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Por el muro en Facebook de Alfonso Domínguez Vinagre me he enterado de la muerte de Marcelino Cardalliaguet Quirant (1937-2020), que lamento profundamente. Alfonso fue compañero de claustro en el Instituto El Brocense de este intelectual comprometido, catedrático de Historia, escritor y político, y reconoce en su recuerdo la condición de maestro de Marcelino en el inicio de sus investigaciones históricas. Me consta ese influjo también en otros historiadores; sin ir más lejos, en mi hermano Josemari. Marcelino Cardalliaguet fue mi profesor de Historia en mi último curso —1979-1980— en el Instituto de Bachillerato «Suárez de Figueroa» de Zafra —daba sus clases recorriendo el pasillo central entre pupitres—, coincidiendo con las primeras elecciones municipales democráticas en abril de 1979, a las que concurrió como cabeza de lista del PSOE y por las que formó parte de la corporación zafrense como concejal y luego diputado provincial. Llegado a Cáceres ya en la década de los ochenta, continuó su carrera en la política municipal como concejal y teniente de alcalde del grupo socialista y su compromiso con la cultura local le llevó a participar en diversas instituciones oficiales como la Diputación cacereña y ciudadanas como el Ateneo, en las que siempre hizo valiosas aportaciones. Guardo una fotografía que nos hizo Múñez y que se publicó en el diario Hoy, en febrero de 1998, en la que compartíamos mesa en la presentación de las Actas del VII Congreso de Escritores Extremeños y del número 42 de la revista Alcántara, él como responsable del Departamento de Publicaciones de la Diputación Provincial de Cáceres; y fueron muchas las ocasiones en las que coincidimos por intereses comunes. Incluso circunstancias de la vida me llevaron a vivir en el mismo portal que él y su familia de la calle Diego María Crehuet, y los encuentros fueron siempre gratos y frecuentes. Ahí queda su extensa producción en forma de ensayos históricos en libros sobre Extremadura y Cáceres, sus colaboraciones en la prensa, sus numerosos artículos y reseñas –en Alcántara, en la Revista de Estudios Extremeños…—, muchos vinculados a la historia de la educación, como su biografía de Luis Sergio Sánchez (Departamento de Publicaciones de la Diputación Provincial de Badajoz, 1995), cuya relectura ahora ofrece curiosos paralelismos con la trayectoria de Marcelino Cardalliaguet en el espíritu ilustrado, en la vida docente, en la labor intelectual y hasta en el contexto de la epidemia de cólera morbo que tuvo a Cáceres en cuarentena en el verano de 1854. Una historia que Marcelino Cardalliaguet contribuyó a divulgar y a conocer mejor. Sit tibi terra levis.
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