© Javier Albiñana. El País
El periódico trae hoy en la última página un titular incitativo y con afán literario: «Erratas en la ciudad del paraíso». En la versión digital se convierte en un contundente y más faltón «Málaga homenajea con erratas a Vicente Aleixandre». Parece ser que en uno de los paneles que adecentarán el muro de la travesía Pintor Nogales de la ciudad andaluza han metido la pata con la transcripción del poema «Ciudad del paraíso», de Sombra del paraíso (1944). La dedicatoria «A mi ciudad de Málaga» —que, por cierto, es también la misma que la que llevó el poema pórtico de aquel libro— la habían hecho pasar por un verso; la palabra «luna» la habían transcrito como «lucha» —cuando lo suyo era «Allí fui conducido por una mano materna. / Acaso de una reja florida una guitarra triste / cantaba la súbita canción suspendida en el tiempo; / quieta la noche, más quieto el amante, / bajo la luna eterna que instantánea transcurre.»—; y habían convertido en dos versos un versículo. Todos esos dislates se encuentran en la difusión del poema en internet, y me he entretenido un rato en comprobarlo. Por ejemplo, el error de lucha en lugar de luna está en páginas de poesía muy visibles como Amediavoz.com, y en otras; pero también en la transcripción del poema que publicó hace unos años La Opinión de Málaga en su versión digital y de la que puede colegirse que ha sido fuente directa ya que todos los errores son comunes; aunque, afortunadamente, reparables con algo más de gasto. Por eso, ese periódico debería hacerse mirar lo suyo de 2017 antes de publicar la colaboración de hoy sobre el asunto. El regocijo que tiene esta crítica textual de andar por casa, je. Me he acordado de unas líneas que escribí aquí a propósito de una práctica en una de mis asignaturas de cursos pasados en las que me lamentaba con ejemplos de la torpeza y el descuido en la presentación o transcripción de un texto literario que viene de la red, en la que parece que vale todo por una incomprensible relación que alguien ha establecido entre la gran difusión, la calidad escasa y el mal gusto. Concluimos en aquellas clases que no costaría nada que con la versatilidad del medio se aplicasen los mismos criterios que ya han funcionado desde hace siglos en la presentación de textos impresos. Sin embargo, no sé qué tendrá este medio para que un poema mostrado en una página de divulgación poética se vuelva fucsia sobre fondo negro, se enmarque con una orla dinámica y con destellos, o su tipografía sea la más elegante de la maleta de fonts. Para gustos los colores; pero, en literatura, rigor. Lo peor de todo, seguía yo, es la difundida ignorancia de que un soneto u otro poema, estrófico o no, se transcriba con sus versos centrados. Y es una plaga en la red. Menos mal que en Málaga han respetado, salvos los fallos, el aspecto de verso largo y marginado a la izquierda de un poema memorable. Sea, pues, y repárese, que nadie está libre de una errata.
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