domingo, julio 05, 2020
Formas de vida
Se me ha olvidado este mediodía decir a C. que ayer leí el artículo de Muñoz Molina «Volver a dónde», y que quizá por eso le he dicho que salgo poco y no tengo muchas ganas de echarme a la calle, salvo el paseo diario o jugar al tenis, y que no me siento a gusto si estoy sentado en una terraza departiendo con los demás. Ella, como es así de discreta y nunca quiere molestar, me ha preguntado si prefería irme a casa. No, no se trataba de eso. Es lo que dice el escritor: «Ahora es cuando no tengo ganas de salir a la calle. El mundo de después, sobre el que tanto se especulaba, ha resultado ser muy parecido al de antes, salvo por el incordio añadido de las mascarillas». Si la gente las llevase, añado. He visto imágenes de celebraciones de más de una veintena de personas que habrían de fecharse antes de lo que ha ocurrido; y estoy convencido de que ninguna de esas personas es consciente de lo que ahora ocurre. O no quiere serlo. O no tiene la capacidad que se precisa para serlo. Añade Muñoz Molina que el tráfico en Madrid «es el mismo de otros veranos por ahora, quizás con un grado mayor de encono, porque la temperatura sube cada año, y porque los conductores de coches y de motos parecen ansiosos por compensar el tiempo perdido, la gasolina no gastada, los cláxones no apretados con gustosa violencia durante meses de silencio». Es así. Cuando salgo a la calle, la multitud que se agolpa en las terrazas me mira de refilón para decirme que estoy equivocado. La verdad es que no sé si merece la pena escribir sobre esto.
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