Hoy me he topado con esta fotografía en el periódico, y me ha parecido de otro tiempo, no de ahora. Creo que son ya una docena de Comunidades Autónomas las que han decretado obligatorio el uso de mascarillas en todos los espacios públicos, aunque se pueda mantener la distancia interpersonal. En Cataluña, el Govern ha anunciado nuevas medidas y está pidiendo a la ciudadanía que no salga a la calle más que para lo imprescindible; y, además, impedirá reuniones de más de diez personas, incluso en los domicilios particulares. Es el resultado de la nueva movilidad que no afecta a todos por igual. Mientras los músicos y los actores siguen padeciendo un parón irreparable y un montón de gente sigue teletrabajando, como los profesores, cuando los bares y discotecas han abierto antes que los centros educativos…; pues parece ser que ya hay otros que ya tienen su copa en casa. En mayo, leíamos en El Confidencial que el fútbol en España «vive al margen de las fases de desescalada en cada provincia y se rige por un protocolo único para todos los equipos de cualquier Comunidad. Desde este lunes [18 de mayo], todos los equipos pueden entrenarse de forma grupal, con un máximo de diez jugadores, sin tener en cuenta los datos sanitarios». La foto me ha inquietado. Quizá la gente normal siente lo mismo. Y luego dicen que quienes reponen, quienes transportan, quienes barren las calles, quienes curan a la gente… son imprescindibles. Lo importante ya se ve en la foto, que, por cierto, tiene poca diferencia con la de abajo, la de aquel partido con el Málaga, cuando el Madrid ganó la Liga en 2017. Salvo el público. Público y cámaras delante de los que los futbolistas nunca han dejado de escupir decenas de veces cada diez minutos sobre el césped. ¿Seguirán haciendo lo mismo?
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