Hasta la tarde de ayer se celebró en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo el congreso El mundo del libro y la cultura editorial en la España del siglo XVIII, coordinado por el Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII (IFESXVIII) de la Universidad de Oviedo, y la participación también de la Queen’s University Belfast, a la que pertenece el profesor Gabriel Sánchez Espinosa, uno de nuestros grandes expertos en bibliografía material, en bibliotecas y en los aspectos históricos referidos al libro en diversas épocas y principalmente en el siglo XVIII, el período que ha sido el objeto de esta convivencia de investigadores. He podido beneficiarme de una parte pequeña de las aportaciones que se han presentado a esta reunión científica; pero lo mejor que me he traído de una ciudad preciosa y lluviosa, en un junio días atrás caluroso en extremo, ha sido asistir al homenaje que la Universidad de Oviedo dedicó el miércoles en su antiguo paraninfo a una dieciochista como Inmaculada Urzainqui Miqueleiz. La «excusa» fue su jubilación como profesora de la Universidad de Oviedo, después de cincuenta años de vinculación con ella, también como exdirectora del IFESXVIII y como catedrática de Literatura Española, y la expresión material del agradecimiento de todos es ahora la publicación del libro La República de la Prensa: periódicos y periodistas en la España del siglo XVIII, que, en edición de Eduardo San José Vázquez y María Fernández Abril (Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII. Universidad de Oviedo. Ediciones Trea, 2022), reúne los estudios más destacables de la autora sobre los orígenes y el desarrollo del periodismo español en el siglo XVIII, estudios que no han perdido vigencia y que cobran, reunidos ahora, un valor renovado muy especial para los estudiosos e interesados. Novecientas doce páginas rematadas con un poblado índice onomástico y de cabeceras periodísticas, que es la última de las tres secciones con las que se cierra el volumen que remite, además, a una Bibliografía citada —que facilita las consultas— y que relaciona todas las publicaciones de Urzainqui desde 1978 —la primera fue una reseña de la bibliografía de Francisco Aguilar Piñal sobre La prensa española en el siglo XVIII. Diarios, revistas y pronósticos— hasta 2021. Aunque supongo que los editores del compendio han estado en comunicación constante con la autora, se aprecia mucho su labor en la estructuración del conjunto en cinco nutridos bloques de trabajos que dejan distribuida la obra de muchos años de Inmaculada en (I) Panorama de la prensa en el dieciocho español —aquí quedan recogidos trabajos de referencia principal en el estado de los estudios de nuestro Setecientos—; (II) Prensa de opinión y crítica. Los espectadores; (III) Un nuevo espacio para la crítica literaria; (IV) Mujer y prensa —interesantísima su atención a los espacios de la mujer en la prensa—; y (V) Algunos nombres propios —Feijoo siempre, Isla, Rubín de Celis, Jovellanos…—. Pesa poco el tocho reparador de La República de la Prensa de Inmaculada Urzainqui comparado con la cantidad de amistad y estima que uno encuentra con tan solo desplazarse unos quinientos kilómetros para estar —a distancia por el puñetero virus que afectó a la homenajeada— con una «maestra también en cordialidad, constancia, entusiasmo y convicción», como deja escrito en las «Palabras preliminares» del libro la actual directora del IFESXVIII, Elena de Lorenzo, con quien, nuevamente, disfruté de su conversación, esta vez en un local de la Plaza Porlier en el que hablamos de Inmaculada, de Feijoo y Jovellanos, de los muchos colegas con los que departimos, de libros, de poesía contemporánea, de la amistad como asunto de la literatura del Dieciocho. Y eso. De la buena gente y de las buenas sensaciones que a la mañana siguiente me traje durante otros quinientos kilómetros.
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