me giré, sin dejar de caminar, y vi al niño asomado con medio cuerpo ofrecido al vacío sin que aquella persona mostrase ninguna inquietud. Por eso, al día siguiente, miré la página de sucesos y fue un alivio, a pesar de todo. Agosto.
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