sábado, abril 02, 2022

El académico Jesús García Calderón

El orden de las imágenes es cronológico: el acto, el librino con el discurso y la vuelta por la iglesia de Santa María la Mayor antes de bajar por la Puerta de San Andrés y regresar a Cáceres. Lo principal fue lo que no sale en las fotografías. Yo había llegado a Trujillo con más de hora y media de antelación para visitar a una entrañable pareja: Margarita Corrales y Antonio Jiménez. Fueron, hace treinta años, las personas con las que más nos relacionamos durante nuestra breve residencia —doce meses— allí. Ella cuidó a nuestra hija Julia todos los días de aquel curso y él, ya guardiacivil jubilado, fue mi contertulio en lugares para mí insospechados: un cuartel todoporlapatria y un mesón lleno de cazadores en 1992, el último año, si no recuerdo mal, que se celebró el Día de Extremadura en Trujillo, cuando cantó Julio Iglesias en aquella Plaza abarrotada. Antonio me dijo esta mañana que dejase el coche por la cuesta de San Andrés, y me vino muy bien, porque hoy había una carrera popular por el casco histórico, e iban a cerrarlo a las cuatro de la tarde. A esa hora yo ya estaba camino de casa y pensando en lo mejor del día. Y que me perdone mi querido Jesús García Calderón, que tomó posesión por la mañana de su medalla como Académico de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura —el motivo de mi viaje—, con un discurso brillante sobre Una frontera invertida. La Raya de Portugal como antítesis de la frontera, contestado por su amigo el arquitecto y pintor Gerardo Ayala, que leyó dos poemas de Jesús de un libro aún inédito —La espalda de mi padre— en uno de esos actos de representación y disfraz en los que uno se alegra de estar por la alegría de los que están; aunque siempre que he asistido alguien se ha quejado de aquellos —demasiados— académicos que no van, como si con ellos no fuese la función. Qué placer volver a estar en Trujillo y saludar a muchos y charlar con C., con B., con J.J., con M., con J., con M., y más… Con Juan Ricardo Montaña, al que siempre encuentro con sentimientos compartidos. Con Antonio y Margarita.

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