domingo, junio 14, 2020
Ex Bibliotheca Covid XIX
El jueves bajé a la Facultad a asuntos administrativos y aproveché para rescatar de mi despacho unos cuantos libros que quizá necesite ahora que estoy con revisiones de las lecturas que he evaluado. Ya en esta fase todo es más fácil; pero recuerdo las inquietudes por necesitar un libro imprescindible cuando estábamos en lo más duro. Nunca me he alegrado tanto de tener tantos libros en casa, porque me han solucionado muchas dudas y consultas. Algunas —perentorias e imposibles con lo puesto— las solventé durante el confinamiento con llamadas a amigos y conocidos en petición de auxilio. El resto, con esta herramienta asombrosa que es la red. El primer libro asociado a mi reclusión, es decir, afectado por la situación extrema de este desastre, fue grato. Fue un regalo. Fue el primer libro que llegó a casa desde fuera. Lo conté en una de las entregas de mis cosas. Y, verdaderamente, una de las buenas experiencias del encierro fue la lectura de Los errantes, de Olga Tokarczuk. Parece que hace años, por tan extraña vivencia de estos meses. Luego, en otra fase, me traje de la Facultad Porque olvido (Diario 2005-2019), de Álvaro Valverde (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2019), que no sé cuánto tiempo llevaría allí, como mi poto sin regar. Ya está en casa desde entonces, aunque afectado de algún virus —el libro, no el poto — pues me llegó falto de un cuadernillo de ocho páginas. Releyéndolo —conozco las entradas de su blog desde que publicó las primeras el 2 de mayo de 2005—, vuelvo a disfrutar con estas apuntaciones sobre una realidad muchas veces compartida, local y universal, como dijo en una reseña José Luis García Martín que ayer el Hoy volvió a publicar, después de haber salido en dos cabeceras más del grupo, El Diario Montañés y El Comercio. Otro de los libros afectados merecerá una entrada o más aquí, y es el monumental El arte de la memoria. Homenaje a Víctor Infantes. Ed. de Ana Martínez Pereira (Madrid, Visor Libros, 2020), cuyo colofón es de 21 de marzo, que quedó confinado en los almacenes de la editorial hasta que a mediados de mayo pudieron hacerse los envíos, y que iba a presentarse la tarde del 26 de marzo en Madrid en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla. Y no pudo ser, como tanto.
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